jueves, 12 de marzo de 2009

SIMPLEMENTE, SAINT GEORGE´ S COLLEGE


COLUMNA GEORGIANA

Justo hace 50 años, el 11 de marzo de
1959, algo más de 130 niños ingresaban a la
primera preparatoria del Saint George's College.
Para muchos de ellos, quizás para todos,
el-mejor-colegio-que-ha-habido-nunca-jamás, sí
dicho así, a todo ritmo, con energía bien marcada.
En Pedro de Valdivia con Pocuro, un
edificio majestuoso para la época albergaba a los
grandes, mientras que para los enanos bastaba una
casita inglesa, contigua a la calle Los
Estanques. Un generoso patio permitía que el
pantalón cortito del impecable uniforme gris con
azul se destacara en las primeras correrías
futbolísticas.



Iniciaba su andadura escolar un curso
único: el que aprendería sus primeras letras
durante los meses iniciales de la presidencia de
Jorge Alessandri, el que cursaría la enseñanza
media durante la presidencia de Eduardo Frei M.,
el que asistiría a la ceremonia de graduación con
Salvador Allende en sus primeros días.
Pero sólo secundariamente iba a ser la
Historia de Chile la que marcaría sus vidas. En
primer lugar, lo decisivo para los Rafael
Guilisasti y los Manuel Pellegrini, para los
Máximo Pacheco y los Nicolás Cruz, para los Jorge
Bande y los Felipe Montt, para los Aníbal Vial y
los Francisco Sabatini, para todos los demás, iba
a ser la decisión familiar de hacer un enorme
esfuerzo por darles la mejor educación posible.
Sí la mejor, la mejor.
Inglés perfectamente aprendido (american,
to be precise), deporte sistemáticamente
practicado (por matado que fueras), amistad
constantemente cultivada (hasta hoy, hasta hoy),
vida de fe siempre animante (esos primeros
viernes, esas bendiciones), pertenencia siempre
incentivada (cheer for Saint George'sS),
compromiso una y otra vez reformulado (antes de
la crisis, durante y después).
¡Qué colegio, qué curas, qué profesores,
qué ambiente, qué formación, qué biblioteca, qué
victorias, qué tipazos los que circulan hoy por
ahí con 55 ó 56 a cuestas!
Es posible, sí es posible hacer un gran
colegio, incluso en medio de sus dudas y de sus
desviaciones, navegando a través de una historia
nacional conflictiva al máximo, permitiendo y
fomentando el enfrentamiento cordial desde las
convicciones más personales de cada uno de sus
miembros. Es posible, es necesario.
Basta con decidirse a entregar la vida a
una misión educativa trascendente, buscar a las
personas para concretarlo y perseverar. Casi
nada. Todo. Con nosotros lo hicieron.

Gonzalo Rojas Sánchez

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