viernes, 16 de julio de 2010

INDULTO BICENTENARIO


Cartas
Viernes 16 de Julio de 2010
Indulto Bicentenario


Señor Director:

Ante la anunciada propuesta de la Iglesia Católica sobre el otorgamiento de indultos a quienes cumplen penas privativas de libertad en las cárceles del país, deseo señalar que ello corresponde a un gesto de clemencia, propio de países civilizados y que se da sólo en situaciones excepcionales, cuando la sociedad organizada ofrece una segunda oportunidad a aquellos que alguna vez erraron, o brindar a quienes tengan una avanzada edad o se encuentren gravemente enfermos, la posibilidad de culminar su vida en compañía de sus seres queridos.

En este sentido, no es aceptable dejar fuera de este beneficio a ningún sector en particular, por mucho que un grupo interesado así lo exija. Creo fervientemente en el derecho de la justicia de quienes fueron víctimas de la violencia política en el pasado reciente, pero ello no puede significar que se deba aceptar como tal la venganza, por no responder ésta a principios éticos y morales de una sociedad cristiano-occidental como la nuestra.

Es bueno recordar que desde hace varios años se han efectuado innumerables actos de reparación hacia quienes sufrieron o declararon haber sufrido las consecuencias de la crisis que vivió el país, incluyendo diversos reconocimientos morales, leyes de amnistía e indultos y cuantiosas reparaciones económicas, sin que nadie se haya acordado de reparar el sufrimiento de las esposas e hijos de militares, carabineros, aviadores, marinos y policías caídos en el cumplimiento de su deber o de quienes por más de treinta años han sido cuestionados, procesados, encarcelados y o condenados.

Es hora de que aquellos que la sociedad y el Estado han intentado compensar para reparar su dolor, dejen espacio para que el Gobierno pueda morigerar en algún grado el sufrimiento de los otros, como así el de sus esposas, hijos y familiares que nada tuvieron que ver en los hechos del pasado, y que no han sido compensados en forma alguna.

Nuestros hijos necesitan el reencuentro tanto o más que nosotros, y para ello todos debemos poner un poco de nuestra parte, dejando de lado nuestras frustraciones y rencores. Sólo así conseguiremos construir un futuro promisorio para las generaciones que vendrán, alejando para siempre la posibilidad de un nuevo desencuentro nacional como el que vivimos en los años setenta. Ahora debería ser el momento de grandeza y reencuentro de todos los chilenos, por el bien de nuestra Patria.

María Angélica Cristi
Diputada



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