miércoles, 26 de agosto de 2009

PARA QUE NO ABORTEN


GONZALO ROJAS

Ayer, en un seminario de Un techo para
Chile, se nos preguntaba: ¿Cuáles son en el país
los sueños abortados?
Cirtamente son distintos los sueños desde
la izquierda que los que tenemos los
conservadores.


Para la izquierda: un país en que puedan
conjugarse la igualdad con la diversidad. Suena
bien, pero es un sueño abortado porque ambos
objetivos se han puesto donde no se debe.
La igualdad, ya que el énfasis de la
izquierda está en lo redistributivo en materias
económicas y en la nivelación por abajo, en
materias educativas.
La diversidad, porque el énfasis de la
izquierda está en la llamada agenda valórica, es
decir en que cada uno pueda hacer en casi todo
(¿porqué no en todo?) lo que le parezca
conveniente. Esa agenda ha triunfado en algunas
materias (divorcio, condón) pero está sumamente
retrasada en otras: (homosexualidad, etnias,
aborto, eutanasia, marihuana).
Y aborta porque, por una parte, encuentra
decididas y fuertes resistencias y, por otra,
porque produce serios deterioros en la persona
humana.
A su vez, para nosotros, conservadores,
los sueños abortados tienen que ver con la
pérdida de grandes bienes que habríamos querido
conservar y mejorar: Unidad familiar, liderazgos
desinteresados, natalidad generosa, sexualidad
ordenada, castellano pulcro, espíritu
emprendedor, trato no violento, seguridad
ciudadana, femineidad.
Es decir, la dignidad humana en todas sus
dimensiones. Y vemos, especialmente a quienes nos
toca educar, con cuántas carencias se presentan
hoy las nuevas generaciones en varias o muchas de
esas materias. Y lo difícil que es recuperarlos;
es lo típico de un aborto: deja una huella
indeleble.
También nos preguntaron: ¿Se ve algún
cambio de actitud de parte de los políticos en la
forma de hacer validar los sueños del país?
Parece que sí, que hay una generación que
marca presencia de modo diferente: José Antonio
Kast y Felipe Ward en la UDI; Manuel José
Ossandón y Nicolás Monckeberg en Renovación;
Claudio Orrego y Jorge Sabaj en la DC.
Se enfrentan a sus propios líderes
partidarios; escogen lugares complicados (Calama,
Puente Alto Cerro Navia, Peñalolén) o temas de
alto riesgo (píldora). Y, además, tienen un
sentido estético y amable de la política.
Pero también podrían abortar sus sueños
si siguen pasando dos cosas: Que los egoístas y
los corruptos se queden en el sistema y que cada
vez que los jóvenes líderes se propongan los más
altos ideales, algunas voces salgan a decir que
eso es imposible, que esos políticos piden
demasiado, que la juventud chilena no puede dar
tanto.

Gonzalo Rojas Sánchez

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