
Nuestra verdadera y triste realidad........¿de que nos ha servido la modernidad y el avance de la tecnica? Saludos
Transcurridas sólo unas horas desde el último movimiento telúrico, que afectó a gran parte de nuestro país, hemos podido observar no sólo el derrumbe, las grietas y las fisuras de las construcciones levantadas por el hombre, sino que hemos sido testigos, y no con menos espanto,
de las fisuras y grietas que aún perduran en nuestra sociedad, representadas gráficamente por el vandalismo, robo y saqueo a las víctimas de la naturaleza.
Si bien es cierto se siente congoja al ver poblaciones destruidas en su totalidad, con problemas de suministro de los servicios básicos y de alimentación, más aprieta el alma saber que esos sobrevivientes, que aún no pueden enterrar a sus difuntos, son nuevamente víctimas, pero ahora del propio ser humano, de hordas que arrasan con los pocos
enseres que lograron salvar de las fuerzas destructivas de la
naturaleza.
Una vez más debemos reconocer que el hombre es el peor enemigo del hombre.
Debemos meditar que impulsa a esos seres humanos a encarnizarse con otros seres humanos aprovechándose de su situación desvalida y de completa indefensión.
Se le reprocha a la autoridad el no estar presente para contener a los vándalos, pero, sin exonerar a la autoridad de su negligencia de no anticiparse a los hechos de vandalismo, creo que el juicio de reproche debe recaer sobre la sociedad toda.
Construimos una sociedad carente de valores, en la cual la solidaridad y el respeto al prójimo no existen o están en el último peldaño de las prioridades.
Observemos que esas conductas que nos espantan y, porque no decirlo, que también nos producen inseguridad por el hecho de que más tarde o más temprano nosotros podemos ser víctimas de robos, asaltos o saqueos, se dan en diferentes estratos sociales y culturales, no sólo el llamado lumpen actúa de ese modo, aprovechándose del desvalido y del necesitado.
Los responsables de las constructoras que pusieron fierros más delgado del que debían, que pusieron más arena que cemento, que no hicieron acucioso estudio de la mecánica de los suelos, también han dado muestra de ausencia de valores, haciendo primar el lucro, el beneficio propio en desmedro del prójimo.
Todo negocio tiene una legítima utilidad, pero cuando la ambición lleva a incrementar la utilidad en perjuicio de la contraparte, estamos frente a conductas que demuestran la ausencia de valores morales.
Del mismo modo lo vemos en las relaciones laborales cuando el que vende su fuerza de trabajo tiene que aceptar condiciones indignas porque también se encuentra desvalido y necesitado del empleo y de la remuneración para mantener a su grupo familiar. El empleador pudiendo
pagar un poco más no lo hace, aumenta su margen de utilidad a costas de la vida infrahumana que deberá llevar “su” trabajador.
Con nostalgia recuerdo los tiempos cuando en la Papelera de Puente Alto se les construían viviendas a los trabajadores cerca de la fuente laboral para que tuvieran una mejor calidad de vida.
Ejemplos dignos a seguir, empresarios que se preocupen de la calidad de vida de sus trabajadores, constructoras que construyan sobre la norma para dar adecuada satisfacción y seguridad a sus compradores, profesionales que satisfagan íntegramente las necesidades de sus clientes, autoridades que cumplan y hagan cumplir las leyes, iglesias cuyos miembros prediquen y practiquen.
Pero esos ejemplos no son pan de cada día y de existir, “no son noticia”, en nuestra “cultura” sólo lo malo es noticia, no se difunde lo bueno y por ende el efecto imitativo que producen los medios de comunicación solo se nutre de lo malo.
Quizás sean esas arbitrariedades e injusticias que comento, que ocurren en el día a día y no las percibimos porque estamos ocupados de nuestros propios problemas. Arbitrariedades e injusticias que no aparecen en la primera página de los diarios, ni en los noticieros de la radio y/o televisión, o quizás –más terrible aún- si las percibimos
pero las internalizamos como conductas legítimas porque la mayoría las realiza, tal es el caso de la larga lista de casos de corrupción que se han denunciado… ¿si roba el de más arriba porque no ha de robar el de más abajo?
Y así se van legitimando conductas que moral y legalmente son reprochables.
La ley nace y actúa cuando la moral no basta, si todos fuéramos probos no se requeriría un código penal para sancionar al que roba.
Pero a quien le interesa la moral hoy en día, quién la enseña en los colegios, que padres les dan charlas a sus hijos sobre el ser y el deber ser, que iglesia verdaderamente educa en la moral sin limitarse a repetir dogmas inconversables?
Pensemos que hace más de 100 años, en el gran terremoto del año 1906, se produjeron los mismos actos de vandalismo y saqueo, la autoridad fue mucho más drástica, se ejecutó y colgó a los vándalos… fin de los saqueos… fue necesario y útil el escarmiento.
Hoy, cien años después, el ser humano comete los mismos actos de vandalismo, con el agravante que ahora no sólo roban artículos de primera necesidad, sino que artículos electrónicos, electrodomésticos y enseres de otras familias damnificadas, e incluso se ha visto saqueadores llegar en camionetas y automóviles para trasladar el producto de sus fechorías, obviamente ellos no actúan impulsados por un estado de necesidad, y todo ello frente a la actitud pasiva de las fuerzas de orden.
Aplicarles el mismo castigo que hace cien años hoy es impensable debido al auge de los “derechos humanos”, derechos humanos que en casos como este no considera los derechos de las víctimas, de la gente honesta y de trabajo, el estado por proteger los derechos humanos de
los delincuentes –vándalos, lumpen o de cuello y corbata- deja en la indefensión a la inmensa mayoría del país, dando una señal torcida, es más fácil robar que trabajar, es más fácil defraudar que ser honesto…
¿por qué no hacerlo si hay impunidad?.
Creo que los desastres naturales nos permiten también ver los desastres sociales y morales.
La naturaleza obra cíclicamente con diversas manifestaciones, si bien es cierto no las podemos evitar, si se pueden atenuar sus efectos, con prevención, con solidaridad y con la práctica de una receta muy antigua, no hacer al prójimo lo que no deseamos que nos hagan a
nosotros, a contrario sensu: “amar al prójimo como a uno mismo” y ser consecuente con ello día a día en nuestros actos, no sólo en caso de catástrofes naturales.
Los recientes hechos nos permiten apreciar que el hombre zozobra y no producto del tsunami, nos hundimos en el fango de la inmoralidad, en la falta de principios, en el afán de producir para consumir, en vez de evolucionar, caemos cada vez más bajo, somos una sociedad de mucho
bienestar, de mucha tecnología, pero de poca moral, esa es la gran fisura de nuestra sociedad que las grietas de los muros me permiten ver.
domingo, 7 de marzo de 2010
" FISURAS "
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