miércoles, 24 de septiembre de 2008

Luis Fernández Cuervo para militares presos politicos y familiares

Luis Fernández Cuervo para usuario

Le envío mi próximo artículo. Le ruego que lo lea y me conteste por correo si tiene algún dato equivocado, pues todavía puedo esperar antes de mandarlo al Diario de Hoy.

Me sorprende que lo del "secuestro permanente" sea idea de Aylwin.

Créame que me ha costado mucho quitar cosas que me hubiera gustado que salieran, pero ahora está dentro de la extensión limite que me permiten para mi columna. Sí, es difícil, dejar fuera mayores explicaciones.

Si está de acuerdo le ruego difundirlo, especialmente entre los militares presos y/o sus familiares diciéndoles que, aunque en el extranjero, hay alguien que da la cara por ellos y que los tiene en sus oraciones.

Afectuosamente
Wladimir Lomakin C.

Sobre los Derechos Humanos

CHILE Y LA INJUSTICIA MONSTRUOSA

(Primera parte)

Bien se ha dicho que los marxistas ni olvidan, ni se arrepienten, ni perdonan. También son muchos los que ironizan sobre los Derechos Humanos Universales, que parecen serlo sólo para proteger a los que más han violado los derechos de los otros. Un caso terrible de este tipo de injusticia es el que hoy sufre el país de Chile y muy en especial su estamento militar.
¿Importa lo que voy a escribir a los salvadoreños? ¿No hemos tenido aquí nuestras propias injusticias? Escribo en el presente pero mirando no al pasado sino hacia el futuro y afirmando ese dicho conocido: “Los pueblos que ignoran la historia pasada, se ven obligados a repetirla.”
Chile fue noticia mundial cuando el 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas Constitucionales derrocaron al gobierno del presidente Salvador Allende. Yo estaba allí y puedo asegurar que la información internacional sobre ese hecho, sobre Allende y sobre lo que siguió, fue siempre incompleta, sesgada hacia la izquierda y en muchas ocasiones, pura mentira. Ya escribí años atrás sobre eso. Ahora quiero mostrar cuanto tiene de verdad eso de que “ni olvidan, ni se arrepienten, ni perdonan” y también como la opinión pública internacional y los que se autoproclaman defensores de los Derechos Humanos tienen “un ojo pacho”. Ustedes verán cual es el ojo del que son tuertos.
No creo que existan muchos casos de injusticia tan monstruosa como la que sufren, bajo los gobiernos de la Concertación (socialista-democracia cristiana) militares acusados de delitos nunca probados, algunos de ellos bajo la aberración jurídica de “secuestro permanente.”
“Dentro de pocas horas seré detenido para pagar por un delito que no he cometido. Invariablemente he proclamado mi inocencia por las acusaciones que injustamente se han hecho recaer sobre mí. Vuelvo a hacerlo al momento de ser injustamente privado de libertad por diez años. Nunca conocí al señor Sandoval, no lo detuve, no lo interrogué, no lo torturé, jamás lo secuestré ni le quité la vida. Ni una sola prueba legal demuestra lo contrario. (…) No me llevan las actuales autoridades a la cárcel, sino a un verdadero campo de prisioneros políticos. Allí padeceremos encierro humillante un cierto número de Soldados entre los cuales, a la época de los hechos que constituyen la acusación, éramos jóvenes tenientes o subtenientes y otros como últimos eslabones de una larga y compleja cadena de mandos.” Lo firma el Brigadier del Ejercito Miguel Krassnoff en una carta pública.
De nada ha servido que algunos hayan demostrado que toda la guerra sucia y represión que en Chile se hizo contra el comunismo fue Institucional y bajo distintos gobiernos. Cuando el abogado Luis Valentín Ferrada, defendiendo a militares procesados alegó esa razón, dice que todos con los que habló “jueces, políticos, militares y autoridades públicas actuales bien conocidas, me dijeron: -tienes toda la razón, es muy valiente tu posición, pero es imposible de asumir y aceptar sin que todo el andamiaje se nos venga abajo"... todos esos jóvenes oficiales fueron también víctimas de un sistema y de una política de Estado antisubversiva que se definió como tal, se financió, se desarrolló y se premió desde 1955 sin variación, incluido el tiempo del gobierno de Salvador Allende.”
No es solo una grave injusticia condenar a alguien sin pruebas del delito del que se le acusa, sino que llega al colmo cuando se condena a la cárcel a unos militares acusados de “secuestro permanente”. Es decir, condenados a prisión, desde la acusación, sin pruebas, de haber secuestrado personas, hasta que aparezcan esas personas (¡¿?!)
“Todo ser humano con mediana cultura” –escribe Hugo Alsina en otra carta pública- “y un mínimo grado de inteligencia, sabe que no puede existir el secuestro permanente y que los secuestrados no pueden subsistir vivos si los secuestradores están presos. Pero, en fin, el Gobierno y el Poder Judicial chileno creen que ello es posible.” Después hace un cálculo de la cifra astronómica que sería necesaria para mantener después de 35 años a esos secuestrados y termina diciendo: “¿Qué está pasando? ¿Es que no hay nadie en el Gobierno, en el Poder Judicial ni en el Congreso que pueda dar una explicación razonable a la ciudadanía de esta gravísima violación de los Derechos Humanos? ¿O es que los miembros de las Fuerzas Armadas no tienen Derechos Humanos"? Ya es hora de terminar con esta farsa que en nada prestigia a un país serio como debe ser Chile.”
Así funciona la Justicia en el gobierno de la Sra. Bachelet, tan alabado por la prensa internacional. ¿Y qué dice de esto el juez español Garzón, autoproclamado Quijote moderno “desfacedor de todo entuerto” mundial?

Luis Fernández Cuervo
luchofcuervo@gmail.com

CHILE Y LA INJUSTICIA MONSTRUOSA

(Segunda parte)

En medio de los aplausos y felicitaciones, de alcance internacional, que recibieron los militares colombianos al liberar a Ingrid Betancourt de su largo cautiverio en las FARC, hubo una nota disonante, la advertencia de algunos militares chilenos: “Tengan cuidado, hoy serán vistos como héroes, mañana pueden ser tratados como villanos”. No es una advertencia vana. Esa es la cruz que hoy soportan tantos militares chilenos inocentes, tratados y encarcelados como criminales. Y no es una advertencia sólo para Colombia, sino para cualquier otro país latinoamericano.
La injusticia que hoy sufren muchos militares chilenos inocentes, sin embargo no es sólo una revancha marxista. En el gobierno de la socialista Bachelet también están los demócrata-cristianos. Van siendo encarcelados saltándose la ley de Amnistía que sigue vigente y se los detiene y encarcela por delitos, que de ser ciertos, ocurridos hace más de 30 años, ya no serían juzgables y donde el juez pide al acusado que pruebe su inocencia, faltando así a un principio de justicia universal, que exige que sea el acusador el que pruebe el delito. Lo más grave es que la monstruosidad jurídica de presuntos “secuestros permanentes” se puso en acción durante el primer gobierno de la Democracia Cristiana, después de la retirada de Pinochet del poder. Y todos estos juicios inicuos no son cosas del pasado lejano, sino que ocurren ahora, en el gobierno de “la Concertación”, alianza de la DC con el Partido Socialista.
La revancha de los marxistas, al fin y al cabo, tiene su lógica. Ellos mismos la proclaman en sus panfletos: “Ni perdón, ni olvido, ¡jamás!” ¡Qué contraste con la actitud de la mamá del Senador Jaime Guzmán, asesinado por dos terroristas marxistas, que pide el perdón para esos dos asesinos! Asesinos que, fugados de la cárcel en una operación comando del IRA, gozan ahora de completa libertad. Están fuera del país, y como son “perseguidos políticos” (¡!) no pueden ser devueltos a Chile para cumplir su condena.
Lo que no tiene una explicación fácil es el abandono que hoy sufren esos militares por gente que se proclama cristiana, ni por la inmensa mayoría que pedía en 1973 que las Fuerzas Armadas abortaran el golpe sangriento que preparaba la Unidad Popular de Allende, para perpetuarse en una “democracia popular”, estilo Cuba.
Tampoco tiene una explicación fácil que, al informar sobre la caída de Allende y sobre el gobierno militar, la inmensa mayoría de los periodistas no marxistas, aceptaran como buenas las versiones dadas por la izquierda latinoamericana y despreciaran los datos dados por la derecha o por los mismos militares chilenos. Sí, es un hecho universal permanente que poco o nada se informa de lo negativo de cualquier gobierno de izquierda “democrática”, ya sea, por ejemplo, el del actual de Chile o el de la España socialista. Pero ¿acaso el gobierno de Allende fue un socialismo democrático? No, sólo para la “ceguera” (¿?) de los periodistas extranjeros. Lo único que muchos chilenos discutían, antes del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, es si Allende mandaba sobre la Unidad Popular o era un prisionero de ella.
La advertencia de esos militares chilenos a sus camaradas colombianos tiene un doloroso significado de largo alcance. Yo vi como el pueblo chileno, mayoritariamente, incluyendo los estratos más pobres -que fueron los que más sufrieron, como se vio en la marcha de las ollas vacías-, pedía, primero a Allende, que detuviera la revolución, para más tarde pasar ya a pedirles a los militares que intervinieran, incluso con el pintoresco detalle de mandarles cartas a sus domicilios que incluían maíz o plumas de gallina.
Ahora, toda esa gente, -los de derecha, los de centro, los sin preferencia política- ¿Dónde están? ¿Protestan? ¿Se movilizan pidiendo una justicia verdadera para los militares? Sólo voces aisladas, entre ellas, también de algunos del actual gobierno.
Y es que el mal donde puede caer todo un pueblo no es sólo la dictadura del proletariado. También es terrible ese egoísmo, insolidaridad, cobardía y pereza mental del bienestar consumista y del oportunismo político, que se da siempre que el progreso es sólo en lo económico. Es esa decadencia en humanidad, esa animalización progresiva que, por ser agradable, lenta y gradual, no causa alarma ni reacción. Es la dictadura del relativismo moral, del “pensamiento políticamente correcto”, que va difundiendo, por todo el mundo, la contracultura de la muerte.

Luis Fernández Cuervo
luchofcuervo@gmail.com

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