
Tras presentar su renuncia al Papa, arzobispo de Santiago rememora los hitos de su vida: desde el origen de su vocación hasta sus diálogos con Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI.
La Segunda
Por Alvaro Valenzuela M.
Parte de las declaraciones del Cardenal Errazuriz sobre nuestros país
El regreso a Chile tras 25 años-El año '71 Ud. parte a Alemania y vive en Europa por más de dos décadas, hasta que Juan Pablo II lo nombra obispo de Valparaíso. ¿Qué tan distinto fue el país que encontró?-En realidad, si bien en los últimos 25 años no había residido en Chile, nunca había perdido el contacto con el país. Casi todos los chilenos, a diferencia de otros pueblos, somos así. Salimos de Chile, pero sin alejarnos de Chile. Pero conocía muy poco a la gran diócesis de Valparaíso. Grande, no sólo por la hermosa composición de sus cerros, sus valles y su mar. Valparaíso, con sus aires de gran ciudad, también es una suma de pueblos: sus cerros, en los cuales hay más cercanía entre la gente. Comencé nuevamente a predicar con mucha frecuencia (en lenguas extranjeras predicaba mucho menos), y a disfrutar la meditación y el anuncio de la palabra de Dios. Me llenaban de alegría las peregrinaciones. -
¿Cómo se produjo su designación en Santiago el '98? ¿Le encargó alguna misión particular el Papa?-
Asumir una diócesis como Santiago, ya eran palabras mayores. No sólo por el número de habitantes, sino también por lo que se espera de su arzobispo, también en temas nacionales. Por eso, en cuanto supe que se rumoreaba mi nombre, le escribí al Secretario de Estado para que sopesaran mis limitaciones personales, como asimismo el conocimiento de personas y de temas, como además otras experiencias, que yo no traía, por haber vivido tantos años fuera de Chile. Pero cuando el Santo Padre decide hacer un nombramiento, es claro: lo único que cabe es aceptar y confiar en la ayuda de Dios; decirle a Él con la Santísima. Virgen: has mirado la pequeñez de tu siervo, hágase en mí según tu palabra. De parte del Papa, un nombramiento episcopal implica un inmenso acto de confianza en que la persona hará todo lo posible por ser un discípulo y misionero de Jesucristo. El sucesor de Pedro confía en que los sucesores de los demás apóstoles, por así decirlo, una vez ungidos por el Espíritu Santo, sólo querrán seguir al Señor y anunciar el Evangelio. Seguramente por ese motivo, al parecer no son muchas las misiones especiales que encomienda.
Su dramático recuerdo del 11:
"Me impactó la soledad en que quedó el Presidente Allende" Arzobispo revela su conversación con el cardenal Silva Henríquez días antes del golpe y afirma: ''Las circunstancias y muchísima gente obligaron a los militares a intervenir''. En 1971, Errázuriz partió a Alemania, a integrar el Consejo General del Instituto en Schoenstatt.
No dejó de mantener el contacto con un Chile en crisis:-
Varias veces viajé. Seguía el proceso social, económico y político, en un comienzo con la esperanza puesta en los avances que se asomaban en el campo de la justicia social, pero también con creciente preocupación por la escasez de alimentos, la insoportable inflación, la falta de coordinación interna en los ministerios, el huracán de violencia verbal que nos sacudía, el alejamiento de las reglas de la democracia.
Su último viaje durante el período de la Unidad Popular resultó dramático: -
Llegué el 1 de septiembre del año 1973. Del avión descendieron muy pocos chilenos y una gran mayoría de extranjeros. Era un signo muy preocupante. Me impactó la enorme cantidad de camiones en huelga, que paralizaban el abastecimiento del país; también la inseguridad total de los pequeños comerciantes, que vendían los productos con el temor de encontrarlos a mayor precio en la fábrica. El 7 o el 8 conversé con el cardenal Silva en Punta de Tralca. Me impactaron tanto sus palabras, que las recuerdo casi textualmente: «He hecho todo lo posible para que se dé una salida democrática a esta crisis. Los signos de buena voluntad que pide la Democracia Cristiana son justos y fáciles de cumplir. Pero pasan los días y el Presidente no los cumple. No sé si no da esos pasos porque no puede o porque no quiere. Ahora espero una salida de fuerza. No sé de qué lado vendrá». La situación era realmente insostenible.
Luego, el mismo 11, "desde la casa de mis padres caminé hasta La Florida, para celebrar la misa durante los días del toque de queda en el santuario de Schoenstatt. Me impactó la soledad en que quedó el Presidente Allende. Un mar humano caminaba hacia La Florida y Puente Alto, pero nadie iba a La Moneda a defenderlo. Me dolió mucho el trágico fin de su vida. Por otra parte, era un hecho palpable: los militares no intervinieron porque buscaran el poder. Las circunstancias y muchísima gente los obligaban a intervenir". -
Cuando volvió a Alemania, ¿qué sabía de lo que pasaba en Chile?-
En varias oportunidades nos visitó el cardenal. Por él supimos de la defensa convencida que hacía la Iglesia de los derechos de los detenidos desaparecidos, fueran o no católicos. Más allá de las acciones armadas de los primeros días, lo demás era no sólo doloroso, sino del todo contrario a la dignidad y a los derechos con que Dios había dotado a los seres humanos. Nos enorgullecía la valentía del cardenal Silva.El llamado a Roma...-Tras esa larga estadía en Alemania, donde llegó a ser superior del Instituto de Sacerdotes de Schoenstatt,
¿cómo se gestó su partida a Roma a principios de los 90? -
En diciembre del 90 recibí un fax que me sorprendió. El Papa me nombraba secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y deseaba ordenarme obispo en San Pedro el 6 de enero. Con el dolor de la despedida, celebré la Navidad con los seminaristas de mi comunidad en Muenster. Llegué a Roma o asumí mi nuevo cargo, si mal no recuerdo, ¡el Día de los Inocentes!........
sábado, 6 de septiembre de 2008
Cardenal Errázuriz «desclasificado»: Sus recuerdos, hitos y revelaciones al cumplir 75 años
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