Amigos
Mi amigo Enrique Ramírez, autor del articulo que les reproduzco, hace ya un año que esta tetraplejico por una desafortunada punción lumbar en el Hospital de la U Católica. No puede hablar, no puede beber, no puede comer. Hoy lo iba ir a ver pero, con un pie en el Bus yéndome a Pichidangui, no tuve tiempo.
En este artículo describe a un amigo pichidanguino común, Tomas Douglas, fallecido el año pasado. Era "el Coloane" del pueblo.
Aquí va su excelente articulo.
La otra milonga triste
Martes 3 de agosto de 2004
La Nación
Rugientes olas esmerilan las rocas de Pichidangui. Tibias sombras invaden el precipicio aledaño. En la iglesia, los cristales atrapan los penúltimos vestigios del crepúsculo. Los leños crepitan en el sosiego del hogar del periodista Héctor Precht Bañados. Kayak, bicicletas, wind-surf y botes inflables en el refugio vecino son parte del diccionario deportivo del anfitrión.
Con ojos de mar, bravo, nostálgico, coloquial y desafiante, Tomás Douglas es un personaje casi mítico de ese balneario. Vigoroso aún a sus 86 años, transita desde la anécdota insólita a la zamba con aires pampinos.
Guitarra en ristre sus viejos dedos -que cambiaron de piel en multitud de aventuras- rescatan sentimientos en tangos, boleros y milongas. Magallánico de pretéritas trazas, laboró en la dureza de los astilleros desde 1931.
-Ganaba 9,80 pesos al día y colocaba remaches a los barcos, recuerda como en murmullo.
Se transformó en buscador de oro, junto a los vientos gélidos de los ríos Chaunco, Tres Brazos y Leñadura. Con su batea hurgaba mantos azules, piritas de hierro y granate, que sugerían una riqueza amarilla que nunca llegó. Abandonó la challa y se convirtió en cazador de pieles de chingues, zorros, conejos y liebres. Douglas recrea su historia:
-Hay que recorrer tres días las trampas de zorros. En caso contrario, las muerden, se cortan una pata y se arrancan. Pero muchas veces vuelven a caer en una trampa y se cortan otra pata. Se les hace una camada con carne y acuden atraídos por el olfato. Para matarlos hay que pegarles en la nariz.
Creció en Punta Arenas, entre nueve hermanos. Su padre era ovejero y amansador de potros. Sólo él sobrevive. Residió en la tierra austral hasta 1953, después de hacer tres papeles en la película "Iván, el pirata".
Llegó a la santiaguina población Juan Antonio Ríos. Con una cámara asida a sus manos, recorría barrios populares para retratar matrimonios y bautizos. Una tarde lo llamó una familia. Unas vecinas rodeaban a un anciano pálido y desencajado, "como muñeco de un ventrílocuo". Lo fotografió, con la suspicacia de que el viejecillo estaba borracho.
El sábado siguiente llevó las fotografías. Se disculpó porque el padre aparecía desvaído. "Pero si ya estaba muerto, calentito. Queríamos tener un recuerdo de él", le aclararon las jóvenes. Y le pagaron con patos y gallinas, como muchos.
Tomás Douglas tiene cuatro hijos, de dos matrimonios: Nancy, Marcia, Tomás y Elizabeth. El sol se desdibuja. El huésped interpreta zambas, milongas, chacareras y valsecitos. Evoca noches de bohemia, peligros como pescador. O la tarde en que una orca cortó literalmente en dos a un buzo. Sueña, camina, canta: "Llegabas por el sendero,/ delantal y trenza suelta,/ brillaban tus ojos negros/ claridad de luna llena".
Es la milonga triste de un soñador.
viernes, 19 de octubre de 2012
LA OTRA MILONGA TRISTE
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