jueves, 11 de diciembre de 2008

PEQUEÑO HOMENAJE A UN PATRIOTA DE VERDAD



Hoy 10 de Diciembre se cumplen dos años desde que Augusto Pinochet Ugarte
dejó nuestro mundo físico-material, para trascender al plano espiritual, donde
su alma debe estar volando libre de las preocupaciones y los sinsabores que
amargaron sus últimos días de vida, y recibiendo el verdadero Amor que
significan las oraciones con que lo recordamos quienes lo quisimos bien. O
sea, quienes no somos ni malagradecidos ni fuímos desleales, como algunos que
hoy prefieren ocultarse tras una especie de "amnesia histórica", para intentar
proteger sus aspiraciones políticas y/o sus cargos públicos.

Los documentos de prestigiosos medios de difusión internacionales dicen,
escuetamente, que "La Presidenta Bachelet no autorizó un sepelio de Estado", y
que "Ningún Jefe de Estado asistió a las honras fúnebres de Pinochet". Pero no
dicen... o no se atreven a decir, que sus funerales fueron apoteósicos, que
trascendieron los muros de la Escuela Militar, y que llegaron hasta el último
rincón del planeta a través de las pantallas de millones de televisores por
medio de los satélites de comunicaciones. Cuántos millones de personas se
habrán sentido asombradas, atónitas, perplejas, al ver tanta gente, tanto
cariño, tantas lágrimas, ante el féretro del "Dictador" al que se atribuían
tantas muertes, torturas y desapariciones de inocentes seres humanos,
"idealistas" de izquierda... el hombre-símbolo del Golpe Militar.

Porque sí se trató técnicamente de un "golpe", pero derivado del
"pronunciamiento" al que nuestra Constitución obligaba a las Fuerzas Armadas,
como garantes de la institucionalidad, institucionalidad que había sido
sobrepasada, violada, violentada, que ya no existía, y así lo había constatado
y determinado el Congreso Nacional.

Tampoco fue Augusto Pinochet el gestor de dicho "golpe". Fueron los cuatro
Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas. Muchos no estuvieron de acuerdo en
que se autonombrara Presidente de la República, pero no pensaron en lo que
ello involucraba: Chile necesitaba una cabeza que lo condujera, alguien que
supiera pensar rápido y tomara decisiones sin enfrascarse en largas, lentas y
tal vez estériles discusiones con un cuerpo colegiado. Tener toda la autoridad
significaba no sólo Poder sino RESPONSABILIDADES, incluso tener que dar la
cara ante la Historia por atrocidades cometidas por otros. En el caso del
conflicto con Argentina en 1978, Augusto Pinochet pudo tomar rápidas
decisiones, mientras nuestros vecinos discutían antes de resolver qué hacer...
Y en materias económicas fue valiente, osado, y se arriesgó a confiar en el
plan económico que le proponían para sacar adelante el país, plan económico en
el que se basó el éxito inicial de los gobiernos de la Concertación, pero que
no han tenido la visión para seguir desarrollando.

El Plan Económico fue EL tema desde el comienzo. Nuestras Fuerzas Armadas no
querían dar un golpe, que habría sido un golpe más en nuestra Historia. El
país estaba quebrado, y no podían hacerse responsables de que continuara
cayendo. Nació así el proyecto conocido como "el Ladrillo", cuidadosamente
elaborado por los más capaces economistas, que podía sacar a flote al país.
Sólo con ese plan en sus manos, se decidieron a terminar con el gobierno (¿o
desgobierno?) de la impopular Unidad Popular y su séquito de ODIO.
Al pasar por la Plaza de la Constitución, muchos no podemos creer que se le
haya levantado una estatua a Salvador Allende... ¿Desde cuándo, en algún lugar
del mundo, se le ha levantado una estatua al hombre que destruyó un país? Esa
estatua constituye una permanente provocación, que nos recuerda años
dolorosos. Años en los que no teníamos qué comer (ni siquera pan), con qué
asearnos, ni siquiera pañales para los niños que llegaban al mundo. Y con una
inflación jamás antes ni siquiera imaginada en Chile.

Y más encima decían que "los ricos tenían mercadería acaparada"... Pero, ¿de
dónde la habrían sacado si las industrias y fábricas que no habían sido
expropiadas estaban tomadas? Lo poco que producían sus nuevos e ilegales
"dueños" era vendido en el Mercado Negro, al que sólo unos pocos afortunados
tenían acceso.


Una amiga, viuda de un modesto jubilado de Ferrocarriles, que vivía en
Callejón Lo Ovalle con Avenida Central, a dos cuadras de la Población José
María Caro, en una casa que su esposo había construído con sus propias
manos, y que compartían con un hijo, una hija, su anciana madre postrada, un
hermano discapacitado, y un sobrino huérfano al que habían prohijado, total 7
personas, recuerda con amargura el día en que el Presidente de la Junta de
Vecinos llegó a la puerta de su casa con una comitiva a "notificarles" que,
como su casa era demasiado grande, iban a tener que recibir al menos a dos
familias más. "Mi esposo salió con una escopeta y le dijo: Tráigame todas las
familias que quiera, pero el que pase esta reja se va a ir muerto". Así, como
en la Unión Soviética, se proyectaba el Gobierno de Salvador Allende.
Pero hoy es un día de respetuoso recuerdo y no de odios. Dicen que uno sigue
vivo mientras sea recordado por alguien. Y somos muchos miles los que
recordamos a Augusto Pinochet y lo mantenemos vivo en nuestros corazones. Un
día también la Historia le dará el reconocimiento "oficial" que tanto merece y
que también tantos le niegan. Mientras tanto, me adhiero a la propuesta de
quienes ansían construir un Memorial, tan grande como el que recuerda a los
detenidos desaparecidos (desaparecidos que andan libres por el mundo, como ya
se está comprobando), y en el que se graben los nombres de todos los que
rindieron sus vidas desde que se preparaba el gobierno de Salvador Allende:
uniformados del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros; miembros
de la Policía de Investigaciones, y los civiles que cayeron víctimas de los
actos terroristas. ¿Cuándo nos atreveremos a levantarlo?, ¿Por qué nos faltan
decisión y voluntad? ¿O es que nos hemos entregado a un mezquino destino
político y tenemos miedo de efectuar cambios? En un día como hoy, llamemos a
la reflexión y trabajemos por un Chile mejor, un Chile con orden y sin
delincuentes, el Chile que soñó Augusto Pinochet Ugarte.
Don Augusto, lo echamos mucho de menos y lo recordaremos siempre, hasta el
momento en que volvamos a vernos. Vaya para Usted, desde estas líneas, un
abrazo afectuoso y sincero, que recorra el espacio infinito, hasta dondequiera
que se encuentre en Paz.

Denise Barroilhet M


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