martes, 7 de septiembre de 2010

EL " AÑO DECISIVO" Y ASESINATO DE ESCOLTAS DEL GRAL PINOCHET


ARTICULO PUBLICADO POR EL DIARIO LA NACIÓN EL 31 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2006

EN RECUERDO DE LOS ESCOLTAS QUE FUERON ASESINADOS POR TERRORISTAS DEL FPMR.

SIN COMPARTIR LOS CONCEPTOS DEL DIARIO LA NACIÓN, LO PUBLICO COMO UN TESTIMONIO DE LO QUE PENSABAN Y ACTUABAN LOS QUE DESEABAN EL CAOS Y LA TIRANÍA MARXISTA.
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La internación de armas por Carrizal Bajo y el atentado a Pinochet en 1986
El “Año Decisivo”



La atmósfera que se respiraba en septiembre de 1986 era de cortarse con cuchillo. Augusto Pinochet se aprestaba a cumplir 13 años en el poder en medio de jornadas de protestas cada vez más masivas y violentas. El Partido Comunista había decretado ese año como “decisivo” y elaborado su política de Sublevación Nacional para derrocar al dictador. Las dos mayores operaciones del FPMR pretendían ser el golpe de gracia.



La Nación


En 1985 el comité central del Partido Comunista aprobó la tesis de la sublevación nacional, ampliación de la política de rebelión popular de masas (PRPM) definida en 1980 por la dirección interior del PC y ratificada por su secretario general Luis Corvalán, exiliado en Moscú. A pocos días de que se aprobara la Constitución de 1980, el 3 de septiembre, fecha en que se conmemoraba el décimo aniversario de la victoria de Salvador Allende, Corvalán pronunció un discurso transmitido por Radio Moscú anunciando el giro en la línea de su partido: “El pueblo no tendrá otro camino que recurrir a todos los medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayude, incluso de violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida”. Sus palabras eran la confirmación de la apuesta del PC para derrocar a Pinochet por medio de grandes movilizaciones populares usando todas las formas de lucha y la antesala del nacimiento oficial del FPMR, su brazo armado, en 1983. Ese año y el siguiente, las protestas masivas más el sostenido aumento de jóvenes interesados en militar en el FPMR, junto con la llegada al país de oficiales de la organización preparados en Cuba y con experiencia en combate en Nicaragua, presentaban un cuadro auspicioso para agudizar el enfrentamiento con la dictadura.

Por eso, definida la tesis insurreccional en enero de 1985, la dirección interior del PC encabezada por Gladys Marín y Guillermo Teillier, junto a Corvalán, dieron luz verde a la internación de armas de Carrizal Bajo, la operación de mayor envergadura de la historia de la colectividad; y decretaron 1986 como el “Año Decisivo” para tumbar a Pinochet.

LAS ARMAS DE “PEDRO”




Uno de los chilenos que combatió la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua e integró el Estado Mayor del Frente Sur de la guerrilla sandinista fue a quien se le encomendó dirigir y organizar el desembarco de las 70 toneladas de armas proveídas por Cuba, en Carrizal Bajo, una pequeña caleta a 90 kilómetros al noroeste de Vallenar, en la Tercera Región. Su especialidad era la logística y sería ampliamente conocido en el FPMR como el comandante “Pedro”, jamás identificado en el proceso judicial del fiscal militar Fernando Torres.

En la operación a su cargo participaron cerca de 50 personas.



Según la investigación del fiscal Torres, “Pedro” le encomendó a Claudio Molina y Alfredo Malbrich recorrer el litoral del norte del país en búsqueda de lugares adecuados para el desembarco de las armas y su ocultamiento. Escogieron el sector de Carrizal Bajo debido a sus condiciones marítimas y porque en las cercanías existían minas abandonadas que servirían para guardar el armamento, hasta su traslado a los distintos puntos del país. Para llevar a cabo la tarea, el grupo de “Pedro” montó a fines de 1985 dos empresas de fachada: “Productos del mar”, dedicada a la comercialización de algas marinas, y “Chungungo Limitada”, de cultivo de ostiones; arrendó casas de seguridad, y adquirió varios vehículos y las goletas “Chompalhue” y “Astrid Sue”, que harían contacto en alta mar con las naves cubanas que traían las armas, para transportarlas a tierra firme.


El 23 de mayo de 1986, frente a las costas chilenas los tripulantes de la “Chompalhue” recibieron en alta mar el primero de los tres cargamentos de armas para el Frente: bultos con fusiles M16, cargadores y municiones, equivalentes a “aproximadamente 30 o 35 toneladas”, detalla el proceso. La descarga del armamento en pequeños botes zodiac tomó hasta el 28 de ese mes. Para el segundo desembarco del 15 de julio se empleó nuevamente la “Chompalhue” y en el último, el buque “Astrid Sue”, que descargó las armas en Caleta Corrales. En cada ocasión las armas ingresadas, estimadas en un total de 80 toneladas, fueron guardadas en barretines ocultos en cavernas del sector.

A fines de julio, efectivos de la Central Nacional de Informaciones (CNI) llegaron hasta el sector. Hasta hoy la dirigencia del PC ha señalado que fue gracias a las advertencias que le hizo el gobierno norteamericano a la dictadura de Pinochet, que la CNI dio con la operación. El 6 de agosto los agentes René Alfaro, Oscar Miranda, Martín Ruiz y Andrés Díaz detuvieron en Caleta Corrales a cuatro frentistas. Horas más tarde fueron detenidos Italo Moya y Gonzalo Valenzuela.

En una tarea que duró casi una semana, la CNI detuvo a cerca de 20 integrantes del FPMR, entre ellos a Sergio Buschmann, quien aparecía como cabecilla del grupo. Luego de esta diligencia se incautaron más armas en Paine y La Pintana.

En total, se decomisaron 53 de las 80 toneladas de armamento, compuesto por tres mil M16, dos millones de balas, 320 cargadores, 102 fusiles FAL, seis ametralladoras M-60, 114 lanzacohetes RPG 6, mil 836 cohetes, 167 cohetes LAW, 2 mil granadas de mano, nueve bombas de mortero, 2 mil 200 kilos de TNT, 14 mil de T-4 y 99 rollos de mecha.

Fue un golpe devastador que sacudió a los líderes del PC y a los comandantes de la dirección del Frente, echando por la borda la más secreta operación del brazo armado del PC.


MATAR A PINOCHET

La jefatura del FPMR venía analizando la decisión de eliminar al general Augusto Pinochet desde 1984, por la misma fecha en que se acordó la internación de armas de Carrizal. Aun así, la decisión final habría de ser tomada en la cúpula del Partido Comunista y con participación expresa de su comisión militar, dirigida por Guillermo Teillier, y consensuada con la Dirección Nacional (DN) del Frente. Todos concordaban que para dar luz verde a la operación era necesario contar con la mayor cantidad de datos sobre la seguridad y los traslados del dictador. Por ello, secretamente, la dirección del Frente decidió encargarle a un joven y fornido militante de la organización el delicado trabajo de investigar la rutina de Pinochet. Su misión era definir la mejor forma de ajusticiar al general. Además, fueron destacados Cecilia Magni Camino, comandante “Tamara”, como encargada logística de la operación, y José Joaquín Valenzuela Levy, comandante “Ernesto”, como jefe de la misión.

Finalmente, tras desechar otras opciones de atentados, el grupo del FPMR propuso hacer explotar el vehículo de Pinochet -al estilo del atentado de ETA a Luis Carrero Blanco en 1973 en España- cuando volviese a Santiago de su residencia de fin de semana en El Melocotón. La idea fue aceptada por el PC y se iniciaron los preparativos, que incluyeron la compra de una panadería en el sector de Las Vizcachas, desde el cual se cavó un túnel de 18 metros que llegaba al centro de la ruta donde se pondrían los explosivos para hacer estallar los autos de la comitiva de Pinochet. No obstante los preparativos, el plan fue abortado el jueves 7 de agosto, el día siguiente del descubrimiento de la internación de armas de Carrizal Bajo.

La noticia recibida ese jueves por el grupo operativo de la “Operación Siglo XX” obligó a modificar el plan para matar a Pinochet. Rápidamente se tomó la decisión de hacerle una emboscada en la cuesta Las Achupallas, uno de los sectores del Cajón del Maipo que los grupos de exploración habían consignado en sus reportes como adecuado, en caso de requerir una variante del plan original. El domingo 31 de agosto ya estaba todo listo y los 21 fusileros que habían sido reclutados entre las filas del FPMR, con poco más de un mes de antelación, se hallaban apostados en la casa de La Obra 06210-B, el nuevo cuartel general del grupo. La amplia casa de piedra había sido arrendada por Cecilia Magni y César Bunster, quien a su vez rentó los vehículos para transportar al grupo.

Ese día, los fusileros ya estaban en estado de alerta “combativa” estudiando la operación encerrados con su grupo respectivo en las habitaciones de la casona, esperando el anuncio del comienzo de la misión. Sin embargo, a las ocho de la noche se dieron cuenta que nada ocurriría. ¿La razón? En la madrugada del domingo 31, Pinochet bajó de El Melocotón a Santiago junto a su comitiva, ya que el Presidente Jorge Alessandri Rodríguez agonizaba. El comandante “Ernesto” fue avisado a mediodía, pero recién en la noche pudo confirmar plenamente el hecho: Pinochet no estaba.

La operación se postergó para el siguiente fin de semana. Tras casi una semana aparentando ser misioneros shoenstatianos en la Hostería Carrió, los frentistas regresaron a la Casa de Piedra el jueves 4 de septiembre. Hasta el sábado mantuvieron la rutina asignada y esa noche, por primera vez, pudieron conocer el terreno en que emboscarían a Pinochet al día siguiente. Divididos en pequeños grupos se situaron en el sector ubicando puntos de referencia.

El sonido del teléfono cerca de las 18:20 del domingo cortó el aire de tensa espera en la Casa de Piedra. La ciudadana suiza Isabel Mayoraz alertaba a José Joaquín Valenzuela Levy, el comandante “Ernesto”, que la comitiva del general Pinochet pasaba por San José de Maipo en dirección a Santiago. Desde la ventana del segundo piso de la Hostería Inesita tuvo la vista perfecta para cerciorarse de que estaba en lo correcto. “¡Vamos!”, gritó el comandante “Ernesto”.

El primer vehículo en salir de la parcela fue la camioneta Toyota Hilux del Grupo de Retaguardia, seguido por el jeep Landcruiser comandado por “Enzo”, en que iba el Grupo de Asalto No1 y el comandante “Ernesto”. Luego el Nissan Bluebird beige del Grupo de Asalto No2 y, finalmente, el Peugeot Station con la casa rodante conducido por “Milton”.

Los fusileros bajaron de los automóviles en la zona del Mirador y subieron cada uno a su posición establecida en el terraplén de la cuesta. Uno de los frentistas fue dejando los fusiles de cada uno en fila y detrás de él otro iba poniendo en el piso granadas de mano.

Para entonces el grupo de contención más los dos de asalto ya estaban en sus posiciones. El de retaguardia en la Toyota Hilux aguardaba el momento en que debería acercarse al Mirador, y el Nissan y la Toyota Landcruiser apuntaban sus narices a Santiago, más abajo del Peugeot.

Los hombres abrieron fuego al ver la primera baliza. Se oyeron tiros y explosiones por doquier. El primer automóvil de la comitiva, un Chevrolet Opala conducido por el sargento Córdova se detuvo con el chofer muerto en su interior. El Mercedes donde viajaba Pinochet que seguía al Opala inició el retroceso. Uno de los fusileros preparó un Law, gatilló y el cohete no salió. Lo cerro y lo volvió a estirar, disparó y el cohete impactó en una de las ventanas sin hacerle mucho daño. El auto de Pinochet dobló en U y retrocedió camino a El Melocotón mientras “Daniel” le vaciaba su cargador. Habían pasado cuatro minutos cuando los fusileros escucharon los dos pitazos de retirada.

Tras el fallido magnicidio de Augusto Pinochet, en el que murieron cinco de sus escoltas, la CNI y los organismos policiales iniciaron una infructuosa cacería para encontrar a los integrantes de la Operación Siglo XX. Aquella noche se realizaron múltiples reuniones en La Moneda para analizar la situación y decidir las acciones futuras. A medianoche el país se fue a dormir bajo estado de sitio. Nadie podía desplazarse por las calles, salvo un grupo de hombres armados que en represalia por el intento de magnicidio secuestraron y asesinaron de 14 balazos en la cabeza al periodista de la revista opositora “Análisis”. No fue la única víctima de esa noche. La vendetta también cobró la vida de Felipe Rivera, Gastón Vidaurrázaga, Abraham Muskablit y la de 12 frentistas asesinados al año siguiente por la CNI en la Operación Albania.

El descubrimiento de la internación de armas de Carrizal Bajo junto al fracaso de la Operación Siglo XX, quebró los lazos de confianza que el PC había tendido hacia la DC, significó el alejamiento del PS Almeyda y del MIR de la tesis insurreccional, y echó por tierra el trazado del “Año Decisivo”.



Carrizal y el intento de tiranicidio

Guillermo Teillier. Presidente del Partido Comunista

Los infructuosos esfuerzos realizados por el Partido Comunista hasta el año 1980, para lograr una amplia unidad antidictatorial que incluyera a la DC y los partidos de la Unidad Popular, le hizo vislumbrar que no habría freno a la represión sangrienta de la dictadura contra el pueblo. Más de 600 de sus mejores cuadros dirigentes eran ya víctimas del asesinato o la desaparición forzosa. Dos de sus direcciones habían sido aniquiladas. La gota que colmó el vaso fue la realización fraudulenta del plebiscito de 1980 con que se dio por aprobada la Constitución que prolongaba indefinidamente a la dictadura, ahora institucionalizada. Tal razonamiento llevó a los comunistas a proclamar la política de la rebelión popular y el uso de todas las formas de lucha para echar abajo la tiranía. No era posible seguir aceptando la impunidad con que se realizaban las más atroces violaciones de los derechos de las personas.

Este llamado tuvo eco en importantes sectores populares, se potenciaron y masificaron las grandes protestas nacionales, que adquirieron un carácter político desestabilizador. La respuesta de la dictadura fue más represión y crímenes, sin embargo ello no ahogó la lucha.

El año 1984, en una conferencia nacional clandestina, el Partido Comunista resuelve hacer un mayor esfuerzo para sacar al dictador del poder. Se enfrentaba sin embargo a una disyuntiva. A esa altura estaba claro que existían dos probables salidas a la dictadura: una, la que propiciaban los comunistas y otros sectores de izquierda, mediante un levantamiento popular que creara condiciones para llamar a una Asamblea Constituyente y establecer una nueva Constitución de carácter democrático; o la salida pactada que ya propiciaban los círculos gobernantes de los Estados Unidos con la aceptación de la Constitución impuesta por Pinochet.

El PC determinó que cualquiera fuera la salida, sin una acción decidida del pueblo y de las fuerzas de izquierda no sería posible ninguna de ellas. Por tanto igual había que hacer un esfuerzo supremo y el partido lo hizo. Puso en tensión todas sus fuerzas. En diciembre de 1983 se había creado el FPMR y se decidió también el uso de formas de lucha armada para potenciar la lucha popular. Tal vez, la internación de armas por Carrizal y el ataque a la caravana armada de Pinochet son de los hechos político militares que más van a trascender de esa etapa de lucha del pueblo contra la dictadura y por la democracia. Aunque pueden considerarse fracasos desde el punto de vista operativo, no tienen la misma connotación desde el punto de vista político. Quedó de manifiesto que ni la dictadura ni el dictador eran invulnerables. La confianza del gran socio externo del régimen terminó abruptamente.

Estos hechos aceleraron la búsqueda de la salida pactada. Los mismos que promovieron el golpe, los EEUU en primer lugar, ahora le amarraban las manos a Pinochet. En la misma medida que se potenciaba la salida pactada, se debilitaba la posibilidad de una salida popular. Los que se habían beneficiado enormemente con las privatizaciones forzosas y en muchos casos corruptas, preferían también una salida de ese tipo que evitara los sobresaltos de un quiebre institucional. Total, manteniendo los privilegios, qué más da quien gobierne.


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