lunes, 9 de agosto de 2010

COMENTARIO POLÍTICO SEMANAL


Patricio Grez de H.

La venta del Canal 13 me transportó al verano de 1963 en Con Con, yo
tenía 11 años. Mi madre era muy amiga de doña Mary Rose Scroggie
Alessandri, sobrina del Paleta Lissandri. La "Mery" nos había prometido
una visita a su tío Jorge en el Palacio Castillo y había llegado el gran
día. Lo que más me gustó del Palacio Castillo fue una tortuga gigante
que caminaba por los prados. Y con mi hermano nos bañamos en una enorme
piscina casi olímpica, más tarde tuvimos el honor de saludar al paleta.

Yo le pregunté porqué teníamos tan pocos canales de televisión, solo
el 13 de la Católica y el 9 de la Sshile. Y el paleta me explicó que no
podía permitirse televisión comercial que encandilaría al pueblo con
publicidad de productos "suntuarios" y todos terminarían endeudados
comprando productos que no necesitaban. Le tele, me agregó, está para
cosas mejores, como la cultura universitaria, y por eso se había
prohibido la tele comercial privada. Y todo esto en un gobierno
teóricamente de deresshha, calcule usted, es que el pensamiento progre
estatista izquierdistoide está muy arraigado en nuestro ADN desde muy
antiguo.

Tuvo que venir el gobierno autoritario de las Fuerzas Armadas y del
Orden para que se liberalizaran vastos espacios de la sociedad chilena,
incluyendo la tele. Pero todavía hoy hay poderosas fuerzas enemigas de
la libertad en este tema como en otros. La concesión de canales de TV,
sean abiertos o por cable o satélite, o interné cualquier otra modalidad
tecnológica del futuro, tiene que acercarse lo más posible a la libertad
total, por lo demás la tecnología permite cada vez más y más canales, y
por eso la chiva de que el Estado debe "administrar el espectro" es cada
vez menos aceptable.

No podemos tener concesiones de televisión que duren lo que decida el
todopoderoso Estado, corremos el peligro que pase lo de Venezuela donde
Chávez se ha dedicado a caducar concesiones de canales opositores, y
recuerde usted que en Chilito el activista progre Sr. Paulsen se apuró
en aclararnos que lo que hizo el gorila Chávez fue perfectamente legal.

La Libertad de prensa y expresión es un derecho inalienable, no puede
ser una concesión del Estado y no podemos retrotraernos por ningún
motivo a esos esquemas estatistas totalitaroides. Las concesiones
tienen que ser definitivas y transables en el mercado, y cuando llegue
el momento en que la tecnología permita sepeteciendos canales,
sencillamente hay que eliminar la necesidad de concesiones estatales y
sacar las garras del Estado para siempre de la tele.






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