lunes, 23 de febrero de 2009

CHILE INFORMA, 23 DE FEBRERO DE 2009

OFICINA PERIODISTICA

Edición No 024.
Santiago de Chile, Lunes 23 de Febrero de 2009.

Mov.10 de Septiembre de 1973, MDS–

- OSSPED- CREN-

Fuerzas Armadas DEBIDO PROCESO


Periódico Digital Condensado

"CHILE INFORMA''

Actualidad Política – Geopolítica y de Defensa

· Documento extraído de Revista Qué Pasa. Febrero de 2009.



Juan Emilio Cheyre: ´´Tengo la convicción de que no se podrán encontrar más cuerpos``



En medio de las informaciones de nuevos falsos detenidos desaparecidos y de las críticas que ex jefes castrenses han hecho al Informe Rettig, Cheyre decidió romper el silencio que se impuso cuando el 2006 dejó la Comandancia en Jefe del Ejército y sumarse al debate. En esta entrevista habla de DD.HH., de los militares que han ido a tribunales, de las víctimas y de las dificultades que las FF.AA. tuvieron para investigar dónde estaban los cuerpos de los detenidos desaparecidos. "Hubo muros infranqueables que no permitieron más información", dice.

Cuando Juan Emilio Cheyre colgó su uniforme, el 9 de marzo de 2006, se hizo una promesa: no volvería a hablar del Ejército. "Cuando uno se va a retiro, se va a retiro. Para mí fue una etapa que terminó", dice hoy. La promesa incluía también no hablar más de derechos humanos, tema que él sentía que había puesto punto final a través del "Nunca más", ese documento publicado el 2003 donde asumía la responsabilidad institucional por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el gobierno militar.

Después de 44 años vinculado al mundo castrense -entre 2002 y 2006 fue comandante en jefe del Ejército-, ahora Cheyre se viste de civil y se dedica a las ciencias políticas como director del Centro de Estudios Internacionales de la UC. Desde allí ha debido romper dos veces su auto promesa de silencio. La primera fue en febrero de 2008, cuando salió a defenderse de quienes decían que él manejaba la información de que el general Gonzalo Santelices tenía responsabilidades en la llamada Caravana de la Muerte, lo cual le terminó costando a éste el cargo en la Guarnición de Santiago. La segunda vez fue en noviembre pasado, luego de que se hiciera público un video donde el ex general peruano Edwin Donayre afirmaba que "los chilenos que ingresen a Perú saldrán en cajón o bolsas de plástico". Cheyre, de inmediato, publicó una columna en el diario El País de España, criticando a Alan García y la "acción deficiente" de su gobierno ante esos dichos.

Ahora, Cheyre rompió el silencio por tercera vez. Tras los nuevos casos de falsos detenidos desaparecidos, las erradas denuncias de la diputada RN Karla Rubilar y la crítica que recientemente hicieron ex jefes castrenses al Informe Rettig, el ex comandante en jefe decidió hablar de nuevo. "Las fallas deben identificarse, pero el sensacionalismo hace que perdamos el foco de este tema", comenta en esta entrevista, donde habla de DD.HH. y de los militares que han desfilado por tribunales: "Andan como muertos en vida, mientras el resto disfruta de la normalidad sin recordar ni asumir su pasado. La justicia ha simplificado el tema, relegando sólo a un sector al banquillo de los acusados". También se refiere a los detenidos desaparecidos, donde reconoce que hubo "muros infranqueables" para obtener información de los cuerpos y que será imposible dar con más de ellos.

El perdón pendiente

-¿Cuál es su opinión frente a los seis falsos detenidos desaparecidos y las acusaciones de la diputada Rubilar?

-Si es que hay fallas, deben identificarse. Pero creo que el sensacionalismo y el uso mediático hacen que perdamos el foco de este tema. Es ilegítimo que una persona que ha sido considerada desaparecida, aparezca de un día para otro. Ahí hay alguien que está obligado a hacerse responsable y responder ante la justicia. Es inadmisible que alguien esté recibiendo beneficios, haciendo creer que fue víctima de algo que hoy hace sufrir enormemente a muchos chilenos. ¡Es inaceptable! Pero encuentro grave que estas peleas nos hagan olvidar en qué consiste realmente el tema de los DD.HH. No nos podemos focalizar sólo en Rubilar ni en un falso detenido desaparecido.

-Hace unos días, ex jefes castrenses criticaron falta de prolijidad en el Informe Rettig. ¿Qué opina usted?

-Ningún informe, en una materia tan compleja, es perfecto. Sin embargo, creo que la gran parte de este informe tiene basamento. Lo grave es que quienes cotejan los datos y adoptan decisiones no los comprueben, y más grave que los que conociendo errores los callen sin denunciarlos a la justicia o mantengan beneficios que no corresponden. Asimismo, demuestra que culpar a personas por mantener secuestrados permanentemente a detenidos desaparecidos, además de ficción jurídica, reviste una tremenda injusticia. Más que volver a cero con el informe, lo que sería un error, hay que resolver este tipo de temas que han provocado dolor a víctimas y a quienes muchas veces se ha acusado y juzgado sin cumplir la esencia de un debido proceso.

- ¿Cree que el conflicto de los "detenidos aparecidos" es un paso atrás en lo que se había avanzado con el Ejército en materia de DD.HH.?

- Los derechos humanos deben ser asumidos con seriedad y no como un "flash". Tenemos que respetar a las víctimas que vieron violados sus derechos, pues han sufrido demasiado. Pero también es importante ver la otra cara de la moneda, pues hemos hecho grandes avances: identificado cuántos y quiénes fueron los muertos; los que sufrieron torturas o apremio a sus derechos humanos. Además, se han diseñado e implementado programas de educación en las FF.AA. y otras instancias educacionales para que esto no vuelva a suceder. Falta dar a conocer y valorar eso.

-¿Qué en concreto?

-Es bueno recordar el aporte que hicimos al enfrentar el tema con la verdad; que las instituciones armadas han entregado miles de documentos a tribunales; que nadie se ha sustraído de declarar y enfrentar la justicia y lo han hecho sin privilegios. No puede olvidarse que hay causas, penas y fallos en cumplimiento. Es justo aquilatar que el Ejército hizo un reconocimiento de responsabilidad institucional y se pronunció por una voluntad para que "nunca más" se repitiera lo vivido. ¡No echemos a perder el camino recorrido! Chile no metió este drama en un clóset, ni lo barrió bajo la alfombra. Lo sacó, lo debatió, lo enfrentó y eso es muy valioso. Por lo tanto, lo que queda por caminar, caminémoslo con precaución.

-¿Cuánto queda?

-Hay que evitar abrir lo que ya está sano. Estoy muy de acuerdo con monseñor Valech y don Gabriel Valdés que dijeron que el tema de los DD.HH. debe terminar. Si se forma un Instituto de DD.HH. y se construye un museo (iniciativa de la presidenta Michelle Bachelet), es legítimo que se muestren las celdas donde se torturó o lugares donde se detuvo a las personas, pero sería muy justo y sano que se incluyera también el Informe Rettig; la Mesa de Diálogo y el Informe Valech. No se trata de vanagloriarse de lo hecho o buscar empates. Se trata de saber que en nuestro país no hubo impunidad y primó la verdad.

-¿Usted cree que el país está reconciliado?

-Lamentablemente falta mucho. A todos nos haría bien perdonar. El Ejército ya pidió perdón asumiendo su responsabilidad institucional y creando una nueva doctrina para que el pasado no se repita. A los ex militares que han enfrentado la justicia les falta recibir el perdón.

-¿Cómo ve usted a esos ex oficiales que aún no reciben el perdón?

-Sin pretender hacerlos equivalentes, se desconoce el tremendo dolor de muchos que han enfrentado la verdad y asumen su actuar, quedando como los únicos responsables de una situación donde no son los únicos responsables. Veo en ellos una gran cuota de arrepentimiento y una existencia como muertos en vida, mientras el resto de Chile disfruta de la normalidad sin recordar ni asumir su pasado. Aquí hay una gran deuda de la clase política y de la justicia que ha simplificado el tema relegando sólo a un sector al banquillo de los acusados. En Chile la democracia se perdió fundamentalmente entre las elites que llevaron a la crisis institucional y llamaron a las FF. AA. a actuar.

-¿Eso disminuye la responsabilidad de las FF.AA.?

-No, ello no libera a las instituciones armadas ni a las personas de sus propias responsabilidades a partir del momento que deciden asumir el poder total.

"No se obtuvo más información"

-El "nunca más"¿fue uno de los momentos más complicados como comandante en jefe?

-El momento más doloroso fue Antuco, y sí, efectivamente el más difícil fue el de los DD.HH., el haber reconocido la responsabilidad institucional del Ejército. Algunos acusan de impunidad, pero no se sabe ni se valora cuántos ex oficiales, suboficiales y cabos del Ejército y otras instituciones han ido a los tribunales. El Ejército entregó todo el material a los tribunales. No saben las dificultades que pasamos al asumir "la verdad por delante".

-Pero para los familiares de detenidos desaparecidos, eso no es suficiente...

-Hace un tiempo me topé en la calle con una señora que había perdido a dos hijos y a su marido, y me dijo: "A pesar de haber perdido a mi familia, estoy profundamente reconciliada. Yo sé que nunca más van a llegar en una Navidad a mi casa, pero el que ustedes hayan asumido la verdad, a mí me hizo bien". El encuentro con esa mujer me marcó profundamente, sobre todo porque yo ya no tenía ningún cargo, era un civil más. Lo que me preocupa es que volvamos al odio que tuvimos. ¡Si la democracia se perdió entre todos! La reconciliación y la paz la tenemos que reconstruir y cuidar entre todos.

- Esa paz no llega porque muchos parientes aún exigen que encuentren los cuerpos de sus familiares.

- En 2000, las Fuerzas Armadas y Carabineros se concentraron en investigar dónde estaban los cuerpos de los detenidos desaparecidos. El resultado fue haber informado de cuerpos lanzados al mar y destinos de desaparecidos. Lamentablemente no se obtuvo más información. ¿No cree usted que asumir tan tremenda verdad no lleva a desear aclarar todo? El obispo castrense, monseñor Pablo Lizama, fue el encargado de llevar la información que recolectaron las FF.AA. al Presidente de la República.

-¿Y ésa es toda la información? ¿No es posible conocer el paradero del resto de los detenidos desaparecidos?

-Enfáticamente digo que entregamos todo la información que obtuvimos. Pusimos todo el empeño. Sinceramente no creo que después de todo lo que hicimos e investigamos, se pueda acceder a más datos, ni paraderos de cuerpos. Es lamentable, pero tengo la convicción que es así, no creo que se puedan encontrar más cuerpos.

-Ese año dijo que hubo personas que entorpecieron la información.

-Efectivamente. Pero pese a ello, y gracias a la metodología que se implementó para dar respuesta a un tema tan complejo y doloroso, logramos tener información fidedigna de algunos cuerpos que habrían sido lanzados al mar. Nada más. Nos reunimos con todos los grupos involucrados, familiares de las víctimas, abogados de DD.HH., políticos, para explicarles que el resultado de nuestra investigación era el paradero de los cuerpos.

-Hay algunos que no quedaron satisfechos con ese resultado.

-Sí y es lamentable. Pese al esfuerzo, hubo muros infranqueables que no permitieron acceder a más información y entramparon nuestra investigación.

-¿Se refiere a la DINA?

-Mi respuesta es: hubo muros infranqueables. Saque sus propias conclusiones.

- Les pidió información a personas como Miguel Krassnoff, Marcelo Moren Brito, Manuel Contreras?

-Quiero ser muy claro. Se hizo un llamado en esos años. Y muy fuerte entre 2002 y 2005, a todas las personas a entregar información útil y conducente al objetivo perseguido. Se hablaba que habría un "pacto de secreto" entre las personas que podían estar más relacionados con estos temas. Nunca tuve un indicio que tal pacto existiese. Sin embargo, para que nada detuviera a alguien de informar, en tres oportunidades formalmente "levanté tal supuesto pacto".

-¿Cómo lo hizo?

-A través de una reunión con personal en retiro, otra con las unidades y personal en servicio y lo hice finalmente en una reunión, a fines de 2004, en la Escuela Militar. Ahí hablé a más de mil personas, desde ministros de Defensa y Justicia, hasta familiares de detenidos desaparecidos con pancartas de sus deudos. Frente a todos hice el llamado a dar información. Nadie estuvo ajeno a esa orden.

-¿Hubo personas que lo sorprendieron con su colaboración?

- Con respecto a investigaciones derivadas de la Mesa de Diálogo, están regidas por la norma de secreto. En otros casos, sólo a tribunales compete definir quién cooperó o no. No me sorprendió la disposición a entregar el máximo de colaboración a la justicia ante los sucesivos llamados, ya que quienes así actúan siempre manifiestan "que les ha hecho bien", independiente del alto costo que, muchas veces, les significa. Me consta que para ambas partes es tremendo enfrentar el pasado.

"Rezo siempre por ellos"

-Decía recién que su momento más doloroso fue Antuco. ¿Qué significa hoy para usted esa palabra?

-Una tragedia cuyo dolor viví directamente al estar con los familiares de las víctimas y donde busqué que la verdad y la decisión de enfrentar la situación pudieran paliar ese dolor.

-¿Sigue en contacto con esas familias?

-No. Un mes antes de dejar mi mando en el Ejército les presenté a Ricardo Toro, el general que iba a quedar a cargo. Les conté que me iba a retiro, pero que mi corazón siempre iba a estar con ellos. Y les dije que estaba comprometido de por vida, espiritualmente, a sentir el duelo igual que ellos.

-Usted es católico, ¿su espiritualidad y religiosidad lo ayudó a sobrellevar esa tragedia?

-Viví situaciones límite en esos días y más de una vez me pregunté ¿por qué me pasa a mí?, pero me daba cuenta que la tristeza que yo sentía no tenía comparación con el enorme dolor de las familias y también aquellos que tuvieron responsabilidad, aunque nunca pensaron causar esa tragedia.

-¿Rezaba mucho?

-Rezo siempre, pero en ese tiempo recé el doble. De hecho, un viernes a las tres de la tarde acababa de regresar de la capilla, y estaba a punto de almorzar, cuando recibí el llamado del general González. "Apareció el último soldado", me dijo. De inmediato llamé a su madre y luego al Presidente de la República. Actualmente sigo rezando por ellos.

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