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jueves, 26 de mayo de 2011

LACRIMÓGENAS DE IDA Y VUELTA.






La rapidez y soltura con que el Ministro del Interior quitó a Carabineros una poderosa arma de defensa, multiplicó el número de Carabineros heridos y agravó, como consecuencia, los desmanes del sábado en Valparaíso. No se necesita ser un estratega ni siquiera un aficionado en materia de observar las manifestaciones masivas, para saber que en la medida que se aumenta la impunidad serán más graves los desórdenes.
El violentista es un delincuente que saca provecho de su superioridad numérica. La policía compensa su inferioridad en número mediante su equipamiento protector y las “armas” disuasivas. Ambos elementos son eficaces si funcionan en conjunto. Si se quita uno de ellos, los exaltados van a intensificar su agresividad porque los guardadores del orden estarán en inferioridad defensiva.
El suboficial mayor de la Escuela de Suboficiales Mauricio Muñoz que fue atacado salvajemente, primero con palos, luego derribado con una traidora patada por la espalda y después, golpeado con un skate, se encuentra hasta ahora en el Hospital de Carabineros con diagnóstico reservado. La noche anterior hubo 10 carabineros heridos y de la noche del viernes no se tiene número. Lo sucedido el sábado en Valparaíso excedió todo lo que podía haberse vaticinado como malo. El ataque a las Escuelas Matrices con varios cadetes heridos a pedradas por los violentistas delincuentes, provoca indignación y estupor.
De la belicosa oposición al gobierno salieron oportunas e interesadas acusaciones de que las bombas lacrimógenas eran abortivas. Eso le bastó al Ministro para prohibirlas. Esa timorata diligencia irresponsable le quitó a Carabineros el más poderoso elemento disuasivo para controlar multitudes en desorden. Obviamente la violencia arreció. Con igual soltura, tres días después las repuso expresando que informes internacionales han confirmado los que se tenían en Chile y otras partes del mundo.
¿No se le ocurrió al Ministro responder que iba a consultar primero y resolver después?. ¿Debilidad? ¿Indecisión?
En todo caso irresponsabilidad porque es evidente que no tiene acierto para calificar un problema tan serio como el resguardo del orden público en los días que vivimos ni menos la integridad de los Carabineros.
Los jefes de carabineros repetían en Valparaíso que el empleo de las lacrimógenas sería precedido de un orden muy claro: primero intervendrían carabineros de orden y seguridad, es decir, con uniforme corriente; luego los carros lanza-agua y repetían: agua agua, agua. Y agregaban que si los hechos se gravaban entrarían los de FF. Especiales y al final, las bombas. Lo cierto es que las bombas lacrimógenas no se vieron y fueron los carros lanza gases lo que actuaron. Resultado: la alteración llegó de verdad a niveles mayores como lo demuestran los ataques inauditos, nunca ocurridos, a fuerzas militares en desfile. La televisión nos mostró una imagen desoladora con cadetes navales, militares y FACH escapando al trote de la lluvia de piedras que caía sobre ellos. Si los carabineros hubiesen ido con sus cargas de bombas lacrimógenas eso no habría ocurrido porque multiplican positivamente la acción disuasiva y no tienen que esperar que venga un zorrillo para despejar a los agresores.¿Quién ordenó que los carabineros no las llevaran?
El Sr. Ministro no tiene idea de cuan cerca que estuvo de haber tenido un suceso realmente grave si los dispositivos de seguridad que acompañan a las tropas en desfile hubiesen actuado.
Alrededor de los presidentes hay cercos que los mantienen aislados. Buenos sería que alguien hiciera saber al actual mandatario las dimensiones de estos desatinos.

Luis Muñoz Ahumada.
Periodista.

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