jueves, 4 de abril de 2013

LA IMPUNIDAD QUE NOS DENIGRA.





CIRO CARDENAS

Lunes, 1 de abril de 2013

Para cualquier chileno normal es denigrante el cinismo con que el castrista Guillermo Teillier, hecho diputado por la coalición opositora con sus votos (los electores comunistas no son suficientes para ningún cargo de representación pública), se ufana de haber comandado el terrorismo que dio muerte a tantos chilenos inocentes. Entre esos crímenes, el del senador Jaime Guzmán sigue impune a 22 años de haber sido cometido, con todos los autores materiales en libertad y con los autores intelectuales —como Teillier— instalados en el Congreso.

Debemos agradecer al diario La Tercera haber conseguido estas declaraciones del violentista Teillier y haberlas publicado ayer, permitiéndonos atesorar un documento que si bien hoy circula sin preocupación para estos asesinos, llegará el día en que bajo un gobierno con más arrojo se les pueda enfrentar y aplicar alguna forma de justicia. Cuando menos someterlos a proceso por acopio de armas de guerra aún escondidas, aparte de pasar una norma que prohiba a todo violentista acceder a cargos de representación pública.

Con todo, el documento aporta luz sobre asuntos que por mucho tiempo han sido horriblemente distorsionados. El sujeto justifica los asesinatos y sabotajes porque estaban "siendo atacados". Ya no recurre al manido argumento de que por esos años vivíamos bajo una "dictadura que subyugaba al pueblo". Hoy, en la perspectiva de los años, insistir en eso es un completo disparate porque ya muchos han descrito documentadamente la realidad de los años post dictadura castrista, que fueron de emancipación del yugo castrista, de restitución de los derechos, de restauración de la ley y la judicatura, de renacer al desarrollo.

Y esto de que "estaban siendo atacados" debería despertar muchas lógicas interrogantes. De esas interrogantes fluye en forma automática la conclusión de que los atacantes eran ellos y que lo que recibieron fue la respuesta a esos ataques.

Por muchos años la zurdería ha proclamado a los cuatro vientos que el gobierno militar persiguió con propósitos genocidas a todo aquel que "pensara distinto". Pero ocurre que hasta ahora no se han inventado máquinas detectoras del pensamiento y tampoco se ha descubierto la relación que habría entre pensar de una determinada manera y poner bombas o disparar contra carabineros dirigiendo el tránsito a la salida de las escuelas.

Teillier confiesa, ahora sin tapujos, que el castrismo quiso enfrentar mediante el terrorismo y la violencia al gobierno que les expulsó del poder. Admite la coordinación y dependencia de La Habana para estos propósitos y haber actuado con instrucciones y financiamiento de la tiranía castrista para buscar prender fuego al país.

El castrista dice ahora verdades. Terribles verdades, en la seguridad de que la impunidad de la que ha gozado por más de veinte años seguirá incólume para siempre.

Eso es una bofetada a nuestra dignidad… y a la del gobierno, si tuviéramos uno con suficientes cojones.


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