miércoles, 24 de noviembre de 2010

Ex fiscal Torres Silva relata la historia de las fichas de la Vicaría y sus conversaciones con Valech



Miércoles 24 de Noviembre de 2010

Fuente :Lilian Olivares, La Segunda

“El adquirió el convencimiento de que efectivamente en la sede de la Vicaría, en un periodo anterior a él, se repartían bombas molotov”. Comisión Valech 2, que falla en febrero, “ayudará a sanar heridas” de ex militares condenados.

Se le apretó el corazón al ex auditor general del Ejército en tiempos de Pinochet, Fernando Torres Silva, cuando esta madrugada le avisó que había muerto monseñor Valech. Lo llamaron dos obispos; ambos sabían de la amistad dorada que sembraron dos hombres que estuvieron en distintas veredas durante el régimen militar.

A las 10 de la mañana, un Torres Silva aún emocionado declaraba a “La Segunda” su “pena, dolor, porque fue un pastor... un hombre superior, que supo ponerse a la altura de las circunstancias”.

Y recuerda cuando lo conoció, a mediados de la década de los 80:

—Era un momento muy difícil, en que la Vicaría de la Solidaridad se había empinado como el organismo que, como decía su slogan, era “la voz de los que no tenían voz”. Bueno, y se encuentran con que hay un procedimiento penal en contra de algunos de sus integrantes, por algo bastante serio: la implicancia de algunas personas que trabajaban en la Vicaría, en el homicidio de un carabinero durante al asalto a una panadería en San Bernardo, donde el FPMR había provocado la muerte del policía.

Fue en abril del 86. Entonces Santiago Tapia era vicario de la Solidaridad. A poco andar falleció y nombraron en el cargo a monseñor Sergio Valech, que era obispo auxiliar de Santiago.

—Era un cargo muy difícil, porque significaba ponerse al frente de un organismo que cumplía una fuerte labor social y que paralelamente estaba muy cuestionado. Hasta el día de hoy los archivos de la Vicaría son elementos que se mueven, se muestran y son pruebas en cientos de procesos en que hay ex militares procesados y condenados.

—¿Y cómo se produjo la disputa entre monseñor Valech y usted por el tema de las fichas de la Vicaría?

—Eso no tiene mayor importancia. Cuando asume el cargo, monseñor Valech no puede creer que organismos de la Iglesia estén infiltrados por organismos de carácter terrorista, como el FPMR.

Se inicia un proceso en la fiscalía militar.

—Yo interrogaba a monseñor Valech por oficio, dada su investidura. Hasta que un día, en una conversación personal, me dijo: “Me toma mucho tiempo contestar por oficio. Yo quiero ir allá”. Le respondí: “Le advierto que estoy en un cuarto piso, y sin ascensor”. Pero él quiere ir y va.

Así se fue formando una impresión sobre el obispo, a quien le decía: “Monseñor, usted es la mejor cabeza política de la Iglesia”.

—¿Y la pelea por las fichas?

—Se salta lo principal, que es el convencimiento que él adquiere, por declaraciones que yo le muestro, de que efectivamente la sede de la Vicaría, que estaba al costado de la Catedral de Santiago, era un punto de reunión y ahí, en algún periodo anterior a él, se repartían bombas molotov. Y están las declaraciones en el expediente de la fiscalía por la muerte del carabinero. Eso da para hacer un muestreo de lo infiltrada que estuvo la Vicaría en un tiempo. Bien, monseñor Valech leyó esto, me pidió si le podía dar copia, bajo secreto le entregué varios documentos y, con el correr del tiempo, la Vicaría dejó de ser lo que era, en ese plan que lindaba con lo ilegal.

Dicho lo cual, el ex fiscal Torres entra al tema de las fichas:

—Hay una norma del Código Penal que dice que cuando llegue una persona herida a bala a algún centro asistencial, éste debe dar cuenta a la autoridad. Bueno, uno de los hombres del FPM que participó en el asalto a la panadería, de apellido Gómez Peña, estaba herido a bala. Y este hombre fue a la Vicaría a pedir auxilio. Ahí lo mandan a la Clínica Chiloé y comienza el proceso contra la Vicaría de la Solidaridad. Y las famosas fichas son las que la Fiscalía pidió para investigar si otras personas heridas a bala habían llegado a pedir auxilio sin que se hubiese dado cuenta a la autoridad pública.

—¿Ese fue el origen de la disputa?

—Esa es la razón: se pidieron las fichas, monseñor Valech se negó a entregarlas y llegamos con esta discusión hasta la Corte Suprema. Y la Corte Suprema, por unanimidad, y de acuerdo a la norma penal, ordenó entregar las fichas, hecho que por lo demás jamás se produjo.

—¿Usted no pidió detener al obispo por revelarse contra una disposición de la Suprema?

—Yo ya no era el fiscal en esa época, pero así y todo al fiscal le correspondió allanar la Vicaría para darle cumplimiento al fallo de la Corte Suprema. Y desde luego no encontró ni una hoja de papel.

Le pidió que lo ayudara a lograr algunos indultos a ex militares

—¿Conversaron, en esta etapa de la amistad entre ustedes, sobre el paradero de las famosas fichas?

—Tuvimos muchas conversaciones durante muchos años. “La fichas, me dijo, deben estar en alguna parte”. Le respondí: “Con toda seguridad, monseñor, pero ese no es mi tema”. El era un convencido durante los dos últimos años que a la actual situación había que ponerle término en forma rápida.

— ¿A qué situación?

—Centenares de ex integrantes de las Fuerzas Armadas y de Carabineros están condenados y procesados. Hace un par de años le dije: “Monseñor, a todos estos ex integrantes de las Fuerzas Armadas y Carabineros, por Dios qué falta le hace una Vicaría.

—¿Qué le contestó?

—“Pero organícela, pues general”. Yo le respondí: “Es que no hay un obispo Valech al otro lado”. El estaba muy consciente de su situación física y me comentó incluso, en una distendida conversación social hace un año y medio, que se le estaba proponiendo encabezar una segunda comisión Valech y se encontraba dudoso de integrarla, por su disminuida capacidad física. Yo le dije: “Pero su cabeza funciona perfectamente, y un jefe de esta comisión requiere tener mejor cabeza que pies”. Bueno, en definitiva aceptó.

—¿Era un tema que hablaban habitualmente?

—Casi siempre. Esto es, si él podía ayudarme en lograr algunos indultos sobre ex militares que están ancianos y enfermos. Con nombre y apellido.

—¿Está el general (R) Odlanier Mena entre ellos?

—Yo no contesto.

—¿Y qué le respondía monseñor Valech?

—Me dijo: “La justicia..., en la época de la Vicaría hubo un año en que nos rechazaron 3 mil recursos de amparo. No teníamos justicia. Pero estoy consciente que esto tiene que tener un fin”.

Torres cuenta que le respondió que con su esfuerzo y los de otros muchos se lograría superar esta etapa crítica para los derechos humanos de los militares, como por ejemplo, que “no se aplica la amnistía, sino tratados internacionales que no tienen vigencia. Y la normativa, monseñor, que está vigente ahora, es la misma que estaba vigente hace 20 años”. Cuando entrábamos en ese punto un poco más específico, me decía: “Mire, yo no soy abogado, pero en aquella época no se nos aplicó justicia. Y tiene razón”.

Afirma que nunca le pidió ayuda en lo personal, y que jamás conversaron acerca de los procesos que hay en su contra.

“Los caminos de Dios son insondables”, dice, y está convencido de que cuando se conozcan los resultados de la segunda Comisión Valech (en febrero), que intenta una reparación, se va a poner término y va a sanar las heridas sociales en el país. A lo menos en esta materia”.

“No me cabe la menor duda que monseñor Valech es parte del camino del Señor”.


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