Estimados compatriotas amigos y conocidos:
No sé, en estos amargos momentos, si avergonzarme de ser chileno
o de haber sido militar de este país.
Paso a explicarme:
Amargos momentos, cuando sé que mis Superiores y camaradas de
armas, han sido condenados prácticamente a muerte, en las
inmundas mazmorras que el Estado con mucho orgullo y placer
pone a nuestra disposición (ex –militares).
Vergüenza, de ver cómo mugrientos civiles, se limpian la boca
condenando a mis camaradas de armas, después que éstos los
salvaron quizás de ser fusilados y perseguidos por no comulgar con
el repugnante gobierno del traidor Salvador Allende y Carlos Prats
sus chupa sangre, que, querían organizar y materializar el Ejército
del Pueblo al puro estilo cubano.
Cuando empezó esta persecución, se me vino a la mente el pedazo
de vida que quizás desperdicié en mi juventud al decidir ser militar
chileno.
A la edad de 5 años, mi madre, casada en segundas nupcias, me
llevó a Colombia, con quien fuera mi Padrastro el entonces Capitán
Guillermo Ramírez. Recuerdo que, a esa edad, ya embarcado en la
nave “Mapocho” veía desaparecer Valparaíso con sus luces que
parecían decirme ADIÓS.
En dicho país, cursé mis estudios básicos y parte de los medios y
con una sola idea puesta en mi mente, volver a Chile mi Patria y
ser militar chileno.
En Colombia, tuve varias oportunidades de ser uniformado,
entrando a la Escuela Militar o a la Escuela Naval, lo que rechacé,
dado que, para ese logro, debía renunciar a mi nacionalidad chilena
y adoptar la colombiana, lo que en ningún caso quise aceptar, pese a
los requerimientos de mi madre quien no quería separarse de mí.
Tras muchas peleas, sufrimientos y privaciones económicas, logré
este sueño, apoyado por el Agregado Militar de Chile en Colombia,
en ese tiempo Coronel Carlos Pollarolo, quien incluso, logró
traerme de vuelta a este país en un vuelo de un avión carguero que
venía de regreso a Chile.
Grande fue en este país mi esfuerzo para lograr aprobar los
exámenes de Admisión de la Escuela Militar, pero, apoyado por mi
entusiasmo, logré vencer cuanto obstáculo se me presentó en el
camino e ingresé a la Escuela.
Para mí, fue muy duro el tiempo de cadete, ya que mis
conocimientos de historia, geografía y economía política eran los
correspondientes a los planes de estudio de dicho país, sin embargo
por fin llegó el día de mi graduación como Oficial, un 1º de Octubre
de 1958.
Jamás pensé que todos estos sacrificios y esfuerzos serían en vano,
ni que mi Patria a quien quería servir con toda mi alma, sería
invadida por guerrilleros cubanos, bolivianos e incluso chilenos mal
nacidos ni que, estaría preso por más de seis meses por falsas
declaraciones de falsos testigos. ¿Valió la pena dichos sacrificios?
¿Valió la pena llegar al grado de Coronel y ver encarcelados a ex
superiores, compañeros y ex subalternos míos por el solo hecho de
cumplir con su deber y la demanda de la Patria representada por la
mayoría de la población civil e incluso del Congreso Nacional y ex
–presidentes?
¿Valió la pena sacrificar a la familia por gente desagradecida, tales
como los políticos y el cochino pueblo que hemos heredado del
marxismo internacional?
¿Valió la pena lucir alguna vez con orgullo la medalla 11 de
Septiembre y la Condecoración por Servicios Distinguidos
entregada por Augusto Pinochet?
¿Valió la pena creerle al más mentiroso de los mentirosos Sebastián
Piñera sus promesas y consecución de nuestros votos y nuestras
familias, apareciendo nosotros como tontos útiles?
¿Valió la pena ser un honrado militar chileno?
¿Qué pasó, con nuestro Ejército siempre vencedor y jamás
vencido?
¿Qué pasó, con nuestros bravos Generales que nos hicieron
marchar tras nuestros estandartes?
EN VERDAD, NO SÉ SI VALIÓ LA PENA VESTIR ESTE UNIFORME
QUE LLEVAMOS EN EL PECHO Y MÁS AÚN, EN EL CORAZÓN,
CUANDO HOY NOS TRATAN DE DELINCUENTES.
FERNANDO GÓMEZ SEGOVIA
Coronel de Ejército en Retiro
martes, 27 de julio de 2010
¿ SERVIR A CHILE ?
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SERVIR A CHILE
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