Señor Director:
Viví como pocos hacia fines de 1978 —junto a mi entonces recién formada familia— el conflicto con Argentina, que casi termina en una guerra y ésa es la razón por la cual siento verdadera indignación cuando veo a la Presidenta Bachelet y a su homóloga argentina fotografiarse con el Papa y pavonearse con una soltura de cuerpo admirable, como si fueran dueñas del éxito alcanzado. Además —según dice este mismo diario—, hace algunos días han inaugurado en el Vaticano una placa de mármol con sus nombres en conmemoración de los 25 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre los dos países. En unos cien años, o qué cien años, tal vez mañana mismo, algún turista o, peor aún, un grupo de estudiantes en gira visitará el Vaticano, verá la mencionada placa y no le cabrá duda de que fueron esas dos mujeres quienes heroicamente lograron que nuestros dos países no entraran en la que pudo ser la peor de las guerras. Tema aparte es que además Chile habría perdido dicha guerra.
Mi mujer es argentina y por eso puedo decir con propiedad que viví cada minuto de los angustiantes días previos a la Navidad de 1978 y sé que estuvimos a horas, tal vez a minutos, de entrar en una confrontación bélica que habría causado muerte, destrucción y, además, un odio entre nuestros dos países, quién sabe por cuántos años. Y eso se evitó gracias a la inteligente actuación política y diplomática de las autoridades de la época. Ver entonces que, en lugar del agradecimiento que tan legítimamente se merecen dichas personas —vivas o muertas—, los laureles se los llevan dos señoras que transitoriamente ocupan las presidencias de Chile y de Argentina, me parece francamente injusto, aberrante, propiamente “El pago de Chile”.
Jorge Biggs
martes, 1 de diciembre de 2009
CARTA : El pago de Chile
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CARTA EL PAGO DE CHILE
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