jueves, 11 de marzo de 2010

LA RED INTERIOR

La red de Interior


En el conjunto de fallas del aparato público que han quedado al descubierto durante la última semana, una de las más flagrantes es el funcionamiento de la red de Interior, integrada por el Ministerio del Interior, intendencias, gobernaciones y municipalidades, junto a organismos de apoyo, como la Onemi. Más allá de actuaciones de las autoridades gubernamentales en distintas instancias que puedan ser cuestionadas, se observa allí una falla estructural de la institucionalidad misma. Su operación aceptablemente eficaz en situaciones de emergencia es esencial. Pese a que dicha secretaría de Estado aparece normalmente vinculada a su función de seguridad pública, su rol principal y originario es la coordinación del gobierno central con las regiones, provincias y comunas del país, lo que, según se ha advertido, no opera siquiera medianamente.

El propio intendente de la Región del Biobío lo graficó en declaraciones a este diario: “Imagínese lo que es no tener comunicación durante 48 horas con el Ministerio del Interior, gobernadores, alcaldes, ni las Fuerzas Armadas”. Otro tanto expresó su par de la Región del Maule. En otras palabras, las principales autoridades de las regiones más afectadas por el terremoto carecían de información acerca de lo que ocurría, y no podían coordinar su actuar ni con el gobierno central ni con las provincias y comunas afectadas.

Es difícil imaginar nada más importante para un intendente que contar con un canal expedito de comunicación con gobernadores y alcaldes. Su labor descansa en la buena coordinación que logre con ellos y con el Ministerio del Interior, tanto en tiempos de normalidad como de emergencia.

Es inevitable un profundo re-examen de la estructura de la red de Interior —incluido el ministerio mismo—, de la función básica que le es exigible, de las atribuciones formales entregadas a cada uno de sus niveles y, también, de las capacidades que deben tener las personas que ocupan los cargos correspondientes, principalmente el de intendente.

Por ejemplo, ha sido largamente representada la duda acerca de hasta qué punto se justifica la existencia del cargo de gobernador, pero ¿qué atribuciones debería realmente tener un intendente? ¿Puede cumplir con su rol si no trabaja mancomunadamente con los alcaldes de su región? ¿Posee facultades para lograrlo? ¿Puede hacerlo si tiene un peso personal inferior al de ellos?

Son preguntas para el gobierno que está pronto a asumir y que, tras lo ocurrido, deben ser respondidas ineludiblemente.




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