domingo, 1 de agosto de 2010

APOLOGIA DE LA VIOLENCIA



APOLOGIA DE LA VIOLENCIA


Con el título anterior, (que “sonó” mucho en la prensa durante el gobierno de la UP, acusándose de ello al Ejecutivo y a los máximos de los partidos políticos que lo apoyaban), busqué información en internet. De lo encontrado, resultó el siguiente extracto:


- Revista de las Juventudes Socialistas de España, publicada el 17 de febrero de 1934 "Decálogo del joven socialista" (www.

«8. La única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro en que el socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente.

«10. Y sobre todo esto: ármense. Como sea, donde sea y “por los procedimientos que sean”. Armense. Consigna: Ármate tú y al concluir, arma si puedes al vecino, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo»."


- Los orígenes de la violencia en Chile. (www.lyd.com/noticias/violencia/origenes.pdf)

Al finalizar un trabajo de reflexión de ocho meses, los integrantes de la Mesa de Diálogo sobre Derechos Humanos hicieron pública una declaración que en uno de sus acápites principales señalaba lo siguiente:
“Chile sufrió, a partir de la década de los 60, una espiral de violencia política, que los
actores de entonces provocaron o no supieron evitar. Fue particularmente serio que
algunos de ellos hayan propiciado la violencia como método de acción política. Este
grave conflicto social y político culminó con los hechos del 11 de septiembre de 1973, sobre los cuales los chilenos sostienen, legítimamente, distintas opiniones”.

“... la violencia política de la izquierda es, sin lugar a dudas, uno de esos tópicos que requieren ser analizados, En efecto, el pronunciamiento militar de 1973 no puede entenderse si no conoce el contexto discursivo, particularmente en materia de violencia en que ocurre”.

“... no podemos soslayar que el pasado condiciona el futuro. Las formas mentales no mutan de súbito, ... las responsabilidades políticas no pueden evadirse, y en el caso de Chile ellas tienen nombre y apellido: los partidos que conformaron la Unidad Popular y que abrazaron la causa del marxismo llamaron sistemáticamente a la violencia, justificaron de manera abierta la destrucción del que llamaron el “orden burgués” y estructuraron organizaciones violentistas al amparo de la institucionalidad política de los partidos”.

“... las acciones del Partido Comunista - el cual desde su fundación no había cejado en su empeño de provocar la inestabilidad política, propiciando y alentando la violencia y la revolución - respondían estrictamente a los postulados doctrinarios del programa de la III
Internacional, que entre otras cosas señalaba que “la dictadura del proletariado es una lucha tenaz, sangrienta e incruenta, violenta y pacífica, guerrera y económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad”.

“... el XXII Congreso General del Partido Socialista realizado en Chillán durante los días 24, 25 y 26 de noviembre de 1967. Allí se aprobó un voto sobre la posición política nacional del Partido que, en lo esencial, sostenía: “1) El Partido Socialista, como organización marxista leninista, plantea la toma del poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un Estado Revolucionario que libere a Chile de la dependencia y del retraso económico y cultural e inicie la construcción del Socialismo. 2) La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y, a su ulterior defensa y fortalecimiento. Solo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista. 3) Las formas pacíficas o legales de lucha (reivindicativas, ideológicas, electorales, etc.) no conducen por sí mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada. Consecuencialmente, las alianzas que el partido establezca sólo se justifican en la medida que contribuyen a la realización de los objetivos estratégicos ya precisados...”

“De esta forma, el Partido Socialista abandonó de manera oficial la vía democrática para alcanzar el poder, ... En adelante, y hasta su desaparición legal como consecuencia de la intervención militar de 1973, su línea de acción política será la violencia revolucionaria.
... la posición clásica del Partido Comunista, es decir, participar en la contienda electoral y respetar su resultado siempre y cuando éste les sea favorable, sin abandonar en todo caso la apelación a la violencia.
A comienzos de ese mismo año Aniceto Rodríguez, Salvador Allende y Clodomiro Almeyda habían declarado que “la lucha por el poder es el objetivo estratégico que el Partido Socialista ha de desarrollar en esta generación. La vía violenta es la única posible para asegurar el triunfo de la revolución y su mantención en el poder. La vía electoral sólo debe usarse como un medio de agitación y de propaganda, subordinada al camino de las armas. El PS debe adecuar su organización a esta nueva estrategia y organizar de inmediato sus milicias”.

“... Fidel Castro, que en su discurso de clausura a la reunión de OLAS efectuada en La Habana durante el mes de agosto de 1967, había señalado: “ ... que el movimiento revolucionario, que el socialismo, va a llegar al poder sin lucha, que va a llegar al poder pacíficamente. ¡Y eso es una mentira! Los que afirmen en cualquier lugar de América Latina que van a llegar pacíficamente al poder, están engañando a las masas”.

“... en noviembre de 1968 Adonis Sepúlveda reiteraba que “el Partido ha dedesechado definitivamente la vía pacífica para llegar al poder. Estamos por la vía armada”.

•... uno de los fundadores del MIR, afirmaba que “ya no se discute en el ámbito cristiano el legítimo ejercicio de la violencia ante la violencia del régimen capitalista. A la violencia institucionalizada del régimen debemos oponer la violencia del pueblo trabajador... Si Cristo descendiese hoy a la tierra, a un mundo como éste, ¿qué crees que llevaría sobre los hombros? ¿Una cruz? No, llevaría una metralleta.”

“... el periodista Jaime Faivovich escribía: “Los revolucionarios tendrán que batirse contra los ejércitos. ¿Y de dónde saldrán las armas?
El asalto al Cuartel Moncada trató de responder esa interrogante. Y la respuesta fue: “iremos a buscar las armas donde están, en los cuarteles. Les arrebataremos las armas a quienes las tienen, a los militares”.

“El senador Carlos Altamirano ... leyó entonces un documento sobre la revolución chilena que había publicado hacía poco, en el cual detallaba el fracaso del reformismo y criticaba la débil conducción del partido pues, siendo eje de la coalición de gobierno, se había supeditado a otras colectividades populares. Sostuvo que “el impasse surgido entre la izquierda tradicional y la izquierda revolucionaria no ha sido zanjado y no lo será sino en la praxis revolucionaria concreta. Puesto que la historia no ha conocido hasta hoy revoluciones pacíficas y que el capital no renunciará a su poder voluntariamente, el enfrentamiento armado en términos continentales sigue manteniendo la misma vigencia de siempre”.

“... principalmente en el campo, fue creciendo una espiral de violencia física que se
manifestaba en la toma y retoma de los predios ocupados en forma ilegal. En los centros urbanos, en cambio, la población fue sintiendo más bien una percepción de violencia latente, fomentada por las declaraciones de los dirigentes marxistas. Así, por ejemplo, tras la “marcha de las cacerolas” protagonizada por mujeres de la oposición a la Unidad Popular el 1º de diciembre de 1971, el secretario general del Partido Comunista amenazó: “La clase obrera y el pueblo de Chile están dispuestos a no permitir que vuelvan a salir bandas fascistas a la calle. No permitiremos otra asonada como la del miércoles. Estas no son simples palabras. Esta es la voluntad de millones de hombres y mujeres del pueblo, voluntad que compartimos plenamente los ciento cincuenta mil militantes de nuestro partido y el medio centenar de miles de aguerridos jóvenes comunistas... Los fascistas no pasarán. En la cancha se verán los gallos”.

“... Sergio Ramos, asesor de Allende, lo expresó sin tapujos en 1972: “La conquista del poder político pasa -no es lo mismo que, ni se agota en - por la destrucción del Ejército permanente y la policía”.

“... decía Jaime Gazmuri, líder del MAPU “... tiene que ponerse en pie de combate y avanzar acelerada y decididamente hacia un objetivo fundamental en este período histórico, hacia la conquista del poder... No se conquista el poder si en los momentos decisivos, cuando la lucha de clases en Chile se hace cada vez más intensa, cuando cada vez queda más claro que esta lucha es a muerte, la clase obrera no es capaz de darse una dirección única, un mando único para enfrentar la guerra, una perspectiva estratégica y táctica lo más común posible”.

“Bosco Parra, dirigente de la Izquierda Cristiana, era incluso más preciso: “La Unidad Popular sabe que la única posibilidad de restablecer el orden del país es mediante el control total a través de una dictadura a nivel de quien ostenta el mando. La Unidad Popular no esconde su decisión de implantar la dictadura del proletariado. Está claro que una expresión de esta decisión es la orden de la CUT para que los obreros se tomen todas las industrias, las que no serán devueltas a sus dueños. Esta actitud agresiva de la Unidad Popular, asumida con audacia y valentía ha servido para poner en evidencia que la oposición no existe. ¿Dónde están los que hablan de la defensa de la democracia y la institucionalidad, si no se han atrevido a salir en defensa de sus bienes?... En relación a las Fuerzas Armadas hay tres alternativas: a) conseguir su adhesión al proceso, lo que no es posible por ahora, b) dividirlas, mediante infiltración, mejoramiento de rentas, halagos, etc. c) enfrentarlas, lo que será, con seguridad, la alternativa más cierta. El enfrentamiento no es posible por ahora. Se requerirá un proceso de dos años de preparación, para importar armas desde Cuba y para adiestrar a las milicias populares”.

“Ante declaraciones tan explícitas, sin duda todos los sectores políticos, tanto de gobierno como de oposición, comprendían que se acercaba la hora de una decisión militar ante la revolución en curso.
Este hecho, ya inminente dadas las condiciones de polarización generalizada del país, modificó el acento de la violencia hacia ese escenario. Así lo reconocía Carlos Altamirano ante los dirigentes de los cordones industriales reunidos en Elecmetal, llamados a materializar la oposición armada ante una eventual intervención militar: “Nadie puede negarle al pueblo de Chile el derecho a su propia defensa, principio, por lo demás, consagrado universalmente. En uso pleno de ese derecho y ese deber, los trabajadores de todo el país se han organizado en los cordones industriales, comandos comunales,
consejos campesinos, comités de defensa y vigilancia y otros organismos, que constituyen los gérmenes de un incipiente pero ya poderoso poder popular, y configuran una barricada inexpugnable ante cualquier tentativa insurreccional de la burguesía... Obreros, campesinos, pobladores, jóvenes, mujeres, están amasando su propio poder destinado a repeler el poder burgués amotinado. Frente a esta inobjetable posición patriótica, los soldados, marinos, aviadores y carabineros no pueden prestarse, en ningún
momento y bajo ninguna circunstancia para asesinar trabajadores. Y llegado el caso en que algunos oficiales se alzaran, los oficiales, suboficiales, clases y soldados, no tienen la obligación de prestarles obediencia. Aún más claro: no sólo tienen el deber de negarse a acatar órdenes que signifiquen disparar contra el pueblo o participar en aventuras golpistas contra el Gobierno de los trabajadores, sino de oponerse activamente a ellas”.

“Por último, mientras se tramitaba su desafuero por haber instigado la formación de una célula revolucionaria en la Escuadra, el 9 de septiembre de 1973 el senador Altamirano pronunciaba un discurso en el Estadio Chile, reconociendo que había concurrido “a una reunión a la cual fui invitado para escuchar las denuncias de un suboficial y de algunos marineros, en contra de actos subversivos perpetrados supuestamente por oficiales de esa institución armada y concurriré todas las veces que me inviten para denunciar acciones contra el Gobierno Constitucional de Salvador Allende... El golpe reaccionario se ataja golpeando con la fuerza del pueblo, de sus cordones industriales, sus consejos campesinos, su organización. Y la guerra civil se ataja creando un verdadero poder popular... En esta hora es más que nunca necesaria la unidad para defender el programa de la Unidad Popular, que dice que las transformaciones sólo se podrán hacer si el pueblo toma el poder”.
Como es sabido, esas palabras precipitaron la resolución de los mandos superiores de las Fuerzas Armadas en orden a derrocar a Salvador Allende, evitando una guerra civil que parecía inminente. Así, también en forma violenta, fue clausurada la experiencia revolucionaria marxista leninista en Chile”.

“A modo de epílogo, cabe recordar que una de las coordenadas utilizadas en este informe para estructurar el tema de la apelación a la violencia como método para alcanzar el poder total por parte de la Unidad Popular, fue la incapacidad de ese Gobierno para decidir si la revolución socialista debía encauzarse según los dictados de la ortodoxia comunista - controlando metódicamente la sociedad desde el Estado -, o si la vanguardia revolucionaria debía emplear la violencia para destruir sin más a la burguesía. Como se ha visto, Salvador Allende fue incapaz de resolver el punto, lo que contribuyó en forma decisiva al hundimiento de lo que Robert Moss llamó “experimento marxista chileno”.
“Para concluir, cabe advertir que el desenlace de ese experimento tuvo unas características no imaginadas por quienes contribuyeron en mayor medida a la instalación de los sectores violentistas en el gobierno y por los fanáticos de la vía insurreccional, responsables del fracaso de la Unidad Popular”.

“Como bien lo resumiría Aniceto Rodríguez a la hora de sacar cuentas, “hubo dos
sectores que se equivocaron: el ala de la Democracia Cristiana más comprometida con el status, que pensó ilusoriamente que a la caída de Allende la fruta madura le caería en sus manos, anticipando un eventual turno de reemplazo en el poder, y aquellos otros que desde la izquierda, con vana jactancia, pensaron que la hora del enfrentamiento no sólo era útil y necesaria, sino que sus esquemas irreales de excesiva valorización del poder popular le conducían subjetivamente a una victoria popular”.


A todo lo anterior, cabría agregar lo que el gran líder comunista, don Volodia Teitelboim señaló en una entrevista en El Mercurio, durante uno de los gobiernos civiles, que había sido una lástima que, en el proceso del golpe, las Fuerzas Armadas y Carabineros no se hubieran dividido, con lo que dijo que él prefería que los muertos, en vez de 3.000, fueran 30.000 o 300.000.


Y finalmente la célebre, elocuente e histórica frase “por si las moscas” del recientemente fallecido don Luis Corvalán Lepe.

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