jueves, 25 de noviembre de 2010

SACERDOTE CRISTIÁN PRECHT GANA PREMIO HÉROES DE LA PAZ


DE CHILE INFORMA EDICIÓN Nº 565

Sacerdote Cristián Precht gana premio
héroes de la paz, que concede Universidad
Alberto Hurtado



La Universidad Alberto Hurtado, que tiene una clara orientación
de Izquierda, premió en la tarde del ayer al sacerdote Cristián
Precht, y esto realmente nos alegra.
El premio fue establecido hace sólo cuatro años y se otorga
anualmente.
Los favorecidos de antes son claramente personas vinculadas
con la Concertación, incluyendo a Patricio Aylwin.
El muy probable que este religioso, con el cargo de monseñor,
pero sin Diócesis, también lo sea.
La Universidad otorgante destacó que se lo entrega por su
destacada labor en la Vicaría de la Solidaridad, organización
creada por el Cardenal Silva Henríquez para ayudar claramente
a los marxistas, y también a varios terroristas.
Sin embargo, nos agrada el distintivo recibido por este
sacerdote Chileno.
Es él, sin duda, un hombre consecuente, de principios.


Una historia real, que la prensa no cuenta




Hace tres años a lo menos, la madre del comandante Alvaro
Corbalán Castilla, prisionero político en Punta Peuco, envió al
sacerdote un poema y una carta.

El poema era de su hijo, del hijo a la madre, y se refería al
encierro, a la cárcel, a la imposibilidad material de tenerla
cerca.



En la carta, la madre de Alvaro le reprochó que en el pasado él
ayudara a los marxistas que discrepaban del Gobierno Militar,
pero ahora los tenía totalmente abandonados.
A los pocos días, monseñor Precht se comunicó con su madre
y le expresó claramente que le gustaría ir a ver a Alvaro al
Penal, y si podría hacerlo.
La mamá consultó con su hijo y éste declaró que lo esperaba.
Y monseñor Cristián Precht llegó un día de visita, totalmente
solo.
Conversaron harto y, como dos buenos ajedrecistas, se fueron
midiendo.
Pasaron dos semanas, y el curita volvió nuevamente.
En el penal los internos tenían sus dudas, sus desconfianzas.
Monseñor era considerado una especie de “director de
Inteligencia’’ de la Iglesia y este cambio de postura no les
cuadraba.



Se lo dijeron, claramente.
Monseñor se encargó de aclararlo, al decir que él no había
cambiado, sino que considera que, como sacerdote, debe estar
al lado del más débil, del que sufre.
Por eso, acotó, en el gobierno militar, consideré que mi
obligación era estar con los que consideraba más débiles, los
de izquierda.
Hoy, añadió, pienso que los militares que están condenados,
presos, son los más débiles de nuestra sociedad y mi
obligación es estar con ellos.
Lo concreto es que las visitas de Precht se repitieron
sagradamente en el tiempo, sea quincenalmente o una vez al
mes.
Tuvo conversaciones muy francas con cada uno de ellos. Se
fue ganando un espacio, un respeto y, posteriormente, un
cariño.
Jugador de pelota, se integró a los partidos de baby fútbol que
realizan los internos en una cancha pequeña, cuando los
autorizan.
Posteriormente comenzó a recibir confesiones y a conceder la
comunicación.
Al paso del tiempo, comenzó a celebrar una Misa de Campaña
dentro del Penal.
Se logró que a ella pudieran concurrir los que quisieran de los
cuatro módulos, con lo cual se ganó en asistentes.
Además, los internos que están en cuatro módulos distintos,
separados, encontraron en esas Misas la ocasión para
reunirse, para verse.

Precht trabajó en la rebaja de penas para los
militares encarcelados



Cuando a fines del gobierno de Bachelet, el capellán de
Gendarmería comenzó a trabajar en un proyecto de rebaja de
penas para los condenados militares, Precht fue uno de sus
grandes cooperadores, y redactores de la iniciativa.
La intervención de la Iglesia Católica a favor de los presos de
las Fuerzas Armadas, de Orden y de la Seguridad, fue tomando
fuerza.
Un día, monseñor Precht llegó al penal de Punta Peuco
acompañado del entonces presidente de la Conferencia
Episcopal, monseñor Alejandro Goic.



Posteriormente, invitó al Cardenal a Punta Peuco, y luego
fueron los tres, juntos.
En Punta Peuco no olvidan esa extensa y relajada
conversación, en privado, que el Cardenal Errázuriz tuvo,
separadamente, con los suboficiales y oficiales.



Los internos de Punta Peuco han conversado mucho, a puertas
cerradas, con estos prelados.
Saben positivamente que tienen el apoyo y el cariño de la
iglesia Católica.
Saben también que la Iglesia hizo su parte, que fueron Bachelet
y Piñera, respectivamente, quienes dieron el portazo.
Pero no olvidan lo que les dijo el Cardenal: “Perdimos la
batalla, pero la guerra para obtener la libertad la vamos a
ganar, y la iglesia estará con ustedes’’.



La Acción de la Iglesia Católica se reconoce y se agradece,
como también la de la Iglesia Evangélica y la Iglesia Judía, que
estuvieron unidos en esta iniciativa.
También dio su apoyo generoso, la Masonería de Chile.
Pero, lamentablemente, el actual Presidente no quiso ayudar a
los uniformados que están presos por haber salvado a Chile
del marxismo.
Si los marxistas se hubieran apoderado de Chile, sin la menor
duda, el actual Presidente, no estaría en este cargo, tampoco
antes hubiera sido senador, y menos tendría la fortuna que
posee.
Monseñor Precht en cambio, fue consecuente y, pese a las
profundas diferencias que podamos tener con él, nos
alegramos del premio recibido y nos reconfortan sus visitas a
nuestros prisioneros.


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