EL DIARIO DE HOY EDITORIALES
Domingo 21 de febrero de 2010 editorial@elsalvador.com
La lectura de esta novela explica el gran entusiasmo de algunos funcionarios del FMLN por establecer aquí un sistema totalitario
Teresa Guevara de Lopez
Nuestros años verde oliva
El escritor chileno Roberto Ampuero estudió literatura en La Habana, trabajó como periodista en Bonn, se incorporó al Taller Literario de la Universidad de Iowa y actualmente publica desde Estocolmo, donde reside. Plasma sus vivencias en Cuba en la apasionante novela: “Nuestros años verde olivo”.
Relata las vivencias de un universitario chileno, militante comunista de los años de Allende, quien tras el golpe militaren1973, consigue una beca para Alemania Oriental, para prepararse para combatir la dictadura en su país. Aunque le decepciona el atraso de la Alemania soviética, comparado con el progreso de la Alemania capitalista, lo justifica por el dominio ruso.
Su meta es Cuba, con su revolución auténtica, modelo a replicar en toda Latinoamérica.
Realiza su sueño al enamorarse de una estudiante cubana, hija de un importante comandante, lo que le permite establecerse en la isla y casarse. Se incorpora a las organizaciones de chilenos, preparándose para rescatar a su patria por la vía de las armas. En la universidad, es requisito estudiar medio tiempo y el resto ayudar a reconstruir La Habana de los resabios del capitalismo. Demoler las suntuosas residencias de las zonas de Miramar y el Vedado, antes ocupadas por millonarios y diplomáticos, aún con muebles y enseres abandonados por la rápida huida de sus propietarios. Las mejores, son habitadas por altos funcionarios del gobierno.
Pronto se ve dolorosamente enfrentado a sus desilusiones y a la trampa tendida por un régimen despiadado, que vive un remedo de los ideales que propagó en sus orígenes. Largas horas perdidas en interminables colas para obtener alimentos con las cartillas de racionamiento.
Estricta prohibición a leer los clásicos de la literatura universal, considerados contrarrevolucionarios. Ropa de pésima calidad, muy limitada por los miserables sueldos. Y la frustración de que los jóvenes chilenos están siendo enviados a morir a los frentes de Angola y Nicaragua, y no a combatir la dictadura en Chile.
Relata el Festival Internacional de la Juventud, con delegaciones comunistas de todo el mundo, y algunos grupos progresistas de EE.UU. y Latinoamérica, para lo que La Habana disfraza su miserable realidad con un maquillaje de prosperidad inexistente. Son encarcelados los elementos considerados antisociales o sospechosos en términos políticos, que pudieran revelar la verdad a los extranjeros. Efectivos militares cierran el acceso a las playas cercanas a La Habana, surtiendo las miserables tiendas y chalets de refrescos, café, tabaco y demás delicias de las que antes carecían.
La fiesta de clausura en el Parque Lenín, acordonada por la policía
y restringida a los visitantes extranjeros y altos funcionarios, fue un
derroche de carnes, pescados, mariscos, frutas, pasteles y delicadas bebidas, atendida por elegantes mozos de chaqueta blanca. Los visitantes suecos quedan maravillados por el ambiente de igualdad solidaria que el comunismo había establecido, donde todos se decían compañeros, y la población tenía acceso a tan exquisitos festines, lo que desgraciadamente no ocurría en Suecia.
Otros deseaban que los países de América Latina, hoy empobrecidos
por el sistema capitalista, algún día pudieran disfrutar de los beneficios que la tarjeta de racionamiento tenía para los cubanos. Y el amargo despertar que al vencerse su pasaporte chileno, su única opción es nacionalizarse cubano, no poder salir del país, la destrucción de su matrimonio por las actividades políticas de su mujer, en un ambiente
de temor, donde un pariente o amigo pueden denunciarle por criticar al régimen y condenarle a 20 años de cárcel por contrarrevolucionario.
La lectura de esta novela explica el gran entusiasmo de algunos funcionarios del FMLN por establecer aquí un sistema totalitario. Sus frecuentes visitas a Cuba les han mostrado las ventajas que ellos disfrutarían, destruyendo nuestro sistema de libertades.
Dios nos ampare y abra los ojos de tantos que todavía están engañados.
*Columnista de El Diario de Hoy.
domingo, 21 de febrero de 2010
EL SALVADOR: REALIDAD DE CUBA
Etiquetas:
REALIDAD DE CUBA
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