
PERFIL
Francisco Vidal en tercera dimensión
PAPÁ, EGO, POLÍTICO,
Por: Paula Palacios
Fotos: Rodrigo Sepúlveda
PAPÁ, permisivo y dictador
EGO, ‘me creo buenmozo’
POLÍTICO, díscolo con Frei
Como vocero de gobierno se enorgullece de no dejar pasar ¡ni una! Y con tal de defender a la presidenta alude a los cojones de Piñera, la chasca de Farkas y la pelá de Roberto Méndez. A sus hijas, en cambio, les permite casi todo... Más de una vez hizo vista gorda cuando los pololos se quedaban a dormir...
Son los dos extremos. Una, morena de ojos pardos; la otra, rubia de ojos azules. Una, es cuica y práctica; la otra, artesa y puro sentimiento. Una asume con naturalidad las críticas a su padre; la otra lo defiende a morir. Ellas son Carola (30 años, periodista, dos hijos), y Andrea (27 años, educadora diferencial), las hijas del cada vez más polémico ministro secretario general de Gobierno, Francisco Vidal, a quien —por sus últimas “salidas de madre”—, propusieron como ‘humorista’ para el Festival de Viña. Una invitación que él se toma medio en broma, medio en serio.
Ambas admiten tener el Complejo de Electra, por el amor, admiración e incondicionalidad que sienten por su expuesto padre. Y no se quedan en palabras o sentimientos. Carola se casó con Rodrigo Hernández, ingeniero comercial, quien tiene el mismo carácter del vocero y ambos son sordos ¡del mismo oído!
Vidal, por su parte, les marcó a fuego su sello liberal y permisivo. No aplicó con ellas horarios ni restricciones. Tampoco castigos. Algo impensado para el ministro más duro entre los duros. También les traspasó su lado frívolo: ¡les prohíbe subir de peso! Las hermanas cuentan que las grandes peleas que él tiene con su madre, la Mané (María Inés Maturana) son cuando ella aumenta unos kilitos. “Sí, soy vanidoso, y me creo buenmozo”, sentencia el ministro.
Lo reconocen cómodo, con aires de machista, padre abnegado, trabajador y apasionado. Siempre se encargó de todos los detalles de la casa, desde comprar clavos y electrodomésticos, hasta la ropa interior de su mujer y de las niñitas.
—¿Se colaban los pololos por la ventana, ministro?
—Las dos mantienen ese récord... Yo me enteré después. Ellas me contaron.
Andrea: —Mis papás fueron súper permisivos. Mi pololo alojaba en la casa sin problema.
Vidal la mira extrañado y le pregunta:
—¿Durmió un pololo tuyo en la casa?
—Ay papá, ¡muchas veces!...
—¿¡Y yo estaba?!
—Ay claro, ¡si ya lo sabías!
—Es verdad... Pololo en la cama ¡ningún problema!, pero no me pidan que les lleve el desayuno a la pieza, ¡tampoco el diario!
—Y así como les daba libertad, ¿les enseñaba cómo cuidarse?
A: —De la parte teórica se encargaba mi mamá. El era más práctico. Nos decía: yo les compro preservativos, ustedes tengan una vida sexual plena.
Ministro: —No quería que mis hijas repitieran lo que vivimos con la Mané como pololos: la hipocresía institucional. Mi suegra me decía: no los quiero dejar solos en la casa porque la ocasión hace al ladrón. Y resulta que ¡ya había robado como 80 veces!, y con sus dos papás durmiendo siesta.
—¿Cómo se logra dar libertad y, a la vez, formar hijos responsables?
Carola: —Cuando tienes permiso para todo, asumes una responsabilidad distinta porque no puedes fallarles a tus padres. Y uno se autolimita.
Ministro: —Las dos se casaron sin esa sensación de “eso no lo hice”. Y el mismo ejercicio hacemos ahora con Pancho (15).
“TENÍA COMPLEJO DE ELECTRA, pero lo he ido trabajando. Además me casé, tengo mis hijos (Salvador y Josefa), mi marido. Mi papá sigue siendo referente, aunque soy capaz de verlo ahora de manera más objetiva”, reflexiona Carola.
—Se casó con un hombre muy parecido a él.
—Mi marido está feliz porque tiene fama de mal genio... pero mi papá le dejó la vara muy alta.
—¿Y usted, Andrea?
—Me llevo espectacular con los dos, pero soy mucho más parecida a mi mamá. Con mi papá nos asimilamos en que nos encanta hacernos cariño.
Ministro: —Cuando eran chicas les pagaba mil pesos por rascarme diez minutos la espalda, ¡y con cronómetro!
—¿Se acostumbran al rol tan mediático de él?
A: —Carola asume mejor las críticas. Yo me las sufro y discuto ¡a morir!
—¿Cuáles han sido las más dolorosas?
Ambas coinciden:
—Que lo trataran de ladrón y como el responsable del desvío de fondos de Chiledeportes a campañas políticas.
C: —Una vez tenía La Segunda en la mano, y un señor me dice: Ese Vidal es un ladrón... Me armé de valor, le dije quien era. Se deshizo en disculpas.
—¿Cómo reaccionó el día de su matrimonio, cuando él hizo una conferencia de prensa en la casa?
—Me dio lo mismo, seguí arreglándome como si nada. Ya estaba acostumbrada.
—Ministro, ¿extraña a sus hijas ahora que no viven con usted?
—No. Además, van todos los fines de semana a la casa. Este espacio familiar tiene una historia: yo, que soy cero aclanado, me acostumbré a ir los sábados a la casa de mi suegra, ahí llegaban todos sus hijos. Me generó un sentido de cuerpo. En mi casa era el menor, mi madre me tuvo a los 40 años, había 20 de diferencia con el mayor, mis papás se separaron cuando tenía ocho años, ¡un desastre!
—¿DE VERDAD LES PROHÍBE A SUS HIJAS SUBIR DE PESO?
C: —Sí, es obsesivo. Cuando adolescente yo era bien gordita. Un día iba a una fiesta y le dije: ¿cómo me veo? Me respondió: con cinco kilos menos te verías estupenda. Desde entonces me cuido.
Ministro: —Ellas saben que cuando me preguntan cómo se ven, las miro como hombre, no como padre. Y soy franco. Ahora que las vi en bikini, les digo que están demasiado flacas.
—Y así como exige, ¿se cuida usted?
Su hija menor responde por él:
—Trata, pero se lo sufre todo. Puede estar achacado un día entero porque se comió tres lomitos.
—También heredaron el vicio por el cigarrillo.
—Pero si a los 11 años me pedía que se los encendiera, ¡cómo no íbamos a fumar!... Y lo hacía de cómodo... si no sabe ni usar el microondas.
El vocero intenta defenderse:
—Puedo hacer un huevo, sólo si me encienden la cocina. Mi mamá me sobreprotegió tanto que cuando me resfriaba me colocaba ¡cuatro chalecos!
Carola agrega que siempre fue maniático del orden en la casa. “La única tele estaba en su pieza, ahí nos tirábamos a ver teleseries. Cuando sentíamos que llegaba, saltábamos: la mamá hacía la cama, nosotras recogíamos las cosas del suelo, había que dejar todo impecable...”.
—¿Si no?
—Se enojaba, lo perdíamos esa noche... Se iba al patio a leer. El no reta, se taima.
—Tan exigente, y en su oficina ministro, papel que lee, lo rompe y tira al suelo.
—Tengo un papelero, de repente caen afuera. Soy maniático en la casa. Siempre me preocupé de que no faltara nada.
A: —Hacía una lista: un calzón y un sostén para la Mané; un calzón y un sostén para cada niñita... Y con eso había que arreglárselas para todo el año.
—¿Es cierto, entonces, que es mano de guagua?
Su hija mayor sale en su defensa:
—Tenía que hacer rendir la poca plata que había; un sueldo de profesor no daba para más.
—Hoy con uno de ministro, ¿es más generoso?
—Toda la vida he invitado a la Mané a comer, pero no me pidan que haga regalos. ¡Eso no!
QUE LO HAYAN SUGERIDO COMO HUMO-RISTA para el Festival de Viña, lo ve como “una forma de atacar al que habla, bufonearlo... Mi tarea es el equilibrio. Y darles duro cuando corresponde”.
—Pero es usted quien trivializa los temas, al hablar de los cojones de Piñera, del chascón de Farkas, o del pelao Méndez...
—Si fuera serio, dirían que soy un funeral andando; de lo contrario, banalizo. Me da lo mismo. El objetivo es uno: que la gente entienda lo que uno transmite. Me refiero al compadre y comadre sencillos. Y lo estamos logrando.
—Lo cumple, pero ¿a costa de quitarle formalismo a su cargo?
—La CEP me puso en el séptimo lugar como el ministro mejor evaluado en hacer la pega.
—Pero sólo un 35 por ciento aprueba su estilo.
—Mi calificación emputece a la elite... y a algunos de mi coalición también. ¡Esa es la verdad!
—A diferencia de Ricardo Lagos, parece que la presidenta le da más rienda suelta…
—En el gobierno de Lagos era igual. Te diría que es al revés: la presidenta es quien a veces me dice: moderado, moderado... Oye, si soy el tipo más tranquilo que hay, pero pasan una línea ¡y se encuentran conmigo! Y la línea del gobierno son el carepalismo, y el carerrajismo de la derecha, sobre todo en materia de derechos humanos.
—Esa es otra crítica, que sigue pegado al pasado.
—Sacaré mi historia todas las veces que sea necesario. El día que no exista o no tenga valor, el 18 de septiembre dejará de ser feriado, y el 21 de mayo no celebraremos a Prat. Para el 47 por ciento que se identifica de derecha, si de ellos dependiera, yo estaría a la altura de San Antonio amarrado a cuatro fierros. Vivo en Las Condes y veo la reacción de muchos que me quisieran fuera. Pero también conozco la otra parte, la gallá popular que me dice: déle, échele pa’ delante...
—Eso es un indicador de que algo está haciendo mal; que en vez de unir, divide.
—Van a tener que mamarme hasta que la jefa me mantenga aquí nomás... No voy a cambiar mi forma de comunicarme con la ciudadanía porque se me salió un garabato.
—¿Por qué sus ataques contra Piñera van siempre por el lado de su fortuna? ¿No tiene otro flanco?
—Mi crítica es que le cuesta separar la política de los negocios. Frei, cuando se metió en esto, vendió Sigdo Koppers, y su otra empresa se la administra el hermano. Pero Piñera sigue con Chilevisión. Los cuestionamientos son a la no separación, no a su plata.
“DA RISA QUE HABLE DE UNA ‘DERECHA POPULAR’ CUANDO EL COMITÉ POLÍTICO SE REÚNE EN SAN DAMIÁN, y el Comité estratégico, en Tantauco”, agrega Vidal.
—Consecuente con su estilo de vida, peor sería que vendiera un doble discurso.
—Entonces que diga que es derechista, no popular.
—¿Qué pasaría si Eduardo Frei, en pro de su candidatura, le pide moderar el tono?
—¿Frei?, ¡ah no!, el gobierno es una cosa y la campaña presidencial es otra... Yo dependo de la presidenta, no de Frei. Que le pregunte a ella.
—¿Y si Bachelet se lo solicita?
—Lo que ella decida. Si tengo que salir a rezar todos los días o cantar gregoriano, ¡lo hago!... ella me conoce y está contenta con que el vocero ¡sea el vocero!
—¿Usted dice lo que ella no puede?
—No, nunca lo he planteado así. Lo que opino es lo que la mandataria piensa. Puede que le ponga pasión, pero no me
voy por la libre.
—¿Ya se cuadró con Frei?
—Hay dos candidatos: José Antonio Gómez y Eduardo Frei.
—Pero su partido, el PPD, ya comprometió su apoyo a Frei.
—Primero soy ministro, después militante. Voy a cuadrarme con quien salga proclamado como candidato único.
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