domingo, 7 de septiembre de 2008

Discurso del periodista Hermógenes Pérez de Arce

Por su plena vigencia en este mes de la Patria, transcribimos parte del discurso del periodista Hermógenes Pérez de Arce pronunciado recientemente en un acto realizado en Casa Piedra, en Santiago.

Dijo entonces:

"Nos hemos reunido hoy porque ustedes comparten conmigo un sentimiento de indignación moral. Este nace de que un 10 de septiembre de 1973 la gran mayoría de los chilenos avizorábamos un futuro sin esperanza, vivíamos en la ruina económica y la escasez, sufríamos la inminencia de ser un país títere de una superpotencia totalitaria y no teníamos otra perspectiva que la anunciada todos los días por la propaganda oficial: una sangrienta guerra civil, con no menos, decían, de cien mil muertos.Al día siguiente, 11 de septiembre de 1973, las FFAA y Carabineros, con una acción enérgica, pusieron término al caos y evitaron la guerra civil, con pérdidas de vidas incomparablemente más bajas que las temidas por todos. Nuestra indignación moral proviene, justamente, de que quienes libraron a la patria de ese destino aciago, hoy son injustamente perseguidos y denostados, ven denegados sus derechos legales básicos y han visto convertirse en víctimas a los que se preparaban para ser victimarios, en demócratas ejemplares a los que buscaban suprimir la democracia y en portavoces del humanitarismo los que ayer torturaban y prometían el paredón a sus adversarios. Patricio Aylwin refiere en sus memorias que, pasado ya su miedo al extremismo, pues los militares lo habían dominado, fue a hablar con don Rafael Retamal, presidente de la Corte Suprema, un juez que no tenía simpatía por el gobierno militar. Le representó a don Rafael la dureza con que los militares reprimían la subversión.Pero el presidente de la Corte Suprema le contestó: "Mire, Patricio, los extremistas nos iban a matar a todos. Ante esta realidad, dejemos que los militares hagan la parte sucia. Después llegará la hora del derecho".Seguramente Rafael Retamal no había olvidado que, a mediados de 1973,arengando a una turba que gritaba ante el Palacio de los Tribunales, el intendente de Santiago bajo la UP, Jaime Faivovich, le había dicho,refiriéndose a los ministros de la Corte Suprema: "Habría que masacrar a todos esos viejos tales por cuales".Algunas personas me preguntan: pero ¿usted está de acuerdo con todo lo que hicieron los militares? Yo les contesto: "Por supuesto que no estoy de acuerdo con todo. Hubo uniformados que actuaron indebidamente. Pero nunca hubo una política de gobierno para actuar en esa forma.Después de la batalla, señala el dicho, todos somos generales.Y los generales después de la batalla somos perfectos.Yo, por supuesto, habría sabido qué hacían cien mil o más soldados,marinos, aviadores, carabineros y civiles de oposición a la UP cada día, entre el 11 de septiembre del ´73 y el 11 de marzo de 1990.Habría estado pendiente de que cada comandante de guarnición hubiera juzgado cada delito cometido bajo su jurisdicción por los uniformados y de que todos los juicios contra extremistas se hubieran llevado a cabo jurídicamente impecables.Y, en caso de haber bajas, me habría preocupado de que los restos hubieran sido entregados a los familiares".Es decir, habría hecho todo lo que los militares, marinos, aviadores, carabineros y detectives de Investigaciones hicieron, pero, además, lo habría hecho perfecto.En realidad, fue una lástima que el pronunciamiento de 1973 no lo hubiera encabezado yo.Bien, tengo que decirles que no hay nada más despreciable que estos generales después de la batalla. Son casi siempre los que no hicieron nada ni habrían hecho nada para impedir que hoy, 35 años después del 11 de septiembre, todavía viviéramos bajo una dictadura comunista, sinos hubiéramos salvado de ser fusilados.¿Estoy hablando de algo que no habría podido ocurrir?En su ensayo sobre el quiebre de la democracia en Chile, José Piñera cita a un guerrillero marxista argentino, Jorge Massetti, que escribió en 1999 el libro "El furor y el delirio", donde dice algo muy pertinente a lo que he imaginado hace un momento. Escribe: "Hoy puedo afirmar que por suerte no obtuvimos la victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación y el grado de dependencia con Cuba, hubiéramos ahogado al continente en una barbarie generalizada. Una de nuestras consignas era hacer de la Cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde primero hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores y luego a los compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo".Además, se ha olvidado que la acción de las FFAA y Carabineros pacificó al país. Los muertos en enfrentamientos fueron disminuyendo hasta llegar a apenas nueve en 1978.En ese contexto se dictó la Ley de Amnistía, acogida con unánime beneplácito. Gracias a ella salieron libres 1.475 extremistas de izquierda y 578 uniformados que estaban siendo juzgados.La verdad era tan distinta que el arzobispo de Santiago, monseñor Raúl Silva Henríquez, manifestó lo siguiente sobre la Ley de Amnistía: "La Iglesia de Santiago valoriza el espíritu de concordia y reconciliación invocado en la adopción de esta medida y la celebra como signo alentador de un reencuentro fraterno".Era precisamente lo que sigue siendo hoy, un paso hacia la reconciliación entre los chilenos. Si se hubiera respetado la Ley de Amnistía habrían terminado todos los juicios sobre las muertes a raíz del pronunciamiento militar y el terrorismo y nadie habría tenido temor de declarar lo que supiera sobre el paradero de los restos de los desaparecidos. Podrían haberse gestado perfectamente leyes para dar una reparación a sus familiares, si hubiera sido el caso. Nunca "tomaremos distancia" de nuestros uniformados por lo que hicieron. Nunca olvidaremos que transformaron una sociedad violenta en otra pacífica y estable; una economía arruinada en otra próspera y pujante; un sistema político caótico en otro ordenado y democrático; una nación aislada y lejana en otra integrada al mundo; un conjunto de amenazas de guerra externa gravísimas en paz duradera y permanente." En el acto realizado en honor de Hermógenes Pérez de Arce intervino también el Padre Raúl Hasbún, quien defendió la intervención militar de 1973, argumentando que la alianza entre mentira y violencia es la base sustentadora del marxismo-leninismo.Este sacerdote que, con su lógica aplastante y certera improvisación(siempre ha realizado sus comentarios radiales, televisivos o públicos improvisando) se ha ganado el más profundo odio de los marxistas y sus colaboradores, dijo que el general Augusto Pinochet fue el cerebro y alma de "esa gesta libertaria".En cuanto a Patricio Aylwin, quien hace algunos días afirmó que Pinochet "no tiene perdón de Dios", el Padre Hasbún afirmó que el propio Aylwin instruyó a los ministros de la Corte Suprema para que no acataran la Ley de Amnistía, "transgrediendo la Constitución".Y respecto de las amnistías otorgadas por el gobierno de Aylwin, dijo que sólo los marxistas tuvieron derecho al perdón. El sacerdote agregó que "los que se resisten a la tiranía marxista según él no tienen derecho al perdón de los hombres expresado en la amnistía o el indulto.Pero ahora se ha extralimitado y, sobrepasando la competencia de los ministros de Dios, ha dicho que Augusto Pinochet ni siquiera tiene perdón de Dios". "Hay que rogar para que tanta arrogancia, tanta soberbia y tanta ignorancia reciban perdón de Dios".

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