jueves, 20 de mayo de 2010

INDULTO BICENTENARIO Y DD. HH.




En poco tiempo se podrá decidir si como nación damos un paso adelante y dejamos atrás de una vez el revanchismo político o el deseo de aferrarse al caballito de batalla político de los derechos humanos, sigue siendo la piedra de tope para que en nuestro país exista la gobernabilidad de un país que aspira a ser desarrollado.

Es cierto que el trabajo mediático ha sido profesional y la sensiblería ha parcializado la visión de los hechos que vivió nuestro país desde 1973. A nadie debe sorprenderle que la historia siempre sea escrita por quienes gobiernan y sin duda que el trabajo sistemático de 20 años de Concertación, de un tratamiento del tema a nivel de organismos internacionales como "Human Right Watch y Cia." y de la explotación de casos emblemáticos como el caso "Letelier" o el caso "degollados", entre otros, han ideologizado la historiografía. También es cierto que, pese a todo lo señalado anteriormente, de a poco se han abierto espacios de debate y de un sano revisionismo a la "verdad oficial" que ha buscado que millones de chilenos que no vivimos ese período asumamos como trinchera moral.
Hoy se plantea la figura del indulto bicentenario, término jurídico-político que da lugar a todo tipo de especulaciones y que en sí mismo nada dice, pero que ya está generando reacciones encolerizadas de quienes ven en este el fin del "maná" político que han recibido durante años.
Nadie puede negar que luego del Gobierno Militar casi todos sacaron dividendos políticos y económicos: abogados y jueces (incluso extranjeros) que asumían el rol de defensores de los oprimidos, también dirigentes que, sin ningún sustrato político hacían suya la defensa del legado del Gobierno Militar ¿Quiénes perdieron? El sistema político, con un seudo bipartidismo poco representativo y que más que equilibrio, constituye un velo tranquilizador ante un sistema inhumano. Las reales víctimas: familias de presos políticos y decenas de oficiales que cumplen condena olvidados por la sociedad, por sus propias instituciones y por quienes hoy están "avergonzados" de haber pensado de determinada manera, ya que es impensable dentro de lo politícamente correcto ser un defensor de quienes se han colocado en el banquillo de los victimarios.
Tal vez una manera de resumir en una breve fórmula el pulso de la actual situación política chilena sea señalando que en ella se da una convivencia tensionada, irresuelta como tal y, por tanto, posible de ser recreada sistemáticamente, entre un régimen político tendencialmente democrático y un sistema político inercialmente autoritario.
Que las sociedades alcancen una cohesión social duradera y un orden político medianamente estable y eficaz es un trabajo de muchos años, de luchas, de reiterados desencuentros, pero sin duda que no se alcanza cohesión social con una recreación permanente del tema de los derechos humanos, tema que en la actualidad no tiene ningún sustrato moral ni político que justifique su vigencia.

Cristián Jara



No hay comentarios: