
Carlos Cuadrado S. Director Ejecutivo de Grupo Vértice. Periodista. Magíster en Ciencias Políticas.
La candidatura presidencial del senador DC comienza a expeler un aroma mortecino. Así al menos lo han comenzado a manifestar algunos miembros de la Concertación, que se grafica no sólo en el hecho de que Enríquez-Ominami le comienza a pisar los talones al ex mandatario -de acuerdo a los últimos sondeos publicados-, sino en cómo muchos dirigentes relevantes del conglomerado oficialista han comenzado a apostar sus fichas a dos bandas. Uno de ellos es precisamente Guido Girardi, quien si bien ha continuado apoyando a la figura falangista, se ha mostrado muy cercano a ME-O en el entendido de que éste tiene posibilidades serias de pasar a segunda vuelta.
Pero el problema de Frei no es únicamente la irrupción del diputado PS en la carrera a La Moneda, sino que su propia condición de ex presidente, toda vez que cualquier propuesta u oferta que realiza es inmediatamente cotejada con lo ejecutado durante su mandato. Por esta razón es que no ha intervenido con mucha profundidad en el debate público sobre temas como el conflicto mapuche, reformas tributarias o mejoras en la educación. Este es un punto no menor, ya que sus dos rivales si pueden hacer planteamientos sin verse obligados a justificar por qué no lo concretaron durante su gobierno.
Este elemento ha forzado a sus asesores a definir un plan comunicacional orientado a contrarrestar, rebatir o atacar a sus adversarios, mostrándose siempre reactivo y muy poco propositivo, situación agravada por la arrogancia del estratega Pablo Halpern, quien no sólo se ha enrevesado en pugnas con miembros del comando, del equipo Océanos Azules y los presidentes de partido, sino que ha demostrado una prepotencia inconmensurable al señalar que su trabajo ha sido “perfecto”, desdeñando la función de los medios de prensa y las críticas que ha recibido a su labor.
En los únicos temas donde el parlamentario se ha atrevido a entrar con una posición clara ha sido en los valóricos, ya que todos los chilenos conocen su posición en este ámbito, más allá de que se muestre abierto a discutir tópicos que sabemos nunca se aprobarían durante su administración, quedando claro que es un guiño a los sectores más progresistas que le exigen instaurar una agenda política transversal.
Otro factor que influye en su estancamiento y retroceso en las encuestas se debe al travestismo en su imagen pública cuando intenta mostrarse como un personero jovial, extrovertido y renovado, lo que a la luz de la ciudadanía aparece como un fórceps para instalarse como líder de futuro, cuando está en la mampara de salida de la actividad política.
Los únicas dos variables que hoy favorecen a Eduardo Frei y que lo mantienen respirando artificialmente en la presidencial es, en primer lugar, la escasa renovación del padrón electoral, ya que el votante mayor es más conservador y se tiende a inclinar por representantes con cierto sello de garantía; y en segundo término, la amplia tradición familiar que tiene el senador, al provenir de una familia que forma parte del acervo político del país, generando menos incertidumbre respecto a su eventual actuar como presidente, en relación a sus contendores.
No obstante, es tal la fuerza que ha perdido la candidatura de Frei, que si alcanza a pasar a segunda vuelta será muy difícil que revierta el escenario adverso ante Sebastián Piñera, como lo demuestra el último sondeo Ipsos, donde Enríquez-Ominami aparece en mejor pie para enfrentar al empresario RN en un balotaje. Si logra la hazaña, pero con 10 o más puntos debajo del candidato de la Alianza, su aventura será prácticamente irremontable.
Septiembre clave
Este mes será fundamental para el senador falangista, porque aparecerá la segunda encuesta CEP y porque se realizará el primer debate presidencial televisado, lo que obligará a Frei a definirse en áreas donde ha sido dubitativo, ya que deberá enfrentar el fuego cruzado desde la diestra y la siniestra, quienes lo intentarán llevar a terrenos que lo pueden terminar desdibujando frente a su feble base electoral.
El representante concertacionista no puede continuar enarbolando las banderas de cambio cuando no tiene los atributos para hacerlo, ya que si insiste en esa estrategia, el único cambio que logrará en diciembre, será el de su actual sillón senatorial por un féretro en las mazmorras del poder.
Carlos Cuadrado S.
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