miércoles, 30 de junio de 2010

La verdad y la Justicia remedios infalibles


por Mario Montes.


“La llegada de la Concertación al poder en 1990 instaló una lógica de cacería hacia quienes estuvieron vinculados a violaciones a derechos humanos o que colaboraron con la dictadura”.

Adolfo Castillo, Historiador y cientista político,

Director Ejecutivo de Corporación Libertades Ciudadanas.





Pocas veces hemos visto una descripción más clara, habría que decir diáfana, de lo que ha sucedido en Chile después de haber entregado el poder por parte de los Militares, como lo establecía la Constitución Política de Chile, a quien obtuvo los votos necesarios para acceder al poder, que recibió en una encomiable ceremonia que nadie esperaba.



Se ha recurrido a todo, desde la injusticia a la falsedad, pasando, por cierto por la ilegalidad y porque no decirlo en la amoralidad para aplicar una inmoral venganza contra quienes debieron aventar de la Presidencia, a quienes pisotearon la Ley y la Constitución, reconstruyeron el país, y lo dotaron de una Institucionalidad permanente.



La igualdad ante la Ley simplemente fue abrogada, los derechos de los acusados sencillamente fueron invalidados, la presunción de inocencia fue obviada, la irretroactividad de las leyes olvidada, las Leyes vigentes llanamente enterradas para no favorecer al enemigo, el beneficio pro-reo simplemente fue abolido.



Nuestra historia, que muestra el porqué de la intervención Militar, que enseña el estado de destrucción y odiosidades que dejaron los tres fatídicos años de la unidad popular, fue groseramente manipulada a objeto de crear una imagen ficticia de brutalidad y ambiciones de poder que nunca existieron en las Fuerzas Armadas y de Orden.



Como resulta obvio de la sola revisión de los textos escolares que entrega el Ministerio de Educación, como lo ha hecho en los últimos dos decenios, se ha “divinizado” la imagen de Salvador Allende, el de-constructor de nuestra nacionalidad, satanizando a Pinochet y a quienes colaboraron con su Gobierno llegando hasta a la mezquindad de robarle sus obras.



Mientras Chile tenga un alma falsa, que ensalce lo execrable y demonice la verdad, único remedio para terminar con las odiosidades existentes en Chile desde los años 60 del siglo pasado, la posibilidad de lograr la unidad nacional no deja de ser una utopía bien intencionada, pero, sin las bases reales para su concreción.



Un Bicentenario sin verdadera Justicia puede transformarse en una muy bonita festividad llena de colorido y “alegría”, pero estará vacía porque le falta el espíritu nacional de los Padres de la Patria y señalaría la cobardía de un país que prefiere mirar para el lado, sin enfrentar la realidad, para seguir engañándose a sí mismo.




Carta a la Sra. Cecilia Morel Montes de Piñera.
Santiago, 26 de junio de 2010.

Señora

Cecilia Morel Montes de Piñera.

Palacio de La Moneda

Santiago de Chile.



“Mi mayor motivación en estos años será permanecer cerca de las personas. Trabajar con ellas y junto a ellas. Seguir sembrando fraternidad y solidaridad, lograr mayor participación comunitaria para enfrentar sus dificultades. Que sean protagonistas de la construcción de un futuro mejor. Y así alcanzar la anhelada unidad nacional”.

Cecilia Morel de Piñera, Diario La Tercera, 25/06/2010



No podemos dejar de concordar con la esposa del Presidente, pero, Sra. Cecilia hay pasos que dar para poder alcanzar eso que usted describe como “Y así alcanzar la anhelada unidad nacional”, pues no puede haber unidad nacional mientras un grupo de personas es perseguida en impúdicos juicios en los que se altera la verdad histórica y en los que el acusado, a quien se ha cargado el deber de demostrar su inocencia, es despojado hasta del derecho a un proceso justo.

Usted, como madre, entenderá que para restañar las heridas del pasado es necesario “ventilar” la historia real, poner fin a la atrocidad que implica que a uno de los bandos involucrados en la querella se le concedan todos los derechos e inclusive se les indemnice por haber atentado contra el Estado y contra la tranquilidad y seguridad de la gente, mientras a los otros se les aplica una venganza desmedida.

No solo han sido despojados de sus derechos procesales, inclusive se les ha inventado figuras legales, se ha aceptado testimonios falsos e incluso se les ha “expropiado” los derechos que las Leyes chilenas confieren a todos los que se han marginado de la legalidad. Se les ha “extrañado” de sus familias, se les ha enjaulado en zonas de difícil acceso, pero, quizás lo que es peor, a ancianos y moribundos, se les ha negado el sagrado derecho de morir entre los suyos.

Todos queremos la Unidad Nacional, que estamos conscientes es una necesidad para obtener el desarrollo y por medio de este la justicia social indispensable, la seguridad que clama la sociedad, logrando de paso mejorar la calidad de vida de nuestros compatriotas que han visto sus sueños devastados tanto por la dureza de la naturaleza como por las desmedidas ambiciones de poder de quienes usan las necesidades del pueblo para obtener poder y dinero.

Señora Cecilia, su marido, Don Sebastián, tiene una oportunidad única de propiciar la “Verdad y la Justicia”, con las que hace sólo unos días nos dijo su Gobierno está comprometido, la verdad sobre lo que sucedió desde los años 70 del siglo pasado hasta el inicio de 1990, sanará las heridas espirituales, y terminar con la injusticia, propiciará la unidad nacional, linda tarea para celebrar el Bicentenario del país en paz.

Saluda atentamente a usted su S.S.

Mario Montes Tagle.

Director del diario eléctónico "Reacción Chilena".




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