
P. Raul Hasbún
Un canal de nuestra TV abierta exhibió parodias sobre Jesucristo y sus discípulos. Abundan en imágenes y palabras de extrema vulgaridad. Los responsables de esta comedia buscaron justificarse en el humor, hacer reír. El Consejo Nacional de Televisión no encontró que esto fuera para la risa y formuló cargos a dicho Canal, según la pauta legal que exige a los canales guardar permanente respeto a los valores morales y culturales propios de la Nación chilena.
La Nación chilena tiene, como pilar fundacional, su respeto y positiva práctica de la fe en Jesucristo. Para el 18 de setiembre, el acto protocolar por excelencia es una acción de gracias y alabanza a Dios en la Iglesia Catedral. La mayor parte de nuestros feriados civiles se refieren a Jesucristo que nace, Jesucristo que muere, Jesucristo que resucita, Jesucristo que nos deja el sacramento de su cuerpo y sangre, Jesucristo predicado por los apóstoles Pedro y Pablo, la Inmaculada Concepción de la Madre de Jesucristo, la gloriosa Asunción de María para reencontrarse en el cielo con Jesucristo, la multitud innumerable de todos los santos que ya han alcanzado la gloria de Jesucristo y, por cierto, todos los domingos del año. Se llaman así y son festivos porque en cada uno de ellos se reactualiza la celebración del Día del Señor, Dies Domini. Alrededor del 90% de la población chilena confiesa creer en Jesucristo como Hijo de Dios. La Constitución, y una Ley específica protegen el ejercicio de la libertad religiosa para todos los credos que se enmarcan en el ordenamiento jurídico de la Nación. La ley penal considera circunstancia agravante cometer un delito en un lugar de culto aprobado. El respeto a la figura histórica de Jesucristo y a la conciencia de quienes han depositado en Él su fe es elemento sustantivo y soporte fundacional del patrimonio valórico de la Nación. Normas jurídicamente vinculantes penalizan su ultraje.
Ultraje, fue la palabra precisa utilizada por el Consejo en su formulación de cargos. Significa ir más allá de lo lícito, invadir y pisotear intolerablemente el terreno sagrado de la honra y de las conciencias. Los comediantes alegan su derecho a la libertad de expresión. Ya la ejercieron, sin censura previa. Afronten ahora sus responsabilidades. Eso es lo que dice la Constitución. ¿O pretenden exigir libertad sin responsabilidad? Eso es anarquía, la peor entre todas las formas de sociedad. Gimotean, alegando ahora que se les obliga a la autocensura. ¿Qué es la autocensura? Un disparate semántico. Y un sofisma dialéctico. Porque le endosa un calificativo odioso a algo que constituye lo más noble de un ser humano: el respeto a su propia conciencia ética y profesional. Está bien que el Consejo ejerza sus facultades. La honra de Cristo es el mejor seguro para la honra y derecho de todos. Quienes se cuelgan, como parásitos, del nombre y celebridad de Cristo para lucrar lo que son incapaces de lograr por sí mismos, no merecen premio, sino castigo.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por la Revista Humanitas, www.humanitas.cl
domingo, 17 de octubre de 2010
ULTRAJE
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