miércoles, 3 de diciembre de 2008

ARISTOCRACIA JUVENIL



Entre esa juventud idealizada
-simplemente porque martillea con frenesí
mediaguas de emergencia- o aquella rechazada
-porque poncea grotescamente en cada parque
disponible- hay otras muchas, silenciosas y
verdaderamente eficaces.
Jóvenes bomberos o scouts, deportistas o
artistas, políticos o empresarios. Y por cierto,
como caso especial, los ayudantes universitarios:
qué gran especie, qué importante subconjunto, qué
decisiva aristocracia.


A-ris-to-cra-cia. Sí, los mejores. Esos
tipos que ya a los 21 o 22 añitos marcan
presencia con una humanidad encandilante, aunque
todavía sean casi pura potencia y uno que otro
acto. Los aristos, los mejores.
Porque para elegir a los ayudantes en las
Universidades -y estas corporaciones son la
vanguardia de la formación de elites para el
país- los profesores deben, debemos, hablar de
aristocracia. No faltan los timoratos que
prefieren llamarlas meritocracias, pero bien se
sabe que es por complejo. Más vale la vieja
terminología griega: los aristos, los mejores, y
punto.
¿Un caso concreto? Seis ayudantes de una asignatura en la PUC.
Francisco, el más antiguo. Ya es
periodista; viene de Puerto Montt; parece tímido,
le gusta el rock, se fija, se fija, siempre
dispuesto a las tareas menos gratas, exige con
paciencia.
La Catalina sub uno, cuarto de Derecho,
sutil, constante, escribe comentarios largos en
cada ensayo corregido, atiende con afecto a cada
alumno, es maternal.
La Catalina sub dos, casi bioquímica, la
única exalumna de la asignatura que ha obtenido
notas 8 (y varias veces, por lo que su promedio
final fue 7.1), se niega a desarrollarse para
llegar a ser Premio Nacional de Literatura: no
importa, va a ser Premio Nacional de Ciencias.
Jorge Andrés, cuarto de Derecho también,
metódico, cordial, a cada alumno (le corresponden
unos 30) lo ha ido conociendo más y más; cuenta
con satisfacción cómo algunos han mejorado.
Y la dupla deS ¡Medicina! Sí, dos
ayudantes de Medicina en un ramo de Humanidades.
Para ellos, dicen, el momento de gozo de la
semana es trabajar en la asignatura. Alvaro, de
cepa hispánica, alegre, entusiasta, anima y
exige, abre la imaginación. Y la Carla, mezcla
potenciada de sangre judía y alemana, especie
poderosa de fémina tierna y mordaz a la vez,
genera un ambiente de inteligencia creativa. Y,
además, es azul-azul.
¿Y cómo fueron elegidos? Por cooptación:
el profesor optó por ellos, en reñido concurso
entre varios similares, o simplemente porque las
vacantes coincidían con el número de postulantes.
¿Y quiénes pudieron presentarse? Sólo los
excelentes: discriminación evidente y no
arbitraria.
Aristocracia, la verdadera e imprescindible aristocracia.

Gonzalo Rojas Sánchez

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