Páginas

jueves, 4 de junio de 2009

CUBA 1 Y CUBA 2


CONTRADICCIONES Un país cuya economía depende de las limosnas de sus aliados para subsistir, y donde la escasez y el desabastecimiento son la norma Moisés Naím*

El país más importante de Latinoamérica

Bill Clinton y George W. Bush acaban de tener un debate cara a cara en Canadá, donde discutieron los grandes temas de nuestro tiempo.
¿Cuál fue el único país de América Latina mencionado en la conversación?
Cuba. En abril se reunieron en Trinidad los jefes de Estado de las Américas. ¿El tema central? Cuba el único país que no fue invitado a esa Cumbre.
Ahora, se reúne la Organización de Estados Americanos (OEA) en Honduras. ¿Cuál es el problema central que domina las deliberaciones de los ministros del continente y que obliga a Hillary Clinton a distraer su atención de la bomba atómica norcoreana y de las crisis en Oriente Próximo, Afganistán y Pakistán para viajar a esta cumbre de la OEA? Cuba, por supuesto.
Hace poco, el Brookings Institution, un think tank de Washington, organizó una reunión para debatir la situación de Cuba. La sala se llenó. Pocos días después convocó a otra reunión a la que no fue casi nadie. ¿El tema? Brasil.
Este enorme interés por Cuba no es sólo de presidentes, ministros y periodistas de América. En Europa pasa lo mismo. Y según Google, Cuba casi duplica a Brasil en número de sitios de la Internet relacionados con cada uno de los dos países.
Así las cosas, si un marciano aterrizase en nuestro planeta le sería obvio que Cuba es el país más importante de América Latina. Pero esta
Conclusión duraría sólo hasta que tuviese que ubicar a la isla en un mapa. O comparar a Cuba con otros países de la región: con Brasil, por ejemplo.
Brasil ocupa casi la mitad de todo el territorio de Suramérica y es el quinto País más vasto del mundo. Su superficie es casi 80 veces más grande que la de Cuba. En una sola ciudad brasileña—São Paulo—vive más gente que en toda Cuba. La economía brasileña es una de las más grandes y dinámicas del mundo, y es 31 veces más grande que la de Cuba. El intercambio comercial entre Brasil y el resto del mundo es 25 veces mayor que el de Cuba. Las fuerzas armadas de Brasil son diez veces más numerosas que las de Cuba. En las negociaciones mundiales sobre medio ambiente, comercio, seguridad nuclear, sistema financiero, energía o la lucha contra la pobreza, Brasil es un actor principal.
¿A qué se debe, entonces, esta atención casi obsesiva a la pequeña isla
caribeña? ¿Por qué hay más interés en Cuba que en Brasil?
La explicación más común es que Cuba tiene un valor simbólico más potente que el de Brasil. Es el pequeño país que decidió enfrentarse al imperio yanqui y al cual el imperio no ha podido doblegar. Es la isla con líderes icónicos como Fidel Castro y el Che Guevara, y el país latinoamericano que encarna la lucha del humanismo socialista contra el materialismo capitalista.
Cuba también fue la pequeña nación que en otras épocas envió sus tropas a América Latina y a África a luchar y morir por defender a los más pobres (y los intereses del Kremlin, pero esa es otra historia). Y también el país cuyos avances en materia de atención médica y educación para la mayoría fueron legendarios. Es el pequeño país al cual Estados Unidos agrede desde hace décadas con un absurdo embargo.
Lástima que también sea el país en el cual hay gente dispuesta a echarse al mar y arriesgar la vida con tal de escapar de las privaciones materiales, la represión y la asfixia política. Un país cuya economía depende de las limosnas de sus aliados para subsistir, y donde la escasez y el
desabastecimiento son la norma. También el país, donde por más de medio siglo, el poder ha estado en manos de la misma familia.
Mientras tanto, en Brasil... Gobierna un presidente de izquierda, líder
sindical que fue democráticamente electo dos veces y goza de los niveles
de popularidad más altos del mundo. También es el país que más ha logrado
reducir la desigualdad económica. Sucesivos gobiernos brasileños --de
partidos rivales—han logrado mejorar la calidad de vida, la educación y la salud de millones de pobres y Brasil es hoy uno de los modelos por sus éxitos en la lucha contra el sida, el analfabetismo o el uso de fuentes alternas de energía. En fin, un país que no es tan interesante como la fracasada isla del Caribe.
(El País, España).
*Editor en jefe de la revista Foreign Policy.
mnaim@elpais.es


EDITORIALES EL DIARIODEHOY
Miércoles 3 de junio de 2009 editorial@elsalvador.com

A QUEMARROPA Fidel, durante toda su existencia, construyó a su antojo la vida de su hermano Raúl. Ahora le está cavando una fosa profunda e innoble Carlos Alberto Montaner*

Cuba y las paradojas de la OEA


La batalla diplomática en torno al posible regreso de Cuba a la OEA es un laberinto de paradojas. Venezuela y sus aliados (Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Honduras) quieren que la Isla regrese a la institución, de la que fue expulsada en 1962 por su vinculación al marxismo leninismo. Estados Unidos y Canadá se oponen, porque la Carta Democrática, firmada en 2001 por todos los estados miembros (incluida la Venezuela de Chávez), exige que las naciones miembros gocen de pluralidad política, elecciones libres y se respeten los derechos humanos, panorama muy distante de la realidad estalinista de palo y terror que impera en Cuba.
En el medio de esas fuerzas encontradas, en un papel poco airoso, se encuentra el abrumado chileno José Miguel Insulza, Secretario General de la
OEA, quien un día afirma una cosa y al siguiente la contraria, con lo cual no
pasará a la historia como un modelo de integridad intelectual, pero sí como el hombre que liquidó el principio de identidad de Parménides: en su novedosa filosofía, una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo.
Cuba puede ser una dictadura, como reconoce, y pertenecer a una
institución que rechaza las dictaduras, como mandan los papeles de la
OEA. ¿Por qué lo hace? Según los malpensados, porque le debe su cargo a Hugo Chávez. Según sus amigos, porque desde la OEA sería más fácil impulsar los cambios democráticos dentro de la Isla.
El gobierno de los Castro, por su parte, no tiene interés en reingresar a
la OEA. A lo largo de los años, Fidel, que es un consumado insultador, la ha
llamado “ministerio de colonias”, “prostíbulo de los americanos”, “maloliente” y otras lindezas. La última andanada es muy reciente: el 11 de mayo pasado calificaba a la OEA de “podrida” y le negaba el derecho a juzgar la realidad cubana desde una perspectiva ética.
En todo caso, esta batalla, que tiene cierto costo para el chavismo,
tampoco beneficia al gobierno de Cuba, que percibe el conflicto como una suerte de humillación. Todo sucede, además, en el peor momento para
los Castro, en medio de una aguda crisis económica de la que pretenden salir, estúpidamente, con más controles y mayor represión, pese a medio siglo de experiencias negativas con esos métodos, y cuando se palpa una total frustración dentro de los cuadros y militantes del partido comunista. Ante la ausencia total de las “reformas estructurales” prometidas por Raúl Castro, los desmoralizados militantes ya saben que ese sistema y ese gobierno, a medio o largo plazo, no tienen salvación porque son incapaces de regenerarse.
Este estado de desánimo general se comprobó en la encuesta secreta realizadaporelpartidocomunistaenlaUniversidaddeLaHabanaafinesdel2008:
en un universo de 30,000 personas, supuestamente simpatizantes, sólo el 8% de los profesores y administradores, y apenas el 22% de los estudiantes, apoyaba realmente al gobierno. La mayoría quería poner fin cuanto antes a ese viejo y desacreditado disparate.
La paradoja mayor, sin embargo, es la relación que se percibe en Cuba entre la supervivencia de Fidel Castro y la creciente deslegitimación de Raúl
comosu heredero. Mientras más tiempo continúe vivo Fidel, con su terco y
congelado estalinismo, más débil y repudiado llegará Raúl al “gran entierro”,
y menos posibilidades tendrá de organizar la transmisión de la autoridad
dentro de las instituciones comunistas cuando él también decida morirse.
Ya lleva casi tres años de gobierno y la situación, lejos de mejorar, ha empeorado intensamente. Fidel, durante toda su existencia, construyó a su antojo la vida de su hermano Raúl. Ahora le está cavando una fosa profunda
e innoble.
(Firmas Press).
*www.firmaspress.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario