NO BASTAN LAS DECLARACIONES

“EL COMENTARIO INDEPENDIENTE”
COMENTARIOS SOBRE TEMAS DE INTERÉS PÚBLICO,
CRR Complejo Radial para la Región de Los Ríos


Hola,

El Presidente de la República se reunió en el Palacio de Gobierno con la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, AFDD, ocasión en la que expresó dos conceptos, a saber: su compromiso con seguir avanzando en la búsqueda de la verdad y de la justicia, y la necesidad de trabajar en la unidad y reconciliación del país.

Quiero entender que no se trata de palabras sin sentido, y al parecer lo mismo pensaron las dirigentas que asistieron a la reunión, porque salieron bastante decepcionadas.

La búsqueda de la verdad y de la justicia deberá consistir -a diferencia de lo que ha sucedido en los últimos 20 años en que se ha ocultado la verdad y se ha negado la justicia- precisamente en eso: establecer la verdad histórica sin amañarla políticamente, y aplicar la justicia sin ponerla al servicio de la odiosidad y del revanchismo y -generalmente también- del aprovechamiento económico.

En cuanto a la búsqueda de la unidad y de la reconciliación del país, me impactó profundamente una carta de don Jorge Santa María Correa, desde Viña, que en extracto dice lo siguiente:

1.- Mientras tengamos presos como el Sub Oficial Mayor de Ejército en retiro Héctor Vallejos Birtiola, que murió hace algunos días de cáncer terminal (habiendo sufrido antes la amputación de la pierna derecha y el pie izquierdo por una diabetes avanzada), sin haber obtenido el indulto presidencial pese a tener cumplida más de la mitad de su sentencia con una conducta intachable, no se logrará la unidad de los chilenos.

2.- Mientras circulen libremente los terroristas indultados, fugados de las cárceles o protegidos por gobiernos extranjeros (como los asesinos del Senador Guzmán), en tanto se mantienen en prisión sin acogerlos a ningún beneficio legal los perseguidos por las organizaciones de derechos humanos, no se logrará la unidad nacional.

3.- Mientras se mantengan las falacias legales del “secuestro permanente” y la aplicación de penas por delitos de “lesa humanidad”, conforme a tratados internacionales suscritos con posterioridad a la comisión del delito, no se logrará la unidad nacional.

4.- Mientras las organizaciones de derechos humanos prosigan en la persecución de uniformados y ex funcionarios del régimen militar, obteniendo indemnizaciones en efectivo para los familiares de las a menudo supuestas víctimas y sus abogados, no se logrará la unidad nacional.

Ahora bien, estimados radioescuchas, el aliciente del premio en efectivo que incentiva las denuncias -en la mayoría de los casos sin fundamentos reales- ha generado una industria que resultará imparable en el tiempo, si no se exige a los jueces socialistas que cesen en la aplicación caprichosa de leyes extranjeras y acuerdos internacionales sin efecto retroactivo en conformidad a la constitución política del estado chileno, y apliquen en cambio las disposiciones constitucionales y leyes vigentes en el país, especialmente aquellas relativas a la amnistía, la prescripción y la cosa juzgada.

No menos me impactó otra carta, ésta de don Mario Montes Tagle, que en lo principal dice lo siguiente:

Creemos que mantener secuestrada la historia, que ha sido vergonzosamente falseada en los dos decenios anteriores, o mantener una monstruosa persecución a aquellos que tuvieron el deber de enfrentar al extremismo para dar seguridad a la población, no ayuda ni a la verdad ni a la justicia.

Consideramos poco factible la unidad nacional y la reconciliación del país si no se dan pasos para terminar con las injusticias a las que se ha sometido a quienes entregaron su tranquilidad personal en aras de la defensa de la Nación, atacada por una potencia mundial.

No es justo ni aceptable que se mantenga en prisión a ancianos enfermos a los que se ha sometido a procesos viciados, con los que el marxismo ha sancionado siempre a quienes se oponen a sus designios totalitarios, ni es tampoco moralmente tolerable la persecución permanente.

Ya hemos tenido la vergüenza nacional de ver cómo un uniformado moría en prisión, a pesar de estar desahuciado, sin que nuestro Gobierno mostrara la conmiseración de dejarle morir entre sus familiares, y ahora, hemos visto cómo un hombre de 80 años se quitó la vida antes de ser encarcelado.

Para baldón de nuestras autoridades, se suicidó de un disparo en la cabeza el General en retiro del Ejército, Rolando Figueroa Quezada, ex Gobernador de Valdivia, a quien ahora acusaban por el fusilamiento de miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR que retornaron al país a ejercer la violencia.

Es necesario, señor Presidente, que a más tardar con ocasión del Bicentenario de Chile, ponga usted punto final a las secuelas de un enfrentamiento armado de más de 30 años atrás, en el cual -como siempre ha ocurrido y ocurrirá en tales casos- se produjeron excesos por ambos bandos.

Deberá tener usted presente, señor Presidente, que corrían años en los que podría haber estallado la tercera guerra mundial en cualquier momento y la Unión Soviética -antes de su desplome por la propia ineficiencia de su sistema- necesitaba militarmente además de Cuba otra cabeza de puente en el continente americano para atacar a Estados Unidos y sus países aliados más al sur. En ese clima se inscribió la declaración de guerra subversiva del socialismo chileno a nuestra democracia, en los términos que se insertan en mi libro sobre el 11 de Septiembre de 1973 y el Gobierno Militar (Publimer, ISBN Nº 956-8128-00-X, 2001) y que corresponden a los acuerdos adoptados por el Partido Socialista en su congreso de Chillán, en 1967, que son del tenor siguiente:

“1.- El Partido Socialista, como organización marxista-leninista, plantea la toma del poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un estado revolucionario que libere a Chile de la dependencia y del retraso económico y cultural e inicie la construcción del socialismo.

2.- La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Constituye la única que conduce a la toma del poder político y económico, y a su ulterior defensa y fortalecimiento. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del Estado burgués puede consolidarse la revolución socialista.

3.- Las formas pacíficas o legales de lucha… no conducen por sí mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada.”

Esta línea de acción, además de mantenida desde 1967, fue confirmada en el Congreso del Partido Socialista realizado en La Serena en 1971, al año siguiente de la instalación de Salvador Allende en la Presidencia de la República, y las armas fueron proporcionadas por la Unión Soviética, mientras el adiestramiento militar de la guerrilla estuvo a cargo del general cubano Patricio de la Guardia, que permanecía clandestinamente y bajo identidad falsa en Chile.

También deberá tener usted presente, señor Presidente, que fue la Cámara de Diputados, la que por la mayoría absoluta de sus miembros, conminó a los militares, por acta del 22 de agosto de 1973 a derrocar al Presidente Allende, al acordar:

“Representarles, … que en razón … del juramento de fidelidad a la Constitución y a las leyes que han prestado y … de la naturaleza de las instituciones de que son altos miembros, … les corresponde poner inmediato término a todas las situaciones de hecho referidas que infringen la Constitución y las leyes, a fin de encauzar la acción gubernativa por las vías de derecho y asegurar el orden constitucional de nuestra patria y las bases esenciales de convivencia democrática entre los chilenos.”

Luego agrega dicho acuerdo, que si así se hiciere, .. importaría un valioso servicio a la República… y que en caso contrario, comprometería gravemente el carácter nacional y profesional de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, con abierta infracción a lo dispuesto en el artículo 22 de la Constitución Política y grave deterioro de su prestigio institucional.

Lo que los chilenos bien nacidos no podemos aceptar, es que mientras los posibles sobrepasamientos, generalmente producidos por exceso de celo profesional de los militares obedeciendo –como ya lo señalé- a los legítimos representantes de la ciudadanía, sigan siendo perseguidos y sus responsables sigan siendo encarcelados a pesar de haberse duplicado el tiempo legal de prescripción de las acciones penales, y a pesar de encontrarse los posibles delitos amnistiados y muchas veces habiendo sido ya juzgados y dictadas sentencias absolutorias posteriores al gobierno militar. Repudiamos que siga la persecución a los militares y que se reabran procesos, mientras a los guerrilleros y terroristas les han sido aplicadas todas las leyes que los beneficiaban, y han obtenido indultos presidenciales, cuando ya estaban condenados, disfrutando hace mucho tiempo no sólo de la libertad, sino que también de sustanciosas indemnizaciones con cargo a nuestros impuestos.

Los chilenos, es cierto, necesitamos reencontrarnos y superar las viejas heridas, y lo anhelamos mayoritariamente, pero ello no será posible, señor Presidente, al margen de la verdad, de la justicia y de la equidad. No desaproveche usted la ocasión de nuestro Bicentenario, para pasar a la historia como el sabio estadista que puso término a la odiosidad y al revanchismo, y forjó el reencuentro de los chilenos.

Nada tiene la democracia que temer de los militares. Los gobiernos se ganan por las urnas y no por las armas, y mientras los socialistas no intenten nuevamente alcanzar el poder total por las armas, los militares no las tomarán en contra de ellos.

Chao, y será hasta la próxima semana, a esta misma hora, en este mismo lugar.
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