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domingo, 3 de octubre de 2010
LA SEMANA POLÍTICA
El Mercurio
Golpe a la justicia chilena, y también a la argentina
Pese a lo anterior, el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández concedió asilo político al prófugo Galvarino Apablaza. Chile quedó estupefacto ante esa inimaginable decisión. Frente a algo tan relevante como la relación con Chile, ella priorizó el favor de grupos internos de ultraizquierda y organizaciones de derechos humanos políticamente controladas. Las palabras del Presidente Piñera ante la resolución argentina fueron elocuentes: "Es un golpe a la justicia chilena". Y lo es, además, contra la justicia argentina, pues con ella se ignoró el claro y fundado pronunciamiento en contrario de la propia Corte Suprema de ese país.
En materia internacional no hay afinidades ideológicas, sino duro juego de intereses, y por consiguiente se debe actuar con pragmatismo, sobre la base de los principios que cada gobierno debe mantener, ojalá de acuerdo con políticas de Estado. Los gobiernos más fuertes son aquellos que logran mantener mayor consecuencia, durante mayor tiempo y por sobre sus contingencias internas, en una línea exterior seria. Argentina falló una vez más en esto.
Pero también hay responsabilidades propias de Chile que no se pueden ignorar. El fracaso del Estado chileno ante el crimen del senador Guzmán sigue trayendo consecuencias, pues la desidia con que se actuó frente a él -que permitió la increíble fuga de peligrosos terroristas del FPMR desde la Cárcel de Alta Seguridad- debilitó toda nuestra acción en este frente. Después, diversos países -Suiza, Brasil y ahora Argentina- invocan cualquier consideración antes de acceder al legítimo interés de Chile por llevar ante sus tribunales a los prófugos de hechos de sangre en democracia.
Y se constata una vez más la fuerza de la red de apoyo que prestan algunas organizaciones -supuestamente de protección de los derechos humanos- al violentismo político y al terrorismo. Su acción se extiende, entre otros, al blanqueo ante la opinión pública. Así, Apablaza, prófugo de la justicia chilena por actos terroristas, se transforma en Argentina en un guerrillero idealista. Algo similar sucede en nuestro país cuando a los principales responsables de hechos de violencia en La Araucanía, algunos incluso condenados por los tribunales de justicia, se los califica como comuneros mapuches, dando la idea de encontrarse frente a parceleros o microagricultores.
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