
De: HORACIO LOSITO
Estimados: habiéndose cumplido ya dos años de lo que fue un juicio nefasto en contra de mi Padre, a pesar de ello, es para mí un orgullo compartir con ustedes en audio y escrito, sus palabras finales.
Breve Cronología:
El día 5 de Febrero del 2008, después de 4 años de encontrarse procesado y privado de su libertad por supuestas violaciones a los derechos humanos, se daba inicio en la provincia de Corrientes al Juicio RI 9.
Durante 6 meses nos vimos obligados a soportar un sinfín de situaciones tormentosas. En primer medida la angustia e impotencia de ver a mi padre alojado en el penal de máxima seguridad U7 de Resistencia ( Chaco), viviendo bajo condiciones infrahumanas, y en la incertidumbre del peligro constante que implica un lugar de ese estilo.
Afrontamos junto a mi familia el escrache continuo de algunos medios distorsionando la realidad, y haciendo de los flashes un acoso festivo.
Presenciamos la descabellada actuación de los fiscales, querellantes, jueces y supuestos testigos victimas verdaderos protagonistas de un talk-show.
A pesar de las circunstancias desfavorables, un atisbo de satisfacción pudo invadir el día de la sentencia: se declaraba inocente al suboficial Piriz (uno de los acusados), cuya defensa estaba a cargo de los abogados que representaban a mi Padre, a quien respaldó desde el primer momento sintiendo esa responsabilidad como Coronel, sin ser su jefe.
25 Años de condena- la pena máxima, para una persona que en ese entonces ostentaba el grado de teniente, sin pruebas, sin JUSTICIA.
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Honorable Tribunal: SOY INOCENTE!, así lo dije en mi declaración indagatoria desde el primer día cuando me presente ante el Juez Sotto Davila… en los innumerables escritos presentados en la instrucción a lo largo de tres años, lo volví a recalcar ante ustedes ,y hoy lo vuelvo a sostener y así lo haré hasta el día de mi muerte! Sobre la base de una conciencia limpia que lo agudiza la impotencia e indignación.
Es más fácil dividir un átomo que romper un prejuicio decía Einstein y no se equivocaba lo hemos podido comprobar a lo largo de estos casi 6 meses de juicio.
En lo general: 25 años de propaganda oficial que distorsionó la verdad histórica de las lamentables décadas del 60 y 70 y una generación que creció en la confusión.
En lo particular: A 32 años de los hechos que se investigan vimos las declaraciones de supuestas víctimas donde la mentira, la difamación, los golpes bajos y en algunos podríamos decir la “falta de memoria”, tomaron gran protagonismo.
Todo ello envuelto en el prejuicio que mencioné. Hubieron personas que testimoniaron de las cuales no puedo decir rotundamente que hayan mentido, quizá hayan exagerado, no lo sé, no tengo las evidencias para ello. Lo que sí puedo decir es que a la hora de señalar a los supuestos responsables de los supuestos hechos que relataron, han acudido al prejuicio que comenzó hace 32 años, conformada por reconstrucciones precarias a través de terceros desconocidos para este juicio y mediante la macabra vox populi, y que hoy, después de 32 años, erróneamente lo creen como verdad. Así nació esa plantilla y se han remitido a ella queriendo dejar un mensaje bien claro “Alguien tiene que pagar” aún cuando las personas señaladas como “verdugos” no lo sean. Porque lo que hay que castigar es el símbolo militar. Y esto no es una deducción personal, lo dijo la parte acusadora, la pena tiene sentido porque nos hemos transformado en un mensaje para la sociedad, se habló de la importancia de un fallo comunicativo, ejemplar, etc. y en este tipo de escarmiento las personas revistan un carácter insignificante. La persona es envuelta por el símbolo de tal manera que se transforma en representante del mismo, aún cuando no lo sea
Por ello no importa si la descripción de los supuestos responsables por parte del testigo fue correcta, ni tampoco que la misma haya sido abarcativa a cualquier ser humano que habite en este mundo, por ello no importa que el testigo nos haya visto en los medios de comunicación, por ello no importa que la reconstrucción del supuesto responsable haya sido a través de terceros desconocidos o vox populi, por ello no importa que el señalamiento o indicación sea a un hombre 32 años mayor que el hombre que supuestamente vieron en los hechos relatados por ellos, por ello no importa que el testigo no se acuerde de los detalles de las circunstancias relatadas, es más, como se puede pretender eso, por ello no importa las contradicciones surgidas, ni las imprecisiones, ni las dudas que claramente han manifestado los testigos, por ello no es necesario analizar la supuesta responsabilidad de los imputados en los supuestos hechos, por ello no importa la situación de las décadas del 60 y 70, por ello no importa las pruebas y testigos aportados por la defensa, ni tampoco que el acusado sea defendido como manda la ley, por ello no importa que se guíe la declaración del testigo, haciendo preguntas sobre hechos no contados, como sucedió en este juicio con el testigo Villordo, lo recordará muy bien el Sr. Abogado Vigay (querellante), en definitiva POR ELLO NO ES APLICABLE EN ESTE TIPO DE CASTIGO COMUNICATIVO PRETENDIDO EL ARTÍCULO 18 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL, QUE REZA QUE TODA PERSONA ES INOCENTE HASTA QUE SE ¡DEMUESTRE LO CONTRARIO!, simplemente porque no somos considerados personas, somos un mensaje, una enseñanza, un ejemplo, los representantes de un momento histórico distorsionado, en una ciudad determinada y si eso no es así, pues hay que demostrarlo, y para ello se necesita romper el prejuicio. Bienaventurado quien haya podido realizar semejante hazaña.
Creo que aquí es donde se configura y sustenta la venganza, que es algo que jamás podré comprender y es un hecho que la Justicia no debe permitir, ya que es el alma de la injusticia. Ruego a Dios para que guié a los miembros del tribunal para que no sea considerado un mensaje, un símbolo, sino una persona, y de esa forma, que prime mi inocencia por sobre ese dudoso mensaje “ejemplificativo” a la sociedad. Que prime la Justicia por sobre la “utilidad”, la conveniencia. En otras palabras, que rompan con la maza de la justicia ese prejuicio nefasto. Esto es todo lo que voy a referir sobre lo pasado en estas audiencias ya que mis abogados fueron más que claros en sus alegatos.
No obstante con la autorización de VVEE tengo la necesidad de expresarles algo más y me apoyaré en dos pasajes de los alegatos:
El Dr. Auat (fiscal) al referirse a mi persona me describió como alguien que tiene alta autoestima. Reflexionando sobre ello concluí que lo que tengo muy alto es mi orgullo por lo que Dios me ha brindado y eso no quiero ni puedo ocultarlo.
En primer lugar una familia ejemplar desde todo punto de vista. Mi mayor fortuna fuente de mi fortaleza y fuego viviente de mi esperanza. Mi señora esposa, la mujer de mi vida, que me acompañó estos 31 años sin claudicar un solo instante en esta ardua carrera militar que nos tocó vivir.
Mis cinco hijos, mi yerno y mis nietos, ejemplos vivientes de seres humanos criados en el amor y respeto mutuo y no en el odio y la venganza que es el veneno del alma.
Mi hermana, luchadora tenaz e incansable en la protección de sus seres queridos.
Mis suegros que son como mis padres.
A mis amigos con todas las letras y en el sentido profundo de lo que ello representa que estuvieron, y seguirán estando a mi lado cual fuere el destino que Dios me tenga preparado.
De los miles de hombres y últimamente mujeres que sirvieron a mi mando a lo largo y ancho del país a los cuales intenté inculcarles el amor a la Patria y la pasión con que se la debe defender. Gracias a ellos por hacerme crecer como hombre y como soldado.
Orgullo del saber que otros miles de anónimos, rezan, hacen cadenas de oraciones y ofrecen misas por nosotros.
En definitiva el orgullo que a pesar de tanta difamación e intento de descredito no me siento solo. Estoy más acompañado que nunca.
Orgullo de haber podido sostener el juramento que le hice a la Patria a los 16 años, de defenderla hasta, si fuere necesario, perder la vida y varias veces me lo reclamó y por ello luzco con honor las cicatrices en mi cuerpo y mi alma. Y mantendré ese juramento de por vida “aún en la clase de soldado” como dijera el General Belgrano después de la batalla de Ayohuma.
Siempre de frente, a cara descubierta, con uniforme y contra enemigo armado, agrupado e instruido y no en la clandestinidad.
Combatí cuando la Patria a través del Estado recurrió a su herramienta más letal, las FFAA, combatí donde el ejército me envió a hacerlo, en el marco siempre de las leyes y reglamentos militares, y en la observancia de la más cara tradición militar de subordinación, abnegación y disciplina y una fe ciega en el jefe que me comandaba.
Asimismo el Dr. Weins Pinto (fiscal) dijo “USTEDES SEÑORES JUECES TIENEN LA RESPONSABILIDAD DEL FALLO JUSTO”. Coincido con ese mandato, es más no creo que nadie pueda opinar lo contrario a menos que tenga intenciones pocos claras.
La justicia es un bien supremo de origen divino y una aspiración de los hombres a través del derecho. Es un bien preciado que hay que cuidarlo y protegerlo como agua en el desierto y nunca usarlo con fines que lo alejen de su misión.
Señores jueces estoy convencido que ustedes saben que no están frente a un delincuente. Están frente a un soldado del Ejército Argentino que solo supo dar amor y entrega a su Patria y a un hombre que formó junto con su mujer una familia en la sana moral y principios cristianos.
No hay mayor injusticia e impunidad que condenar a un inocente. Todos queremos la verdad y mi inocencia es parte de ella.
Dios nuestro Señor les conceda las virtudes, la sabiduría, la fortaleza, la templanza y la prudencia para llegar a la justicia para arribar a la verdad.
Un párrafo para mis defensores, a los cuales les agradezco por su arduo trabajo. Arduo porque tomaron y llevaron adelante una causa en notoria desventaja, producto del estado de indefensión insanable e irreparable al que el estado nos sometió a Piriz (suboficial) y a mí. Arduo porque sé que no es fácil tomar estas causas en los tiempos que corren, y por ello se los agradezco.
Por último Señor Presidente, distinguida Dra. Badaró, Dr. Navarro y Dr. Jantus. Señores Fiscales y querellantes. Señores abogados defensores. Público asistente representando al pueblo y en particular a mi querida provincia de corrientes.
Como hombre de armas y conocedor de la guerra por haberla vivido, es mi deseo más ferviente que haya paz, que se dejen de lado la sed de venganza y los odios, que juntos intentemos cicatrizar las heridas para que no nos impidan mirar el hoy y eviten proyectarnos al futuro en unión y progreso.
Ruego a Dios que jamás se vuelva a repetir una guerra entre hermanos, porque si la guerra por su naturaleza es inhumana, antinatural, cruel, despiadada, se potencia aún más cuando un argentino combate contra otro argentino.
Ruego a Dios por las vidas que se truncaron y por todos aquellos, sin excepción, que sufrieron a causa de la locura de estos enfrentamientos. Ruego también que sea reconocida, a todos ellos sin distinción alguna, su condición de humanos y con derechos.
“Que la Justicia sea el camino para la verdad y el encuentro y no para utilidad de la venganza y el despecho”
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