domingo, 22 de agosto de 2010

Lipan III Avion no tripulado Argentino



Información importante que me imagino ya tendrán nuestras FF.AA.


AVIÓN ARGENTINO

NO TRIPULADO


Lipán III: un águila guerrera electrónica

Con esta aeronave no tripulada, equipada con avanzados sistemas electrónicos, el Ejército adquiere una plataforma de sensores remotos de capacidad dual. Este ingenio puede ser empleado, tanto en operaciones militares como en el campo civil, gracias a la versatilidad de sus sensores remotos. Integramente desarrollado por el Ejército, el Lipán es un ejemplo más de la capacidad de desarrollo tecnológico militar que posee la Argentina.


Hagamos historia. Allá por 1996, y con el nombre de Lipán I, el Ejército puso en el aire un avión no tripulado. Nacido de la inventiva de diseñadores y técnicos de la Agrupación Apoyo de Inteligencia, fue el puntapié inicial para cosas mayores: el Lipán II y el IIB. Este último, dotado con modernos sistemas electrónicos y que aún opera en el Destacamento de Inteligencia de Combate 601, en Campo de Mayo, y en unidades afines. Con esa experiencia, este año surgió de la DIDEP (Dirección de Producción, Investigación y Desarrollo), el Lipán III. Un alarde con todos los “chiches”, que admira a propios y extraños. “Es un salto tecnológico”, aseguró a SOLDADOS el Teniente Coronel ingeniero militar de aeronáutica, Guillermo Ferraris, jefe del proyecto Lipán M3, próximo a dejar el cargo en manos del Teniente Coronel Adrián Buscaglia, con la misma aptitud profesional. Y asegura que no sólo por su mayor autonomía de cinco horas, un rango operativo de 40 kilómetros, motor con el doble de potencia y otros adelantos técnicos, sino también por todo el sistema electrónico y sensores que transporta. Un giróscopo mantiene estable sus cámaras para obtener imágenes de excelente calidad. Y una cámara infrarroja térmica permite que trabaje de día y de noche y detectar, por ejemplo, a soldados ocultos en el follaje y vehículos con enmascaramiento por diferencia de temperatura”. Ver para creer

En la Escuela Superior Técnica, de la avenida Cabildo, y en un diminuto hangar, reposan tres pequeños aviones. De color gris y un toque anaranjado en las alas, muestran sus perfiles aerodinámicos. De aquel Lipán I, el diseño evolucionó sustancialmente. La cola es en V, de ala alta con diedro que le confiere mayor estabilidad. Nuestro entrevistado describe sus ventajas. “Se los puede mandar en misiones críticas donde se pondría en juego la vida de las tripulaciones, sin riesgo para nadie. Entonces, sirven para evaluar daños luego de un bombardeo o reglar el tiro de artillería. Si lo derriban, sólo se destruye una máquina y no vidas”.

Son una belleza. Están revestidos en fibra de vidrio y carbono y resina, con componentes metálicos de bajo peso, antenas, elementos electrónicos y pintura para camuflaje. “Cuando está volando a 1.500 metros de altura, que es su techo operativo, no se lo ve y con los escapes en la posición hacia arriba, tampoco se lo escucha”. Por eso, asegura, “son muy difíciles de detectar y, por el poco calor que despide el motor, es muy raro que los alcance un misil con cabeza térmica. Tienen muchas probabilidades de supervivencia”.

¿Cómo entrenan al piloto?

Con cursos que dictan en el Destacamento de Inteligencia de Combate 601. El avión necesita la asistencia de cuatro personas: el piloto externo, que lo hace despegar y aterrizar; el piloto interno, con una pantalla, controla el vuelo
y la misión; el operador de sensores, con un joystick, maneja el movimiento de las tres cámaras que posee al costado, en el frente y en la panza, y el jefe de misión, que diagrama el vuelo con un software que se desarrolla en forma autónoma (con piloto automático) y puede ser corregido durante su transcurso. El programa permite que abra su trayectoria y comience a orbitar o hacer figuras de ocho. También, tomar la señal de video, insertarla en un enlace satelital del Ejército y proyectarla en una sala de crisis de cualquier tipo, civil o militar.

Origen del nombre y los hombres que lo hicieron

Su nombre surgió de la Cuesta del Lipán. Un camino sinuoso de montaña por el que pasa la ruta nacional 52, que une Purmamarca con Salinas Grandes, Susques y el Paso de Jama, en la provincia de Jujuy. Su punto más alto es Abra de Potrerillos, a 4.170 metros. No es sólo un camino. Es un premio al ingenio humano, que con esfuerzo, dedicación y conocimiento logró amalgamar el progreso humano con la perfección de la naturaleza.
La tarea está en manos de los jefes militares nombrados y del Capitán Ingeniero Militar en Electrónica David Fiorito; el Ingeniero Electrónico Gustavo Alberto Mezza; el Sargento Mecánico y Técnico Superior en Electrónica Luis Alejandro Carrazán y Martín Páez, Técnico Aeronáutico, Piloto e Instructor de Pilotos, y de un importante número de alumnos, militares y civiles, de la Escuela Superior Técnica y el aporte de Citefa en mecánica de precisión, antenas, instrumentación y mediciones de equipos de electrónica de a bordo.

En sociedad

El Lipán III fue presentado el 29 de mayo de 2006, en el acto del Día del Ejército, con la presencia del presidente de la Nación y la ministro de Defensa y, luego, en sucesivas demostraciones a entidades gubernamentales y privadas. Como la que se efectuó en CAECOPAZ, a fines de agosto, con la participación de ministros de Defensa de países del MERCOSUR, agregados militares de toda América e invitados especiales. “Los Jefes de unidades y Comandantes de brigada que lo vieron en acción quedaron sorprendidos. Lo quieren. En operaciones militares de paz resultan muy útiles por su gran campo de acción. Es una herramienta muy apta y de gran precisión, como elemento de observación avanzada”, agrega el jefe del proyecto.
Y, hace poco, lo presentaron durante la Primera Conferencia de Vehículos Aéreos No Tripulados (UAV) de América Latina, realizada en Panamá, y de la que participaron representantes militares de 15 países. “Recibimos elogios y felicitaciones y hasta de quienes ya cuentan con este tipo de aeronaves no tripuladas y que son muy pocos en el mundo. No se imaginaban que la Argentina tuviese ese nivel de desarrollo y avance de producción en serie”. Hoy, en los talleres del Ejército, puede producirse un sistema por año (que son tres aeronaves y una estación de control terrestre desde donde se lo opera, más todos los equipos).

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