lunes, 21 de septiembre de 2009

Efemérides septembrinas del siglo XX


GONZALO VIAL

Estos aniversarios tienen mala suerte, pues suelen ocasionar repentinos y convenientes ataques de amnesia, que ayudan a olvidar errores cometidos.

En el mundo internacional, por ejemplo, el 3 de septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial, tras la invasión, el 1 de ese mes, de Polonia por la Alemania de Hitler .

Acto brutal de fuerza injusta y desnuda, se había hecho posible por el pacto de «no agresión» soviético-alemán o Pacto Ribbentrop-Molotov, de 23 de agosto de 1939.

Al cumplirse setenta años de este documento, y de la violación de Polonia, la Rusia de hoy –que bien podría desvincularse plenamente del Pacto– ha preferido (quizás por qué motivo de su política exterior) salir a defenderlo, con razones tan pobres como retorcidas.

Parece que estuviera en juego el honor ruso y alemán, y no el «honor» de las respectivas camarillas de José Stalin y Adolfo Hitler.

04-foto-22Entre los que tocan esta música dudosa han figurado el Presidente Putin y el embajador de Rusia en Chile (El Mercurio, 31 de agosto). El argumento común ha sido que el Pacto fue para la URSS una “alternativa forzada” en orden a impedir o retrasar la agresión nazi contra el Soviet, en vista de que Occidente (Francia y Gran Bretaña) rechazaron, de modo paralelo, aliarse con los soviéticos para contener a Hitler.

Incluso, en esta versión suele aparecer Polonia –la agredida– como participando en la conspiración antisoviética de Occidente… el caso exacto del lobo de la fábula, que reprochaba al cordero, que bebía arroyo abajo, enturbiarle el agua…

Desgraciadamente, la novísima versión del pacto nazi-soviético tropieza, en su verosimilitud, con tres obstáculos irremontables:

* Un protocolo secreto del Pacto, preconvenía la división de Polonia entre Alemania y la URSS.
* Esta división se materializó a partir del 17 de septiembre, con la invasión de Polonia por el ejército soviético.
* El 28 de septiembre de 1939, Von Ribbentrop y Molotov firmaron un protocolo estableciendo formalmente el límite entre la Alemania ex Polonia y la URRS ex Polonia. La segunda sería la mitad aproximada del total, y fue repartida entre las repúblicas soviéticas de Ucrania, Bielorrusia y Lituania. Hubo deportaciones masivas de polacos a las desoladas profundidades de la URSS. En abril de 1940, ésta perpetró una matanza genocida de oficiales polacos (14.000, dice una fuente; 6.000, otra), enterrados en el bosque de Katyn.


Hasta aquí lo esencial de la “alternativa forzada” que los pobrecitos soviéticos se vieron obligados a adoptar contra los abusadores polacos, en menos de un año, 1939/1940.

Septiembres chilenos

Si los chilenos recuerdan algunos septiembres históricos, son el día 4 de ese mes, año 1970 –elección popular de Salvador Allende como Presidente– y el día 11 de mismo, 1973… el golpe militar.

Todos los importantes 4 de septiembre anteriores a éstos (y son también cuatro, los años 1946, 1952, 1958 y 1964) han sido olvidados.

De tal modo, hemos hecho un acto de magia con nuestro pasado. La elección de Allende y su derrocamiento no tendrían antecedentes previos. En particular, el golpe parecería el capricho de unos pocos militares ambiciosos y desaprensivos.

Conviene, entonces, un pequeño recordatorio de los primeros cuatro septiembres presidenciales del siglo XX, antecesores del único que vive en la memoria común: el de 1970.

1. El 4 de septiembre de 1946 fue elegido jefe del Estado Gabriel González Videla, senador radical, con el apoyo comunista. No obtuvo mayoría absoluta, pero se la dio el Congreso Pleno por el apoyo de los liberales, uno de los dos grandes partidos de derecha.
Al año siguiente, comenzó la violentísima ruptura entre don Gabriel y el PC. No es el caso analizar sus por qué, pero sí que registremos su consecuencia: se rompió la combinación partidista/parlamentaria de centroizquierda, mayoritaria, con hegemonía radical, compuesta por dicha colectividad, socialistas y comunistas. Desde 1938 había gobernado Chile con los defectos y errores propios de lo humano, pero dándole estabilidad y progreso.
A partir de la ruptura de la centroizquierda, no tendrá el país mayoría de gobierno operante en política –votos, parlamentarios y organizaciones sociales– y los gobiernos sucesivos serán, en el hecho, de índole invariablemente minoritaria.

2. El 4 de septiembre de 1952 fue elegido Presidente Carlos Ibáñez del Campo, casi sin apoyo de partidos, y mediando una votación inmensa… pero no la mayoría absoluta, no la mitad más uno de los votos. Sin embargo, a nadie en el Congreso Pleno se le pasó por la mente siquiera intentar detenerlo.
El triunfo de Ibáñez era una solemne y aplastante condena de los votantes al sistema político que nos regulaba, y especialmente a los partidos, a su liviandad, falta de doctrinas y de principios, «peguismo», corrupción y maniatamiento que habían hecho del Supremo Mandatario. Hoy nos cabe discutir que fuera un régimen tan condenable, pero no cabe duda –y esto fue lo importante– que el electorado LO CREYO ASI, y creencia semejante desprestigió al sistema democrático, fuese o no verdadera.
El ibañismo se desintegró con el fracaso personal de su jefe, pero el antipartidismo quedó vigente.

El 4 de septiembre de 1958, fue elegido jefe del Estado Jorge Alessandri, independiente de derecha, cerrado y constante crítico de los partidos. El gobierno, manifestaba, debía ser técnico y eficaz, ajeno a motivaciones políticas e ideológicas… un «gobierno de gerentes».
Tampoco Alessandri obtuvo la mayoría absoluta, ganó en el Comgreso Pleno gracias al Partido Radical. Debió llamarlo al gobierno en 1961, cuando las parlamentarias generales de ese año dejaron a la derecha sin el tercio de cada Cámara, con el cual don Jorge había impuesto a ambas sus criterios fundamentales, utilizando el veto.
Los últimos tres años, la relación Alessandri /PR fue de amor/odio. No podía gobernar con el radicalismo… ni sin él.
Terminó don Jorge su mandato gozando de una envidiable popularidad personal, pero que –paradójicamente– no pudo traspasar a los partidos que lo apoyaban, porque la esencia de esa popularidad era el descarnado antipartidismo del Mandatario.

4. El 4 de septiembre de 1964 fue elegido Presidente de la República –CON MAYORIA ABSOLUTA (la primera vez desde 1942)– Eduardo Frei Montalva.
Sin entender este cuarto y penúltimo 4 de septiembre, no podemos entender el quinto y último –el de Allende– ni el golpe militar… este último se hace incomprensible.
Y si no entendemos las efemérides de 1970 y 1973, ¿para qué nos sirve recordarlas?

Hace poco, un lector escribía a El Mercurio que, en su concepto, ambos aniversarios eran igualmente “lamentables”. Opinión digna de respeto, pero que necesita una explicación; no puede emitirse ni aceptarse como dogma.

Y ninguna explicación, creo, funciona si no considera los 4 de septiembre anteriores al de 1970, desde 1946. Pues ellos:

1. Marcaron el comienzo y desarrollo de una prolongada y honda crisis nacional.

2. Marcaron, desde 1952 y hasta 1970, el inicio de cuatro esfuerzos serios, y totalmente diversos entre sí, para solucionar dicha crisis. Esfuerzos bien intencionados, de grupos y personas de prestigio y experiencia… y que todos fracasaron. La crisis siguió y se ahondó.

Así, el año 1952, depositamos nuestra esperanza en el que debiera haber sido un gobierno autoritario, incorruptible, austero, realizador, por encima de grupos, intereses y partidos, a cargo de un hombre, Ibáñez, que había tenido todos esos caracteres un cuarto de siglo atrás.

El año 1958 confiamos en quien poseía un currículo sin paralelo, a la vez, en la vida pública y en la de empresas y negocios particulares. Un ciudadano excepcional por su intelecto, independencia, preparación, espíritu de servicio público, sobriedad, desinterés, y que reunió alrededor suyo un equipo de nivel pocas veces visto. Un hombre que rechazaba las teorías y las ideologías, práctico por antonomasia… un «gerente» (Jorge Alessandri).

El año 1964 fue el caso más notable y sorpresivo… el de Eduardo Frei Montalva y la Democracia Cristiana.

Rara vez se habían reunido tantas cartas de triunfo para resolver la crisis. Resumamos:

A. Un triunfo presidencial por mayoría absoluta, que no necesitaba, consiguientemente, «arreglarse» con nadie en el Congreso Pleno (primera vez desde 1942).

B. Un partido de gobierno que casi juntaba la mayoría absoluta de los votos populares, y poseía el control de la Cámara de Diputados y una fuerte dotación de senadores y de representantes sociales (v.gr. en los sindicatos), y que manejaba TODAS las federaciones universitarias.

C. Un partido con el mismo equipo rector (Frei a la cabeza) durante treinta años, tiempo en el cual había mostrado fuste político, amistad, solidaridad, y notable coherencia de pensamiento y propósitos.

D. Posible alianza con el Partido Radical, y con una derecha derrotada y sumisa, que había apoyado la candidatura Frei sin condiciones, y estaba dispuesta a seguirlo planteando sólo mínimas exigencias.

E. El apoyo discreto pero total de la Iglesia Católica.

F. El apoyo abierto de los EE.UU., para quienes el nuevo gobierno de Chile era la única alternativa aceptable y realista a la revolución cubana.

Un aparentemente inagotable río de recursos: precios del cobre similares (en valor real) a los de hoy, antes de la crisis, y aumentada considerablemente la cantidad y la calidad de la producción del metal rojo; impuestos internos vigorosamente incrementados; todo el respaldo crediticio de los Estados Unidos, a través de la banca exterior, que influenciaban, y de la Alianza para el Progreso.

H. Apoyo de grupos empresariales y profesionales de selección, ansiosos y capaces de modernizar nuestra economía e instituciones. No es muy sabido, por ejemplo, pero muchos de los economistas doctorados en universidades yankis que luego implantarían el «modelo» del régimen militar sirvieron antes bajo Frei.

I. Por último, un Presidente respetado, de altas dotes, culto y apto para gobernar en un nivel superior, serio, de prestigio interno e internacional: un verdadero estadista.

Sin embargo, todos estos elementos positivos y promisorios, que parecían invencibles, fracasaron. Fracasaron Frei y la Democracia Cristiana en solucionar la crisis, como anteriormente Ibáñez y el ibañismo, y Alessandri y la derecha. Quienes el ’64 se proclamaran “la única alternativa al marxismo-leninismo”, entregaron a éste el poder en 1970.

No se trata de acusaciones personales ni políticas, sino de la simple comprobación de un hecho.
Y aquellos tres fracasos nada serían comparados a la fulminante, irremediable catástrofe de la salida marxista-leninista a la crisis, los años 1970-1973… el wagneriano colapso de la «revolución con olor a empanadas y vino tinto», que acarreó el golpe militar.

Quizás la solución marxista-leninista fuera viable, pero no lo demostró, como ninguna de las anteriores. Quizás hubiera OTRAS salidas, amén del golpe, pero ninguna se propuso, ni menos se impuso. Quizás el gobierno militar fuera peor que sus antecesores… pero no radica ahí el problema, sino en que éstos no pudieron subsistir, sin ninguna presión de las Fuerzas Armadas. La verdad: entre el ’70 y el ’73 se produjo –finalmente– la ingobernabilidad de Chile que se anunciaba desde 1952, o aun desde antes; los civiles no pudieron superarla, y los militares recogieron el poder de la calle, porque nadie podía hacerlo sino ellos.

Esto, cuando no permitían escapatoria distinta, ni la parálisis económica e inflación desbocada; ni el incendio de violencia y armamento clandestino; ni el desatado desorden público; ni la polarización de odios en marcha hacia la guerra civil; ni la amenaza de dividirse las propias Fuerzas Armadas; ni el peligro cierto de agresión exterior, agudizado por las tristes circunstancias que preceden.

Hacemos trampas en el solitario si olvidamos la crisis de los ’40 y los ’50, y los 4 de septiembre del ’46, el ’52, el ’58 y el ’64, al intentar explicarnos el 4 de septiembre de 1970 y el 11 de septiembre de 1973. Es legítimo que queramos superar nuestros errores, pero no que pretendamos borrarlos de la memoria o, peor todavía, esconderlos.


Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Segunda.

No hay comentarios: