martes, 6 de abril de 2010

LAS FUERZAS DE LA DEFENSA ESTUDIAN LECCIONES QUE DEJÓ EL TERREMOTO


TERREMOTO / Las fuerzas de la Defensa están abocadas a estudiar las lecciones que dejó el gran movimiento:
Las vulnerabilidades internas que descubrió el sismo y cómo las encaran las FF.AA.

Se comparó la situación de incomunicación total que dejó la catástrofe con la de una agresión externa, pero finalmente primó el análisis que nadie en el país estaba preparado para la magnitud del desastre y que lo que viene es corregir los flancos que apagaron también las comunicaciones, el agua, el comercio.


Como a todos, el terremoto "sacudió" el esqueleto de las FF.AA. En los primeros días, quedaron al desnudo vulnerabilidades que se consideraban inimaginables en ellas -incontables y graves errores del SHOA, fracaso de los sistemas de comunicación, inconexión con la ONEMI-, lo cual abrió un período de severa reflexión en sus mandos y en las autoridades de la Defensa. Sus conclusiones aún no han trascendido, pero buscamos conocerlas en sus más altas fuentes.

El sacudón fue duro, especialmente en la Armada, aunque a tres semanas de la catástrofe, el conjunto de las instituciones de la Defensa han mostrado una gran organización para restablecer el orden público y participar masivamente con sus efectivos en la reconstrucción.

Agregó más sal a la herida, la interpretación que se hizo -incluso en países vecinos- de aquellas palabras del ministro de Defensa, Jaime Ravinet , que plantearon la interrogación de lo que habría ocurrido si en vez de una catástrofe natural hubiéramos sufrido un ataque desde el exterior.

La respuesta a ello, como se respira al interior de la Defensa, es que no habría ocurrido nada distinto a lo que vimos. Con un eventual ataque exterior en nada habría cambiado el cuadro, ya que la capacidad de disuación chilena mantiene sus propios derroteros y tiene, asimismo, sus propios sistemas de comunicación y detección que garantizan respuesta inmediata.

En verdad, a lo que Ravinet parecía apuntar era a la seguridad por emergencias de orden interno o por obra de la naturaleza, gravemente comprometida por la falta de electricidad, el desabastecimiento de combustible, la rotura de las carreteras matrices y el inconcebible colapso de las comunicaciones oficiales, desprovistas de respaldo efectivo, con teléfonos satelitales cuidadosamente guardados en la caja de fondos por su alto costo de operación.

Responsabilidades

Se creyó y especuló con que el Presidente Piñera iba a solicitarle la renuncia al almirante Edmundo González, comandante en jefe de la Armada, pero el miércoles 24 las responsabilidades fueron encapsuladas en el SHOA. Fueron dados de baja su cabeza y un oceanógrafo que participó en la decisión de cancelar la alerta de maremoto, decisión resuelta a las 4:56, en circunstancias que las peores olas en Talcahuano y Dichato fueron posteriores, a las 6 y a las 6:40. Pero también es cierto que el mayor número de víctimas se las llevó el mar en Constitución, donde 3 de las 4 olas azotaron la costa antes que el SHOA levantara la alarma.

Cuando el director del SHOA habló con la Presidenta Bachelet a las 8 horas, ignoraba que la ola ya se había producido hacía dos horas y media en Talcahuano. El problema del SHOA era ser parte de una institución "contínua" y no de un servicio como la ONEMI con mala categoría técnica y dirección esfumada con el cambio político, aunque sus responsabilidades eran mayores. Según el descargo de la Armada en su investigación sobre los hechos, la Onemi, conforme a su propio manual de respuesta ante maremotos, debió activar en forma automática la Alerta Roja en fase Evacuación frente a un sismo de 8,8 grados.

El daño mayor

A la Armada los 8,8 en la Escala de Richter le botaron su sistema de comunicaciones, basado en antenas que se cayeron en la zona del epicentro. Su segundo sistema, por fibra óptica en el mar, se lo cortó el maremoto. Ese amanecer sólo les funcionó la comunicación por radio de buque a buque que les permitió salvar las embarcaciones.

La situación del Ejército fue similar, aunque mejor: como a todo el país, le capotaron los celulares y su sistema estable no funcionó porque 3 antenas repetidoras de microondas se desalinearon entre la VII y la VIII Región y no es fácil ubicarlas y girarlas nuevamente. Sí le operó el segundo sistema, Torrente. Lo compró el Ejército después de Antuco, donde también fallaron las comunicaciones, para que cada regimiento pueda estar comunicado hasta con 10 estaciones desplegadas en los alrededores. Es un sistema de radio civil, abierto a cualquiera, porque son más baratos, concebido para que cada unidad se comunique con su red, pero el día 27 lograron comunicar las unidades de la VII y VIII Región a las 6:45, haciendo funcionar el Torrente con el sistema de radio HF (alta frecuencia). El terremoto les rompió además los canales de fibra óptica que arrienda la institución a empresas en algunas partes del sur, porque es el más rápido y, se suponía, seguro.

Carabineros también se comunicó por radio ese día, pero en niveles muy centrales. Sus comisarías y tenencias quedaron, en general, sin información. El Ejército pudo coordinarse con la FACh, en cuyos aviones trasladó un tercio de las tropas al área D.

¿Qué está pasando?

Las autoridades de Defensa están abocadas ahora a resolver la forma de blindar las comunicaciones y a corregir las vulnerabilidades que descubrió el terremoto porque afectaron la seguridad interior, elemento complementario al uso del aparato disuasivo.

Las fuentes castrenses descartan absolutamente que el caos y la paralización interna que generó el sismo sean extrapolables a un ataque exterior. Comparan más bien el escenario del día 27 con el 11-S de Nueva York, con un ataque extremista por lo imprevisto. Es impensable, señalan, que se produzca una asonada extranjera sin un conflicto o, al menos, una tensión previa y habría sido detectada. No por el SHOA, ironizan, sino que por los radares que están en otras bases y barcos a lo largo del país.

Pero para superar esta vulnerabilidad frente a lo imprevisto coinciden: hay que remontar la monodependencia en la electricidad. Para el ministro Ravinet, "la gran enseñanza es que hay que asegurar con generadores los grandes supermercados, las distribuidoras y estaciones de servicio para la carga y descarga de combustible, incluso las sanitarias que usan energía para distribuir el agua".

Otras fuentes de Defensa relatan que hasta el terremoto había habido poca o nula colaboración de Hacienda cuando lo que se solicitaba no era la reposición de armamento, sino que el respaldo de servicios civiles que aseguran la red de seguridad interior.

Sólo este apoyo permitiría el segundo objetivo: blindar las comunicaciones. Una opción es establecer una red de respaldo HF que se podría encriptar (para que no quede abierta a cualquier radioaficionado). Otra, señalan en fuentes militares, arrendar más canales de comunicación satelital para comunicación directa teléfono a teléfono y tener sistemas de radio que lo usen.

Y una tercera lección frente a la precariedad en la seguridad interior desnudada, analizan, es repensar el sistema de comunicación entre autoridades civiles, militares y Defensa. Aun antes que el anterior gobierno dictara el decreto exento 760 -que menos de 48 horas antes del terremoto subordinaba a las FF.AA. a la Onemi, reduciendo su labor a una de transporte de voluntarios-, los militares ya cumplían una función marginal frente a la Onemi. De hecho, frente a catástrofes como las de Chaitén o Tocopilla se nombraron ministras en terreno.

Aun así, la Contraloría interpretó a través del dictamen 42822 en 2008 que los uniformados pueden asumir funciones humanitarias y de emergencia, aunque no sea declarado previamente el estado de excepción constitucional. Eso explica que al amanecer del día 27 salieran a la calle a ayudar y comenzara la movilización a la zona amagada. Sólo después de que Bachelet firmara el estado de catástrofe se hicieron, además, cargo del orden público en Concepción y Biobío.

Todas las lecciones aprendidas a golpe de remezón y mar son las que traducirá en medidas concretas para mejorar y descentralizar los sistemas de emergencia la comisión interministerial que debe evacuar a fines de abril sus conclusiones.

''La gran enseñanza es que hay que asegurar con generadores los grandes supermercados, las distribuidoras y estaciones de servicio(...) incluso las sanitarias que usan energía para distribuir el agua",

JAIME RAVINET, MINISTRO DE DEFENSA

CARABINEROS

también se comunicó por radio ese día, pero en niveles muy centrales. Sus comisarías y tenencias quedaron, en general, sin información. El Ejército pudo coordinarse con la FACh, en cuyos aviones trasladó un tercio de las tropas al área D.


La difícil movilización del Ejército
Hasta hoy existe un cierto dolor entre las autoridades del Ejército saliente por las críticas que le hizo la autoridad política (la ex Presidenta Bachelet y su ministro del Interior, Edmundo Pérez) de que actuaron tarde tras el terremoto.

No ignoran que fue una forma de replicar a la acusación de que fue el Gobierno el que demoró en decretar el estado de catástrofe que le permitía usar las FF.AA. para reponer el orden público en las regiones del epicentro. Pero la crítica a los militares ha continuado.

Autoridades castrenses, sin embargo, defienden que hicieron un gran esfuerzo logístico. Es Interior el que se hace cargo de las catástrofes y es Carabineros, con sus 44 mil funcionarios de planta, el que debe mantener la seguridad. El día 27, sin embargo, el comandante en jefe empezó a acuartelar a las 6 horas a los soldados por lo que pudiera venir. Era la madrugada de un sábado, el último de febrero, y la mayoría estaba tomando vacaciones, luego de haber tenido que postergarlas al participar en la segunda vuelta presidencial en enero.

Las unidades estaban con el mínimo de personal. En Concepción debía haber 1.200 militares y sumaban sólo 300. En Chillán y Los Ángeles había 200 y no los 900 regulares. Lo mismo ocurría en Talca y en la Escuela de Artillería de Linares. Los que estaban salieron a la calle el sábado a dar ayuda humanitaria.

Hacía 20 años que se encontraban fuera de toda emergencia y no estaban preparados ni organizados para salir a una operación militar donde debían reponer el orden público en medio de los saqueos masivos y una población alterada. Sin escudos ni bombas lacrimógenas, nada disuasivo, porque ellos actúan por puro ascendiente, el que fue reclamado con tanta fuerza en los pueblos y ciudades amagadas que finalmente Bachelet firmó el decreto de estado de emergencia la tarde del domingo.

El 85% del orden público estaba restablecido esa noche. La del lunes, el 100% y sin muertos (días después cayó un civil ante una patrulla de la Armada). Desde todo Chile, salvo sus dos extremos, viajaron uniformados por carreteras destruidas y fueron trasladados, además, con logística propia. No había agua y alimentos para los 13 mil militares que llegaron a la VII y VIII Región. Casi todo el Ejército.

El jueves 4 de marzo, el entonces comandante en jefe, el general Izurieta, hizo su descargo: "Cuando al Ejército le dicen que actúe, y tiene el respaldo para hacerlo, lo hace rápido y eficiente".




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