Viaducto en la VIII Región resistió el paso de 60 años, pero no la fuerza del terremoto:
Vecinos de Quilacoya prefirieron no esperar ayuda estatal y levantaron solos su puente
Unos donaron dinero y materiales y otros pusieron su trabajo. Con mucha organización, la comunidad construyó en sólo dos meses y medio el viaducto que la une con la capital del Biobío.
FABIÁN ÁLVAREZ
El Mercurio
QUILACOYA.- Carmen Alvarado se levantaba al alba para tener listo, al mediodía, el contundente almuerzo para alimentar a los trabajadores. A esa hora Domingo Flores se afanaba para enderezar fierros, mientras Segundo Arias repasaba en una lista a quién más convocar. Astrid y su hermana Ivonne van Rysselberghe sacaban cuentas, mientras otros tantos removían los escombros de un viaducto que resistió por 60 años el traqueteo diario y el paso del río, pero que en menos de un minuto se vino abajo durante el terremoto.
Conscientes de que la ayuda estatal iba a tardar en llegar, una treintena de familias de Quilacoya decidió organizarse y levantar por sus propios medios el viejo puente de 60 metros, que conecta a esta localidad rural con la ruta que va a Concepción, ciudad ubicada a 50 km. El resultado no pudo ser mejor: lograron levantar el viaducto en pocos meses y la obra costó la mitad de lo que estimaban los presupuestos de las empresas que consultó la comunidad, que no bajaban de $70 millones.
Manos a la obra
Los vecinos implementaron dos modos de cooperación: donaciones en dinero o materiales y aportes en mano de obra. Astrid vendió tres parcelas y dio un camión en parte de pago, para financiar lo que no cubrió la donación de madera. Los planos fueron elaborados gratis por ingenieros y arquitectos amigos. Los bueyes y tractores los facilitaron los parceleros del sector. Y un grupo de vecinos asumió la tarea quizás más valiosa: la de trabajar de obreros sin cobrar un peso de sol a sol.
El puente original fue obra del padre de Astrid e Ivonne, Enrique van Rysselberghe, ex alcalde penquista en los 60 y luego en el gobierno militar. Tal como hace sospechar el apellido, estas hermanas son tías de Jacqueline van Rysselberghe, la intendenta de Biobío, quien ni se enteró de la hazaña en que sus parientes se involucraron. "Ella es jefa de toda esta región y cómo le iba a ir yo con mi problema. A mí me enseñaron que para tener las cosas hay que trabajar", comenta Astrid.
Segundo Arias, "El Chungo", fue su pilar. Nacido y criado en el sector, echó mano a sus redes. "Recolectamos materiales, herramientas y un generador. Desarmamos lo que quedó del puente y empecé a llamar gente", cuenta.
Uno de los convocados fue Domingo Flores, "El Rosca", dueño de un taller de estructuras metálicas. Hoy saca pecho, pues enderezó uno a uno los fierros y hasta se las ingenió para, con un sistema de roldanas y tecles sobre árboles, montar las piezas que dan la firmeza al viaducto. "Ni dormía 'craneando' para que nos saliera todo bien", recuerda.
"Tengo una parcelita, y como hay poca plata, cooperé con trabajo", cuenta Carlos Cuevas, mientras que Orlando Baeza agrega que hizo "la fundación para montar las vigas y parar el puente". De esta forma, y tras dos meses y medio, los vecinos volverán a cruzar el río que da nombre a la localidad y los conecta con la capital de la VIII Región.
60 metros
lineales tiene el puente recuperado , lo mismo que el original, que data de hace 60 años. Las vigas principales son de acero y la cubierta de madera. Tras su reparación se espera que dure 40 años, soportando el paso de vehículos livianos y de hasta 5 toneladas.
lunes, 1 de noviembre de 2010
EJEMPLO QUE RECONFORTA, OJALA OTROS CHILENOS SE EMPLEARAN IGUAL A ESTOS EMPRENDEDORES.
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