
GONZALO ROJAS
Un lector pregunta por la manera de
organizar el plan de lecturas, si una persona
quiere de verdad influir en Chile.
Ante todo, ¿lecturas e influenciaS tienen algo que ver?
Por cierto. Nadie da de lo que no tiene;
las ideas, los ejemplos, las soluciones, los
argumentosS todo eso ya está en letras. Y los
problemas, las encrucijadas, los desafíos, las
maldades de otrosS casi todo eso, lo recoge
también el texto.
A leer, pues.
Primero, de mañana, dos o tres diarios.
El Mercurio y La Tercera son preceptivos; La
Nación, los domingos, aunque duela. Y dos
revistas: Capital y Qué Pasa, por devoción; ¿Y
las entrevistas de Cosas? Sí, también. A todo eso
hay que sumar los titulares en kiosko de Las
Noticias Ultimas, los del periódico de los
jóvenes de la Clínica obsesión y los de la
Cuarta: son la baba que se expande, hay que verla
avanzar.
Y en esos medios, Carlos Peña, Agustín
Squella, Pedro Gandolfo, Cristián Warnken,
Patricio Dussaillant, David Gallagher, Lucho
Larraín, Héctor Soto, Ascanio Cavallo, Patricio
Navia, Lucas Sierra, César Barros, Felipe
Berríos, Cristóbal Orrego, columnistas obligados.
Obligados: nada de un me carga o no lo soporto.
Al mismo tiempo, un libro de fondo y una
novela en serio. Por ejemplo, ¿porqué no avanzar
paralelamente en Stalingrado de Antony Beevor y
en Vida y destino de Vassily Grosman? ¿O en
Ortodoxia y El hombre que fue jueves, ambos de
Chesterton? ¿Y si fueran el Catecismo de la
Iglesia Católica y el Jesús de Nazareth de
Benedicto XVI?
Tres o cuatro páginas extranjeras en la
red, de ésas de consulta semanal, vienen muy
bien. Densas algunas, más chispeantes otras, pero
comprometidas en la defensa de ciertos bienes
fundamentales. Entre las domésticas, por ejemplo,
Vivachile.org, o la hispánica Conoze.es.
También, porqué no, uno o dos blogs, de
ésos en los que arde la polémica y se entiende
hasta qué nivel hay gente heroica para defender a
su Chile y otra, babieca, que quiere destrozarlo.
Se sufre, pero se aprende.
Ya. ¿Suficiente? No, pero eso toma dos o
tres horas diarias y para ponerse al día, no
estaría nada de mal. Claro que hay que apagar la
tele.
Gonzalo Rojas Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario