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lunes, 10 de septiembre de 2012

Calma por favor. No fusilen al General





El diccionario nos da un buen punto de partida para recuperar la calma y traer un poco de sensatez al frenesí condenatorio que se ha suscitado con el instructivo del general Cristián Chateau a sus subordinados a cargo del proceso de selección del contingente en su División.
Seleccionar significa la “Acción y efecto de elegir a una o varias personas o cosas de entre otras, separándolas de ellas y prefiriéndolas”. En otras palabras, el proceso que esos militares debían cumplir era elegir, entre las personas que se presentaron para hacer el Servicio Militar, a aquellos que reunieran las cualidades deseables determinadas por la organización que necesitaba a esas personas, es decir, el Ejército de Chile.
Discriminar por su parte, significa “seleccionar excluyendo”. Es decir separar y preferir a aquellas personas que cumplieran los requisitos o tuvieran las cualidades deseables, prefiriéndolas a los que las tuvieran en menor grado o carecieran de ellas.
El airado eserto de don Pablo Simonetti respecto a que se trata de un caso de discriminación es completamente cierto.
Hasta aquí parece claro que una selección implica discriminación y que ella es de acuerdo a los criterios dispuestos por el seleccionador o discriminador.
En el caso que nos ocupa, el seleccionador indica la necesidad de tener "especial preocupación" respecto de reclutar a los ciudadanos "más idóneos, moral e intelectualmente capacitados".
En ese sentido, recomienda, se debe "excluir a aquellos que presenten problemas de salud física, mental, socioeconómica, delictual, consumidores de drogas, homosexuales, objetores de conciencia y Testigos de Jehová".
Entrando al caso mismo, es necesario reconocer que el vocabulario empleado por el general Chateau no muestra la sensibilidad que nuestra sociedad exige, hoy en día, para tratar los casos humanos o sociales que puedan ser crueles, degradantes o injusta, oculta o innecesariamente discriminatorios. Pero dejando aparte esta posible insensibilidad, podemos ver que los criterios de selección – discriminación del general son bastante razonables:
Su instructivo señala como no deseables a las personas que “presenten problemas de salud física; mental; socioeconómica; delictual; consumidores de drogas; homosexuales; objetores de conciencia y Testigos de Jehová”.

Parece lógico preferir el reclutamiento de:
- Persona sanas y no enfermas. Primero porque no podrían prestar los servicios y llevar a cabo las actividades militares que se espera de ellos. Además implicaría un elevado costo de tiempo y dinero, llevarlos a un estado de salud en que estuvieran en condiciones de hacerlo.
- Sicológicamente sanos y no perturbados o inestables mentales. Si se considera que su servicio implica el porte y uso de armas, parece evidente que personas mentalmente perturbadas serían un riesgo para ellos mismos y para los demás.
- Sin problemas sociales. Mi experiencia me dice que ello apunta a reclutar principalmente a personas solteras y sin hijos y evitar reclutar a personas casadas y/o con hijos, familias a las que no podrán mantener con lo que ganen como soldados, o lo que es frecuente, que quieran ser reclutados para huir de sus compromisos familiares que más temprano que tarde se harán presentes en la institución que los reclutó.
- No tiene tampoco mucho espacio de discusión el criterio de preferir a buenos ciudadanos y no delincuentes, que en su condición de militares podrían hacer mucho daño tanto a la sociedad como a sus instituciones.
- Por las mismas razones de su cercanía a elementos peligrosos de usar o manipular y del uso diario de armas personas parece de toda lógica excluir a las personas con antecedentes de uso o tráfico de drogas y preferir a los abstinentes.
- El caso de la preferencia de los heterosexuales y por sobre los homosexuales lo revisaré al final.
- Preferir a los ciudadanos que comparten las políticas de defensa y seguridad del estado y no a objetores de conciencia. Hay personas cuyas creencia o ideologías los llevan a repudiar al estado o les impide hacer uso de las armas o combatir. No es difícil imaginar que esas personas no son un aporte a una fuerza militar.
- Los Testigos de Jehová estiman que “La obediencia a los gobiernos y autoridades es "relativa", se adaptan con sumisión a las disposiciones de los gobernantes, siempre y cuando, las normas que impongan no estén en conflicto y en confrontación directa con lo que son los principios divinos (Romanos 10:3)”. Ese criterio choca frontalmente con la disciplina militar y es un elemento de debilidad para una organización que requiere una cohesión firme entre sus miembros.

Hasta aquí entonces tendríamos solo tenemos un caso dudoso. Los homosexuales. En realidad este es el meollo del asunto y el motor de la movilización política y electoral.
La discriminación / no discriminación contra los homosexuales de ambos sexos es un tema de alta sensibilidad política en todos los países y la forma de enfrentarlo ha sido progresiva y siguiendo caminos de cambios culturales y legales
El caso particular de los homosexuales en las FFAA plantea un problema complejo que ha sido tratado en forma especial y diferenciada en todas partes. Me parece que en nuestro país, campeón mundial de los eufemismos, cobardía moral y acciones oblicuas, estamos enfrentando ese problema, y que en vez de abordarlo en las instancias políticas e institucionales que tienen la obligación de hacerlo, se busca “sacar las castañas con la mano del gato jurídico”. Si el Congreso tiene poco prestigio es, precisamente, por esta timidez para cumplir las tareas complicadas, especialmente en periodos electorales.
La palabra la tiene el Ministro de Defensa y las Comisiones del Defensa de la Cámara y del Senado, y no le pasen el muerto al general Chateau.


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