Lunes 16 de Agosto de 2010
Fuente :Lilian Olivares
“No creo que sean culpables de esos delitos tan terribles que está diciendo el ministro Hinzpeter, que dice que hay que aplicar ley antiterrorista”
“Creo que en Chile en este momento hay una velocidad tremenda para culpabilizar a la gente. Ya todo el mundo piensa que son efectivas las cosas. Si son efectivas, yo lamento mucho. Eso de tener conducta de fabricar bombas es una lástima, porque no es la manera de proceder que yo creo que hay que hacer”.
Así reaccionó hoy el sacerdote Alfonso Baeza, ex vicario de la Pastoral Social y promotor de la Ley General de Indultos 19.965 que se promulgó durante el gobierno del ex Presidente Ricardo Lagos.
En 1999, durante una huelga de presos políticos, el cardenal Francisco Javier Errázuriz le pidió que mediara en el conflicto y ahí comenzó a vincularse con ex lautaristas y ex miristas, y a trabajar en busca de una salida a sus demandas. Se materializó en una ley en 2004 aprobada en el Congreso, entre otros, por el PS Ricardo Núñez y el UDI Hernán Larraín, persuadidos por el sacerdote de que era un acto humanitario y que los beneficiados no volverían a delinquir.
Dicho cuerpo legal tomó relevancia este fin de semana, con la detención de 14 acusados por una serie de atentados con bombas, dos de los cuales, ex lautaristas, fueron beneficiados y quedaron en libertad antes de cumplir su condena por participar en el atentado contra el ex intendente Luis Pareto (DC) en 1992. Se trata de Roldolfo Retamales y Pablo Morales, quienes fueron condenados como coautores de homicidio calificado terrorista, entre otras acciones, y se beneficiaron del indulto que permitió la libertad de presos políticos que hubieran cumplido 10 años de castigo por conductas terroristas entre 1989 y 1998.
—En primer lugar, hay que ver si las acusaciones son efectivas —responde el sacerdote—. Debe ser muy difícil ser ecuánime cuando se presenta una persona a quien le han colgado todos los delitos posibles. Hay un problema de respeto a las personas: todavía no los han declarado culpables.
—¿Usted no cree que lo sean?
—Por lo menos, no creo que lo sean de esos delitos tan terribles que está diciendo el ministro Hinzpeter, que dice que hay que aplicarles la ley antiterrorista.
—¿No le parece grave que estén poniendo bombas?
—Yo saco la reflexión, como en varias cosas que existen en este momento en Chile, que estamos en un ambiente muy violento, muy enrarecido. Hay mucha gente que encuentra tan graves las injusticias en este país, la poca seguridad en relación a los trabajadores, como se ha demostrado en el caso de los mineros (atrapados bajo la mina San José), también la situación que se vive en el sur con los mapuches, a quienes se les aplica una ley antiterrorista cuando la gente lucha por recuperar lo que les robaron hace siglos, que algunos jóvenes dicen que hay que entrar en la vía violenta.
—¿Usted está de acuerdo?
—No estoy de adcuerdo con eso. Me explico, eso sí, que como estamos hoy hay quienes no ven otro camino. Yo no comparto ese camino, pero no me extraña que estos seudo lautaristas, que ya no lo son porque en la cárcel se cambiaron de postura, no me extraña que sean captados para algunas cosas.
—¿A qué se refiere?
—El narcotráfico y los contrabandistas buscan a esa gente, porque tienen cierto entrenamiento. Me parece que, frente a esto, la manera es enfocar el gran problema social que tenemos. No es que justifique; yo le he dado una explicación. Por ejemplo, toda esta gente de los “okupa”; no los conozco, pero ellos ven una cantidad de casas que están desocupadas. Yo comparto que no hay que idolatrar la propiedad privada y cuando una propiedad está mal ocupada debe ser puesta a disposición de ocuparla por quienes tienen más necesidades. Es decir, lo que se justificó en la Reforma Agraria, pero trasladado a la ciudad.
—Y concretamente, ¿qué le parece que indultados por una ley que usted promovió estén poniendo bombas?
—Bueno, yo encuentro que es una tontería lo que hacen. Menos mal que es una tontería, porque hasta ahora no ha muerto nadie. Una soberana tontería.
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