
DEL BLOG DE HERMÓGENES
sábado 31 de julio de 2010
Nueva y Gran Prevaricación
Si en Chile existiera un atisbo de respeto a la honestidad de la justicia, varios ministros de Corte ya no estarían, desde hace mucho tiempo, ejerciendo su función. Hoy ha aparecido la noticia de que uno de ellos ha condenado por "secuestro calificado" a varios ex oficiales por mantener privados de libertad a ocho individuos desde hace 35 años, acusación absurda, porque los condenados están desde hace muchos años privados de libertad e imposibilitados de mantener a nadie secuestrado. Primera falsedad flagrante, esta vez del ministro Solís, comprobable a simple vista y sin sanción alguna de sus superiores, que, en este como en otros casos, seguramente la ratificarán.
Uno de los condenados por mantener a estas ocho personas bajo secuestro es el brigadier (r) Miguel Krassnoff, un oficial íntegro, cuya hoja de vida en el Ejército fue impecable, padre de familia ejemplar. Nunca cometió un delito en su función de teniente a cargo de interrogar terroristas presos hace màs de 35 años, pero ha sido condenado a penas que suman cadena perpetua por la justicia de izquierda, que probablemente lo ha hecho su blanco favorito debido a que su padre y su abuelo fueron ahorcados por el gobierno soviético en la Plaza Roja de Moscú.
Gisela Silva Encina escribió un libro sobre Krassnoff, que fue best-seller entre nosotros, pero que de nada sirvió para remediar las injusticias que este oficial y caballero intachable ha sufrido por muchos años. Ahí se da cuenta de que ha sido vuelto a procesar por causas que ya antes habían sido sobreseidas y por hechos prescritos. Ha sido condenado a diez años por la muerte de la extremista Lumi Videla y su marido, en circunstancias que el hermano de la víctima, Lautaro Videla, declaró en la causa que Krassnoff no era responsable y dio los nombres de quienes lo eran. En ese proceso no se le interrogó siquiera y a título de declaración indagatoria el juez incluyó una fotocopia de lo que el perseguido político había declarado en otro proceso. Ninguno de sus superiores le ha representado al juez esa irregularidad. SI en Chile una prevaricación es políticamente correcta, queda impune.
En el proceso por la desaparición de un terrorista de apellido San Martín fue condenado a otros cinco años, pese a que otros dos detenidos junto con aquél testificaron que Krassnoff no había tenido nada que ver en el caso.
En el de la desaparición del mirista Miguel Ángel Sandoval fue condenado a otros diez años pese a haber acreditado encontrarse en comisión de servicio en los EE. UU. cuando el citado extremista desapareció.
En ninguno del medio centenar de procesos seguidos en su contra hay siquiera una sola acusación concreta o comprobada de que haya sido ejecutor del delito. Todas las condenas se fundan en "presunciones".
Ha sido condenado por la "desaparición" de un sujeto que, según certificado de Relaciones Exteriores, se encontraba radicado en Méjico. También ha sido condenado por la "desapariciòn" de Iván Monti en 1975, pese a haberse acompañado certificado notarial de don Raúl Armando Herman, bombero, de haberlo visto en enero de 1977, durante un llamado de Comandancia. Ha sido acusado de secuestrar a Ricardo Troncoso Muñoz, pese a certificado de Relaciones Exteriores de que dicha persona se asiló en México. También la justicia lo ha acusado de mantener secuestrado a Luis Gregorio Muñoz Rodríguez, no obstante el certificado de defunción que acredita su fallecimiento.
Krassnoff forma parte de las legiones de "caídos tras las líneas enemigas", abandonados por su institución (cuando no sujeto a vituperios de su comandante en jefe), desprestigiados por publicaciones de prensa, perseguidos injusta e ilegalmente por los jueces y olvidados por la ciudadanía a la cual salvaron de un régimen totalitario. Peor aún, las encuestas dicen que una mayoría de ella se opone a cualquier clase de indulto en su favor, como el que se les brindó a todos los terroristas que fueron llamados a combatir.
Todos estos antecedentes constan del libro de Gisela Silva Encina, "Miguel Krassnoff Prisionero por Servir a Chile", y de los expedientes judiciales respectivos.
Si hay alguna impunidad en Chile, es la de los jueces que cometen atropellos a las leyes y la verdad, a los cuales se añade el constituido por la sentencia de que da cuenta la prensa de hoy.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce en 17:31 0 comentarios viernes 30 de julio de 2010
Vergüenza de Ser Chilenos
En ninguna parte del mundo las fuerzas armadas habrían tolerado lo que están tolerando acá. En ninguna parte del mundo quienes debieron su libertad a las fuerzas armadas habrían mirado para otro lado ante cosas como las que a ellas se les hacen acá.
José Rafael Aguirre Aguirre era subteniente en el regimiento "Caupolicán" de Puerto Porvenir en 1973. Nunca tuvo problemas de los llamados de "derechos humanos", pero 33 años después, en 2006, se enteró de que los miembros de una patrulla militar que confesaron haber dado muerte a tres personas de extrema izquierda, lo habían involucrado en el caso, el cual, desconociendo las leyes de amnistía y prescripción, sustanciaba el ministro sumariante de la Corte de Santiago, Joaquín Billiard.
Aguirre se defendió con la verdad y acreditó que no estaba siquiera cerca de Puerto Porvenir cuando se registraron las ejecuciones, pero el juez Billiard lo condenó de todas maneras a cinco años de presidio, sólo basado en "presunciones".
Aguirre recurrió a la Corte de Apelaciones y, afortunadamente, ésta reconoció que los seis testigos de que él se hallaba lejos de Puerto Porvenir a la fecha de las ejecuciones habían dicho la verdad, y estimó que había una plena prueba de su inocencia, invalidando las "presunciones" del juez Billiard. A éste, por otra parte, José Rafael Aguirre nunca siquiera lo vio, pues no participó en ninguna de las comparecencias e interrogatorios a que fue citado.
Aliviado por el fallo de Apelaciones, creyó que podía vivir una vejez tranquila, pero no se había dado cuenta de que en Chile impera la Justicia de Izquierda, que tiene sus propias reglas.
Pues el proceso en el cual había sido declarado inocente había llegado a la Corte Suprema sin él saberlo, tras recursos interpuestos por otros afectados. Y sin siquiera haber tenido derecho a defensa, se enteró de que la Suprema, de oficio, es decir, obrando por su cuenta, lo había condenado a siete años de presidio por el mismo delito en el cual había probado no tener nada que ver.
Frente al fallo de la Suprema no había recurso alguno. Ya sexagenario, inocente y tras haber gastado ingentes recursos en defenderse, ahora ha sido condenado a una pena mayor incluso que la impuesta en primera instancia por el juez Billiard, dejada sin efecto por la Corte de Apelaciones. Ésta se hizo cargo de que él había probado hasta la saciedad que se encontraba lejos del lugar de los hechos.
Porque en el proceso penal chileno contra los uniformados no existe la presunción de inocencia, como en el resto del derecho penal universal, sino la de culpabilidad. Pero Aguirre la desvirtuó y probó su inocencia.
No obstante, ahora José Rafael entra a pasar siete años de su vejez en presidio por un delito que no cometió.
Terroristas culpables de graves hechos de sangre han sido perdonados e indemnizados. El no tiene sus manos ensangrentadas y ha probado su inocencia, pero debe pasar siete años de su vejez en presidio.
El Presidente que se comprometió, ante más de mil uniformados en retiro, a velar por el respeto a las leyes, se desentiende de su caso y declara que no concederá ningún indulto, herramienta que estaba en sus manos para remediar injusticias como la que ha afectado a José Rafael Aguirre.
La civilidad, que mucho le debe a él y a sus camaradas de armas, mira para otro lado ante la injusticia, cuando no la cohonesta. El político que, para conseguir los votos de la "familia militar", le hizo promesas que no cumplió, ahora mira las encuestas y da la espalda a dicha "familia", ya embolsados sus votos. Sin éstos, entre paréntesis, no habría obtenido el triunfo.
La Justicia de Izquierda se soba las manos con la satisfacción de la venganza perpetrada, pues ésta le sabe especialmente dulce cuando recae sobre un uniformado inocente.
Cualquiera puede comprobar los hechos antes referidos examinando el proceso que afectó a José Rafael Aguirre Aguirre, pero nadie lo hará, porque es sólo "un caído más tras las líneas enemigas", no está en el bando políticamente correcto y lo único que tiene de su parte es la justicia y la razón, lo cual en el Chile actual no sirve absolutamente para nada.
Es por estas cosas que a unos pocos, muy pocos habitantes actuales de esta tierra nos da vergüenza ser chilenos.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce
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