domingo, 16 de agosto de 2009

Artículo denso y erudito para el fin de semana

PATRICIO GREZ DE H.

El padre Fernando Montes, el que da sermones diarios por canal 13, el que es rector de la Universidad Padre Hurtado (UPH), el que casó por la iglesia a Stalin Vladimir Ilich Karl Friederich Skalona, es jesuita. O sea Fernando Montes es progre, para ser más claro, es progre-izquierdoso. Natural dirá usted, los jesuitas siempre han sido de izquierda. El cura Arroyo, del plantel de la UPH, era conocido como el cura rojo en los tiempos de la UP.

Escuche o lea usted a los curas jesuitas y jamás los oirá o leerá defendiendo las Libertades Humanas, su discurso está plagado de reparos a la "usura" y el "lucro", sugerencias de sueldos mínimos "éticos" y sueldos máximos "éticos", precios “éticos”, "opción" por los pobres, apelaciones a nuestra "conciencia culpable" y otras platitudes políticamente correctas y normalmente recitadas con un tono de voz en falsete, medio quejumbroso, medio como siempre reprochando la maldad y egoísmo de sus siervos.


Pero fíjese usted que esto no siempre fue así. La orden de los jesuitas, la orden de San Ignacio de Loyola, fue una de las inspiradoras del liberalismo moderno, lo que Stalin Skalona llamaría despectivamente "neoliberalismo"...huy que horror. Si, así es aunque a usted le parezca increíble, se lo explico de inmediato. Le apuesto que nada de lo que le voy a explicar se enseña, ni por casualidad, en la muy progre UPH.



La prehistoria de la Escuela Austriaca de Economía surge a partir de los trabajos de los llamados “escolásticos” españoles del Siglo de Oro, desde mediados del siglo XVI a mediados del siglo XVII. Todos los liberales modernos lo señalaron, en particular Friedrich Hayek, especialmente después de sus contactos intelectuales con Bruno Leoni, el gran académico italiano autor del libro La libertad y la ley.


¿Quiénes fueron estos intelectuales españoles precursores de los teóricos de la Escuela Austriaca? La mayor parte de ellos fueron escolásticos que enseñaban moral y teología en la Universidad de Salamanca,

Estos escolásticos fueron en su mayor parte jesuitas y fueron capaces de articular la concepción subjetivista, dinámica y liberal que, 250 años más tarde, Carl Menger y sus seguidores de la Escuela Austriaca habrían de impulsar de manera definitiva.

De todos estos escolásticos quizás el más liberal haya sido el padre jesuita Juan de Mariana, nacido en 1536 quién a los 16 años ingresó en la Compañía de Jesús que había sido creada poco tiempo antes.

Aunque el padre Juan de Mariana escribió muchos libros, el primero de contenido más claramente liberal fue el titulado en latín De rege et regis institutione (Sobre el rey y la institución real), que fue publicado en el año 1598 y en el que se incluye su famosa defensa de la doctrina del tiranicidio, contra los reyes abusadores, que suben constantemente los impuestos y reducen a diario los espacios de libertad individual. Mariana con su análisis defiende la idea de que el derecho natural es siempre moralmente superior al poder del todopoderoso Estado.

Pero quizá el libro más importante escrito por Mariana a nuestros efectos fue el publicado en 1605 con el título en latín de De monéate mutatione (Sobre la alteración del dinero) y que posteriormente fue publicado en español con el título de Tratado y discurso sobre la moneda de vellón que al presente se labra en Castilla y de algunos desórdenes y abusos.

En este libro Mariana comienza por preguntarse si el rey o el gobernante (el Estado) es el propietario de los bienes de sus vasallos, llegando a la conclusión de que en ningún caso esto ha de ser así. Mariana señala que los impuestos son una apropiación forzosa de una parte de la riqueza de los vasallos.

.De la misma manera, nos dice el jesuita, tampoco puede el rey crear monopolios estatales, puesto que estas instituciones no son sino una manera de imponer cargas contributivas.

Tampoco puede el rey —y este es uno de los aspectos más importantes del contenido del libro de Mariana— obtener ingresos por la vía de reducir el contenido de metal noble en las monedas que los ciudadanos utilizan como dinero. Y es que Mariana se da cuenta de que la reducción del contenido de metal noble en las monedas, y por tanto el incremento del número de las mismas, no es sino una forma de inflación monetaria o sea aumento del circulante (aunque él no utilice este término, que en su época era desconocido) que inevitablemente llevará a un aumento de los precios y la creación de burbujas (término que tampoco se usaba en esos tiempos) , porque "si baja el dinero del valor, suben las mercadurías sin remedio”

Mariana describe también las muy serias consecuencias económicas a que da lugar la devaluación y la intervención del gobierno en el ámbito monetario de la siguiente manera: «solo un insensato intentaría separar estos valores de modo que el precio legal difiriera del natural. Estúpido, ¿qué digo?, malvado el gobernante que ordena que algo que la gente común valora, digamos, en cinco, se venda por otro precio. Los hombres se guían en estos asuntos por una estimación común fundada en la consideración de la calidad de las cosas, así como en su abundancia y escasez. Sería vano que un príncipe buscara socavar estos principios del comercio. Más vale dejarlos en paz y no forzarlos, pues hacer lo contrario únicamente iría en detrimento público.»

¿Qué le parece el curita jesuita Mariana?



Pero hay más, mucho más. Sigamos.



Juan de Mariana señala que el origen del valor de las cosas se encuentra en la estimación subjetiva de los hombres, siguiendo así la doctrina tradicional de los escolásticos sobre la teoría subjetiva del valor. «el valor de una cosa no depende de su naturaleza objetiva sino de la estimación subjetiva de los hombres, incluso aunque tal estimación sea alocada»; añadiendo, para ilustrar su tesis, que «en las Indias el trigo se valora más que en España porque allí los hombres lo estiman más, y ello a pesar de que la naturaleza del trigo es la misma en ambos lugares».

Y sigue: «los que miden el justo precio de las cosas según el trabajo, costas y peligros del que trata o hace la mercadería yerran mucho; porque el justo precio nace de la abundancia o falta de mercaderías, de mercaderes y dineros, y no de las costas, trabajos y peligros».

La concepción subjetivista del valor y de la economía hizo posible que otros escolásticos españoles vieran claramente cuál es la verdadera naturaleza de los precios de mercado.

Pero hay más, mucho más.

Otro jesuita de aquellos tiempos, Juan de Salas, refiriéndose a las posibilidades de llegar a conocer la información específica que los agentes económicos manejan en el mercado, llegó a la muy hayekiana conclusión de que tal información es tan compleja que «quas exacte comprehendere et ponderare Dei est non hominum», es decir, que sólo Dios, y no los hombres puede llegar a comprender y ponderar exactamente la información y el conocimiento que maneja un mercado libre con todas sus circunstancias particulares de tiempo y lugar


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