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martes, 4 de enero de 2011

AUTORIDAD Y HONOR




Sin duda el año 2010 comenzó bien para los chilenos, el triunfo en las elecciones sobre un conglomerado que sistemáticamente en veinte años mostró un aparataje estatal ineficiente y sumido en los niveles más vergonzosos de corrupción, presagiaba algo bueno, innegablemente mejor.



Y de hecho fue así, el nuevo Presidente de Chile mostró un primer año de mandato caracterizado por la eficiencia y la decencia.



Aunque no se diga, la Concertación dejó un país viciado. El aparataje estatal estaba híper poblado de inútiles operadores políticos que corroían todo presupuesto, y las arcas fiscales pulverizadas por robos y burlescos compromisos que en nada ayudaban a los chilenos.



Las nuevas autoridades, al margen del acecho execrable de sus hoy opositores, pudieron rescatar el país del abismo en que lo encontraron y con profesionalismo y esmero, acercarlo a los caminos de progreso y desarrollo que había dejado en herencia el otrora Gobierno Militar.



Tanto es así, que la devastación por uno de los peores terremotos de la historia ha sido controlada en los plazos estipulados, tanto la emergencia como lo definitivo. Lo que ha permitido a la población afectada retomar su vida con dignidad; a diferencia de las victimas de los sismos del norte, que en su momento solo recibieron de la Concertación humillantes mediaguas y abandono.



En fin, son muchas las cosas buenas que el Gobierno hizo en su primer año. Y lo que proyecta para el resto de su período sin duda tiene tranquila a la inmensa mayoría de la población, esa que está lejos de la política contingente, y que solo pide a sus autoridades eficiencia en su actuar y oportunidades.



Pero es necesario recordar al Presidente que en Chile persiste inalterable el peor legado de la Concertación, me refiero al odio vengativo y enquistado en contra de las Fuerzas Armadas y de Orden, las de hoy y las de siempre, porqué esas Instituciones no tienen pasado ni presente, son una sola, y están siempre dispuestas a entregarlo todo por Chile.



El Presidente en su campaña tocó este tema con una promesa muy simple: “JUSTICIA IGUAL PARA TODOS”. Algo que no requiere presupuesto alguno, solo voluntad… pero que no ha cumplido. Y más aun, hasta rechazó una proposición de la Iglesia sobre el tema.



El Honor es una palabra y concepto que no debe quedar jamás en el olvido. Comportarse en forma moral y cumplir lo éticamente correcto da a la persona un reconocimiento. El Honor está ceñido en el correcto actuar, tomando de la palabra "correcto" el sentido adecuado, algo justo y digno; alejado absolutamente de lo conveniente. El Honor exige fortaleza, dominio propio, valentía, mantener lo dicho, actuar con justicia, decir siempre la verdad, demostrar sabiduría, valorar a los demás, tener comprensión, respetar, comportarse con corrección y educación.



En resumen, el Honor es todo lo que idealmente debe tener una persona, y obligatoriamente… una autoridad.



Al señor Presidente de la República, las Fuerzas Armadas y de Orden de todos los tiempos, solo le piden que actúe con Honor, cumpliendo esa simple y recordada promesa de “justicia igual para todos”.



La Concertación construyó minuciosamente un Poder Judicial prevaricador y politizado, que cuando se trata de Militares no imparte precisamente justicia, al contrario, condena antes de cualquier juicio.



El Presidente de la República no tiene autoridad alguna sobre el Poder Judicial. Pero sí, cuenta con todas las herramientas legales y constitucionales para limpiarlo de lo indebido. Y al mismo tiempo cuenta con los instrumentos necesarios para evitar que muchos hijos de esta tierra, servidores públicos, Militares y Policías, continúen acosados por situaciones más que prescritas, y que se les concedan los derechos que como chilenos les corresponden. Derechos que por lo demás, ya se les otorgaron a quienes fueron sus adversarios, centenares de subversivos terroristas, quienes con armamento y explosivos ilegales, sembraron de sangre nuestro suelo.



Los chilenos tienen una deuda muy grande con sus Fuerzas Armadas y de Orden. Unos por perseguirlos insaciablemente, otros por darles la espalda con cobardía y los otros por su insensible indiferencia. Chile jamás podrá exportar nada digno si no se reconcilia internamente. La Concertación desechó la oportunidad, y solo favoreció a la subversión con todos los beneficios que la legalidad considera, incluidas millonarias indemnizaciones económicas.



El actual Presidente de Chile no puede despreciar la histórica oportunidad que la Providencia le entrega de borrar esas heridas ya tan encostradas, y conceder a los hombres de armas que un día defendieron a Chile, lo que ya recibieron sus adversarios. No se le pide indemnización económica alguna, al contrario, eso se rechaza de plano. Solo se le pide cumplir con HONOR su recordada promesa de: “JUSTICIA IGUAL PARA TODOS”.


ALEJANDRO RUSSELL O’KUINGHTTONSS


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