martes, 1 de mayo de 2012

DEL BLOG DE HERMÓGENES


martes 1 de mayo de 2012

Un Gran Triunfo de la Concertación


El último gobierno de derecha que hubo en Chile fue el del Presidente Augusto Pinochet. Elegido por amplia mayoría en 1980, asumió en marzo de 1981 y gobernó hasta igual mes de 1990. Derrotó al terrorismo, impuso la ley y el orden, fomentó la propiedad y el ahorro, fundó el capitalismo popular y restableció una democracia plena, que es la que hoy nos rige. Un exitoso gobierno de derecha. Bajo él se gestó la década de mayor prosperidad en la historia de Chile, gracias a las reformas que fortalecieron la libertad de los mercados y la propiedad.

Pivotes fundamentales de ese progreso fueron la libertad de elegir de los chilenos, consagrada en el ahorro previsional privado, las instituciones de salud previsional privadas y el fomento del ahorro de los particulares. Los trabajadores chilenos pasaron a ser dueños importantes de las empresas, a través de las AFPs. Pudieron elegir entre la salud estatal y la privada, afiliándose a las ISAPRES. Hoy la cotización a éstas es la mitad de la que demanda la salud estatal, FONASA, y la atención que entregan es mucho mejor. Por eso los políticos enemigos de las ISAPRES cotizan en ellas y no en el FONASA.

El ahorro privado fomentado por ese último gobierno de derecha se fundaba en una Ley de la Renta que establecía un bajo impuesto a las utilidades de las empresas (diez por ciento) si eran retiradas, pero no si no lo eran; y un alto impuesto progresivo personal, si las utilidades de las empresas eran perccibidas por sus dueños, del cincuenta por ciento en el tramo de mayor ingreso personal.

Ese conjunto de iniciativas, junto con el respeto a la ley y al orden, "cambiaron el chip" del país, que comenzó a vivir una etapa de extraordinario crecimiento. Éste, como es sabido, es el mejor remedio contra la pobreza.

Pero los adversarios de centroizquierda e izquierda del gobierno de Pinochet, reunidos en la Concertación, lo derrotaron en el plebiscito de 1988 y llegaron al poder en 1990. Sabedores de que el modelo socioeconómico era el que había posibilitado la prosperidad, evitaron sustituirlo, pero se dedicaron a cambiarlo. Subieron el impuesto a las empresas a primero a 15 y luego a 17 por ciento, aplicable a las utilidades devengadas y no sólo a las retiradas; y bajaron el de las personas, primero a 45 y luego a 40 por ciento en su tramo más alto, debilitando el incentivo al ahorro. Como éste financia la inversión, ésta disminuyó y el país comenzó a los pocos años a crecer cada vez menos. En el origen de esos cambios fue activo el entonces senador Sebastián Piñera, cuya cuna política estaba en la DC pero que fuera elegido senador por RN, uno de los partidos que apoyaba a Pinochet. Piñera hizo una labor de zapa en la derecha y convenció a algunos en ella de votar por los cambios retrógrados que debilitaron el incentivo al ahorro, y así los hizo posibles.

Con los años fue elegido presidente el mismo senador Piñera y ha hecho lo que ha caracterizado su pensamiento y su acción: impulsar las ideas de la Concertación. Ayer ha anunciado otro aumento del impuesto a las empresas y otra reducción del que grava a las personas, debilitando todavía más el incentivo al ahorro. También interpretando fielmente a la Concertación, ha declarado que el producto de su aumento tributario irá en apoyo a la educación estatal, que es la de peores resultados. Y ha logrado el apoyo de amplios sectores de derecha para este nuevo impulso del ideario concertacionista, que la propia Concertación se apronta a profundizar en el debate parlamentario de los proyectos.

Piñera la está llevando a renacer de sus cenizas.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce

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