sábado, 21 de noviembre de 2009

Histeria peruana


Hernán Felipe Errázuriz
El mercurio

Las relaciones con Perú hay que revisarlas. Para tratar reacciones paranoicas se requieren una diplomacia activa, que desnude la ofensiva peruana, firmeza y psiquiatras.

Perú responde con histerismo por el supuesto espionaje del suboficial Ariza. Reconoce que estuvo destinado por la inteligencia peruana en Chile. No habrá sido para juntarse con los suyos en nuestra Plaza de Armas.

Alan García -"caballo loco" en su anterior gobierno- ha vuelto a perder los estribos. Comprensible; está en una encrucijada: el episodio, o es corrupción de sus servicios de inteligencia, o lo han emboscado para extremar las relaciones bilaterales. Ambos son problemas del Perú. Es el oscuro mundo del espionaje, que se trata por canales y códigos distintos de la diplomacia.


Los servicios secretos peruanos, a diferencia de los chilenos, derriban gobiernos e instituciones y destruyen a políticos. Videos, interceptaciones telefónicas e informáticas, audios, traiciones y otras ilegalidades son allí corrientes. Ahora se investiga a una compañía de marinos peruanos que interceptaba comunicaciones de militares chilenos. En 2001 se detectaron escuchas en la embajada de Chile en Lima. El canciller Javier Pérez de Cuéllar los atribuyó entonces a un descuido chileno.



La corrupción está presente en esos servicios. Conocido es el caso de Vladimiro Montesinos. Ayudante del ex canciller Mercado Jarrín, fue expulsado del ejército por espiar para la CIA. Recontratado en la anterior administración de García para desbancar a Vargas Llosa, dirigió la inteligencia peruana durante Fujimori. Lo demás es historia conocida.

Suponer que no hay espionajes entre países es otra maledicen- te ingenuidad peruana. Israel, el mayor aliado de Estados Unidos, ha sido sorprendido varias veces espiando a Norteamérica. Es corriente la detección de espías en- tre vecinos y habitualmente entre rusos y estadounidenses, sin no- tas diplomáticas ni afectación en sus relaciones.

Nosotros, en cambio, los expulsamos -lo hicimos recien- temente con un peruano en Val- paraíso-. Equivocadamente, la Cancillería lo publicitó.

Otra vez los nacionalistas peruanos buscan hacernos sentir deudores, para que procedamos con debilidad, como si fuéramos culpables. Están haciendo el ridículo ante Chile, La Haya y el mundo. Actúan como Chávez y como los comunistas en la Guerra Fría, recurriendo a la victimización y al pacifismo, sin dejar de lado las amenazas, animosidades y dobleces. Fatal sería que cediéramos en ese juego, en el cual sólo ganan los extremistas. Pretenden seguir avanzando en la delgada línea de lo que es tolerable.

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Sergio Soto Rivas
21/11/2009 09:28
[ N° 2 ] Claramente necesitamos a Errázuriz de vuelta en la Cancillería y a muchas otras caras, que entre otras razones, nos inspiran respeto y confianza en sus gestiones.


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Ciro Cardenas Aldea
21/11/2009 10:15
[ N° 5 ] Por decenas y decenas de años los peruanos nos vienen arrastrando el poncho.

Aparte de mantener publicaciones periódicas desaforadamente antichilenas (en Chile jamás se ha visto algo así contra Perú), el gobierno o los líderes de opinión de ese país están constantemente encontrando motivos para reclamar o conflictuar lo que antes estaba quieto.

Su problema es que carecen de valor para venirse derechamente y con todo contra nosotros, como ha sido su añoranza por más de cien años.

Aunque se movilizaron hacia la frontera esperando que los argentinos empezaran los ataques, ninguno de ambos vecinos se atrevió a dar el paso cuando el país quedó inerme gracias a las gestiones de la antipatria hoy gobernante que consiguió neutralizar nuestro aparato de disuasion militar basado en armamento norteamericano.

¿Qué les hizo repensarlo?

La actitud serena pero firme y clara de nuestros gobernantes de entonces.

Si ahora están tan alzados es por la ya proverbial pusilanimidad de la antipatria instalada en La Moneda.

Otra razón para desalojarlos.


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