GONZALO ROJAS
Un Seminario sobre Derechos Humanos tuvo
lugar en la Universidad Central pocos días atrás.
Uno más, sólo que en esta oportunidad existió la
posibilidad de decir cosas, no como en tantos
otros que han sido organizados sólo para agredir
la verdad histórica. La participación activa de
la Cruzada por la Reconciliación Nacional,
entidad formada por miembros en retiro de las
Fuerzas Armadas, logró darle un tono algo más
ecuánime al Seminario.
Luis Valentín Ferrada, Mario Arnello y
Patricia Arancibia, entre otros, sacudieron el
ambiente con hechos y hechos, datos y datos,
citas y citas. Métale verdad, métale evidencia,
en un contexto organizador poco favorable, dada
la presidencia del ex magistrado Juan Guzmán,
ahora juez de la historia.
Pero el folleto de invitación reflejaba
ya una mentalidad muy arraigada en el ambiente
nacional, gracias a la publicidad de la
izquierda: una mano militar y una mano civil se
saludaban amistosamente. La sugerencia es obvia:
los militares y los civiles se pelearon en 1973
y, de ahí en adelante, las Fuerzas Armadas
lucharon contra el pueblo de Chile; ahora, se
busca la reconciliación.
Falso. Los civiles democráticos
enfrentamos a los civiles paramilitarizados de la
izquierda marxista. Los militares terminaron lo
que los civiles comenzamos y, durante 16 años y
medio, al menos un 43 % de la población civil (y
en muchos momentos, más del 60%) apoyó al
Gobierno del Presidente Pinochet.
Pero la visión contraria ha prevalecido.
¿Cómo? Por una propaganda mediática, académica y
cultural avasalladora.
Ahora que conocemos las platas que la
Presidencia Bachelet ha destinado a diversas
organizaciones de la izquierda dura, del
progresismo blando y de la DC, no cabe sino
levantar de nuevo la voz con un solo clamor:
Esta, señores de la sana sociedad y de la
libre empresa, ésta es una batalla por la verdad
y la justicia que no puede ni siquiera ser
iniciada sin recursos importantes. Todo aquel que
se escandalice de los 432 millones entregados a
la Fundación y al museo Allende, o de los 86
regalados a la fundación Almeyda, o de los 50
adjudicados al centro cultural Gladys Marín
(entre 14 entidades distintas) es un hipócrita si
no razona entonces así: "Tú le regalas a tu
izquierda un peso, Presidenta (pesos míos, de mis
impuestos, ciertamente) pero yo pongo otro más,
lo entrego a quienes pueden defender
adecuadamente la verdad y la justicia."
Al menos este columista lo planteará así
cada vez que alguien de esos mundos se le queje
amargamente del modo en que la batalla cultural
se está perdiendo. Cortemos la tonterita.
Gonzalo Rojas Sánchez
jueves, 23 de abril de 2009
FINANCIAR LA VERDAD
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COMENTARIO G. ROJAS
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