
Lillian Calm comenta el espectáculo de “Luz y Sonido” que se proyectó en el frontis de La Moneda con motivo del Bicentenario, pero que adoleció de una omisión grave, porque Ella tuvo un papel preponderante en la historia patria.
Aún no tengo claro cómo titular esta columna. Lo correcto, quizás, debería ser “la gran ausente” del juego de luces que proyectó tan acertadamente a La Moneda y a nuestros próceres (Condorito incluido, con toda razón), a semejanza de lo que se acostumbra hacer con los castillos franceses o con las pirámides del antiguo Egipto. ¿Por qué no íbamos a estar a la altura, sobre todo para el Bicentenario?
Gocé el espectáculo de Son et Lumière (sonido y luz), como se llama en propiedad según su génesis gala, aunque (y qué pena criticar) encontré muchísimo mejor la “lumière” que el “son”. No me llenaron ni el guión ni tampoco la música, y encontré que el final nos dejó cojos. ¿Ya había terminado todo, tan de repente? ¿Eso era todo… cuando el todo había sido de excepción? ¿Y la Canción Nacional u otro broche que nos confirmara “nos vamos para la casa”?
Pero no me voy a quedar en lo negativo. Por el contrario. Quiero reafirmar que ésta fue una iniciativa maravillosa, con lagunas ad hoc en la historia patria reciente para evitar resquemores de uno y otro lado, pero eso sí me hubiera gustado que al mostrar la evangelización y una danza religiosa, se hubiera caracterizado también a la Virgen del Carmen, porque a mi juicio y que me perdone por el inevitable parangón la Patrona de Chile, ha sido más decisiva en nuestra historia que Condorito al que tuvimos expuesto, con maestría, durante largos minuto.
No digo obviemos a Condorito, pero el tema es otro: en nuestro caso Ella, en su advocación del Carmen, porque de hecho una Virgen apareció fugazmente en este juego de luces, ha estado demasiado vinculada a nuestra historia patria. Repasemos sólo un extracto de su participación en nuestro pasado de raíces cristianas:
“Viendo que la independencia de Chile peligraba, los habitantes de Santiago se reunieron en la Catedral el 14 de marzo de 1818, junto a las autoridades religiosas e ‘imploraron la protección del cielo y juntos formularon en el mismo acto el Voto de erigir un templo a Nuestra Señora del Carmen en el lugar en que se decidiese la batalla favorable a la Independencia de Chile’. Por medio de un Decreto Supremo del 7 de mayo del mismo año, O’Higgins oficializó el Voto de los patriotas y suyo propio. El 5 de abril de 1818 se libraba la batalla en los llanos de Maipú, siendo derrotadas las tropas realistas, donde hoy se eleva el Templo Votivo en conmemoración de la victoria obtenida…”. (De la Historia de la Cofradía de la Virgen del Carmen de Chile).
Poco se ha informado —al parecer Ella no cuenta con modernas y eficaces empresas comunicacionales para asesorarla— que desde el “18”, inmediatamente después del Tedeum, se están realizando 200 horas (una por cada año) de adoración al Santísimo en la parroquia del Sagrario, situado a un costado de la Catedral y donde se encuentra la imagen de la Virgen del Carmen. Esta Vigilia de Oración por Chile culminará el domingo 26 con la tradicional procesión, que se caracterizará por una diferencia: es la del Bicentenario y se espera no sólo que sea multitudinaria sino que muchas familias lleguen a acompañarla.
Ya comprobé que una empresa de banda ancha ha organizado una cicletada de hasta 21 kilómetros que partirá en la Plaza de la Ciudadanía esa misma mañana, y casi tuve el mal pensamiento que podía perseguir cansar a algunos peregrinos, porque hace sólo escasos años hasta la mal llamada Fiesta de la Cultura (más bien de la incultura, ya que el barrio Forestal quedaba rociado de pitos, botellas vacías y otros artículos que no voy a detallar) se hacía coincidir con el último domingo de septiembre, Día de la Oración por Chile. Pero no. Yo creo que la organización de la cicletada para esa misma mañana ha sido pura pavería o, más elegantemente, desgraciada coincidencia.
En todo caso, volvamos al espectáculo de Son et Lumière, una de las grandes originalidades de estas celebraciones bicentenarias creada por el grupo Les Petis Francais con el auspicio de la empresa privada. No hay que desconocer que fue un espectáculo en grande y no puedo dejar de destacar una participación incluso más criolla que la de Condorito y que quizás los genios franceses no sólo no concibieron sino que no habrían logrado con la excelencia que tuvo. En medio de la magia (al menos lo vimos desde las primeras filas, donde afortunadamente me encontraba) apareció paseándose por el frontis de La Moneda, de un lado a otro (y corriendo despavorido después), el infaltable quiltro chileno, que no podía quedar ajeno de ninguna de nuestras celebraciones patrias. Verlo en medio de toda esa efervescencia lumínica algo foránea era como sentirse en casa. Sí. Proyecten lo que proyecten los genios europeos siempre vamos a seguir siendo eso: chilenos. Muy chilenos de alma, idiosincrasia y corazón.■■■■■
Lillian Calm
Temas.cl
viernes, 24 de septiembre de 2010
LA GRAN AUSENTE
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1 comentario:
La Gran Ausente siempre estará presente. Ella se encarga de infiltrarse a como dé lugar para ampararnos bajo su manto.
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