miércoles, 11 de abril de 2012

“LA OPERACIÓN ROSARIO”






*Después de las Malvinas, el canal Beagle:
(EL MERCURIO, Domingo 30 de mayo de 1982, Cuerpo D, Página 4)

Por ALEXANDRE GARCIA, de la revista brasileña “Manchette”

Un día antes de dejar Buenos Aires, recibí una información inquietante: una misma operación que
contemplaba ocupar las Malvinas, las Giorgias del Sur y las Sandwich del Sur preveía una segunda etapa de acción militar por la cual los argentinos ocuparían las islas Lenox, Picton y Nueva, en el canal Beagle.
Estas islas del extremo sur están en litigio bajo la mediación papal con Chile, país que ha tenido permanentemente soberanía en ellas.
La gravedad de la información me estimuló a hacer contactos con fuentes en Buenos Aires, por diversos medios sobre lo que la Armada argentina llama “Operación Rosario”, en homenaje a Nuestra Señora del Rosario, patrona de las fuerzas que ahora ocupan las Malvinas. Después de algún trabajo junté informaciones suficientes para acreditar que, si los ingleses no hubieran reaccionado, la Operación Rosario seguiría su curso natural. Esto es, después de las Malvinas, ocuparían las islas del canal Beagle.
Esto sería facilitado por la desmovilización de las fuerzas chilenas en el sur,. La estrategia era una sola para ambos casos: ocupar militarmente las islas y después discutir la soberanía en el terreno diplomático.
Pero la rápida decisión británica de despachar una flota desde Portsmoyuth interrumpió el curso de la operación, ya que Argentina precisó concentrar fuerzas para enfrentar la amenaza que surgía.
Aparte de confirmar sigilosamente la existencia del plan, hay algunos indicios ostentosos al respecto.
El 20 de enero de este año la Junta Militar decidió denunciar el tratado sobre solución judicial obligatoria de controversias con Chile, suscrito hace diez años, que obliga a ambos países a recurrir a la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Con esto, el tratado firmado en 1972, pierde su vigencia el 27 de
diciembre próximo. La Junta, según registro la prensa, juzgó al tratado como “un documento inadecuado para resolver las disputas entre los dos países”.
En la época de la firma del documento, Gran Bretaña fue designado como árbitro en la cuestión del Beagle, los británicos solicitaron su parecer a cinco juristas de la Corte de la Haya, escogidos por Argentina y Chile. Su juicio fue unánime y Gran Bretaña confirmó la soberanía chilena sobre las islas. Argentina no aceptó la decisión y, en enero de 1978 declaró unilateralmente nulo el laudo. Los dos países no se entreveraron en una guerra gracias a la intervención de la Santa Sede, que pasó a mediar en el conflicto. En diciembre de 1980 el Papa entregó una respuesta a
ambos países. Chile aceptó. Una respuesta argentina se espera hasta hoy.
El 21 de enero se hizo pública otra decisión de la junta, tomada también en una reunión del día anterior, mediante la cual el gobierno argentino proponía a Chile que los dos países suspendan, “por un período a ser acordado”, todas las compras de armas en el exterior. La invitación a Chile fue hecha luego que Estados Unidos cancelara el embargo de venta de armas a Argentina, impuesta por la violación
de los derechos humanos. Una semana antes, la revista “Línea”, de Buenos Aires, publicó una declaración del historiador argentino José María Rosa: “El gobierno del general Galtiere tendrá poco tiempo de vida y por esto es que se esta movilizando para preparar una guerra contra Chile.
En aquela mes, el almirante Anaya ya había preparado los planes de invasión a Galtieri. La invasión de las islas chilenas –parte integrante de la operación Rosario- fue estudiada varios meses por la Armada simultáneamente con el examen que incluía todas las islas reivindicadas por los argentinos en el Atlántico
sur.
En marzo, Chile envió una nota más, de las 300 notas de protestas por la violación de su espacio aéreo y marítimo, en el extremo sur, por aviones y navíos militares argentinos.
En abril, en la semana anterior a la toma de las Georgia por los ingleses, el general en retiro Osiris Villegas, uno de los “duros” de la geopolítica, declaraba al vespertino “La Razón”: “Malvinas y el Beagle
son dos facetas del mismo conflicto”.
Cuando estuvo en Brasilia a comienzos de marzo de este año, el canciller Costa Méndez, en una entrevista con la agencia Saporiti, de Buenos Aires, dio la siguiente respuesta según texto oficial distribuido por la embajada argentina: “Argentina intentará por todos los medios que la Carta de las
Naciones Unidad pone a su disposición, la devolución de la soberanía que le corresponde sobe las Malvinas. Repito: Argentina intentará, por todos los medios que la Carta de las Naciones Unidad y las normas internacionales ponen a sus disposición, la recuperación de la soberanía que le corresponde
sobre las islas Malvinas. Los medios militares no están contemplados en la Carta”.
Tres semanas después la realidad era otra. El dos de abril fuerzas militares argentinas invadían las Malvinas.
Será tarea de la historia desmentir esta denuncia. Porque ya no basta un desmentido formal de las palabras pronunciadas en Brasilia por Costa Méndez. Es preciso que Argentina de pruebas, en el transcurso del tiempo, de que en un país que acepta el derecho internacional, el cual no contempla los medios militares.

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