domingo, 27 de marzo de 2011

La intimidad de Evo antes del giro que cambió su relación con Chile




En la semana que anunció que iría a tribunales internacionales por la salida soberana al mar para su país:

Cita a la entrevista en la madrugada del domingo. Hace ejercicios a las cinco de la mañana. A las siete da declaraciones en exclusiva a "El Mercurio" sobre Chile, que tres días después va a contradecir en el Día del Mar. A las ocho, en el avión presidencial, critica a Obama ("un discriminado negro que discrimina a uno indio"), teme que EE.UU. implique a su gobierno en el narcotráfico ("ése es el plan"), reafirma que admira a Fidel. "El Mercurio" pasó un día completo con el Jefe de Estado justo antes de su semana más polémica.

Gabriel Pardo y Mario Riveros Desde La Paz, Bolivia
El Mercurio

Debe ser el Mandatario latinoamericano que se levanta más temprano. Tal vez por eso la noche del sábado su jefa de gabinete telefonea y anuncia: "la entrevista será en la residencia presidencial de San Jorge, pero no a las siete de la mañana, sino a las cinco de la mañana".

Entonces, a las tempranísimas cinco, cuando La Paz duerme la madrugada de su domingo, quien aparece en la residencia es el vocero boliviano Iván Canelas, de chaqueta, camisa sport y pelo todavía mojado. "Ya estamos acostumbrados a levantarnos a esta hora", dice detrás de su bigote. Viene la conversación sobre el tiempo. Qué fría está La Paz. Qué calor en Santiago. Sale del salón principal. Luego vuelve a entrar:

"El 'Jefe' dice si quieren pasar a verlo. Está haciendo ejercicios".



Que sí, que claro.

Un pasillo. Un saludo a dos edecanes. Y una entrada a una sala con cortinas cerradas. Primero se ve un sofá. Más allá una trotadora. Más acá una máquina para hacer ejercicios de brazos. Y en el centro de la sala, recostado en una camilla, pantuflas café oscuro de cuero con chiporro, pantalón corto de la selección boliviana de fútbol con el número 10 estampado, polera Adidas azul con cuello y rallas, su rostro grande de aimara, su pelo negro de gruesa partidura al medio: Evo Morales.

Voltea a ver a las visitas. Sonríe. Estira la mano para saludar desde la camilla, informalmente, como haciendo un gallito. Y dice "hola, hermano". No se levanta porque le están aplicando hielo en la rodilla. Hace poco se le practicó una operación.

Minutos después se pone de pie y parte a la máquina a hacer ejercicios de brazos, observado por su entrenador de origen cubano, un tipo silencioso, de parca negra y anteojos.

Sentado ahí, algo agitado, Evo recuerda su infancia, su tierra -claro que con ese acento característico que la hace sonar como 'tiella'-.

"Desde niño me levanté muy temprano. Estaba en mi casita, prendía la fogatita, hacía el desayuno, partía al colegio". Cinco flexiones. Fuerza un poco la voz. "Caminaba hooooras, estaba oscuro, no podía leer hasta que iba amaneciendo y comía charqui en los descansos". Cinco flexiones. "Cuando estaba en octavo me llamaron sorpresivamente para ser el abanderado del colegio, en Orinoca. Decían los compañeros 'cómo este chico va a ser el abanderado'. Querían quitarme el estandarte'. Lo llevé igual".

Se detiene. Vuelve a la camilla. Otra vez la bolsa de hielo en la mitad de la pierna.

"El trabajo que más cuesta es la cosecha de arroz -sigue recordando, hablando en voz alta, sin pregunta de por medio-. No sé cómo me levantaba. Hacía el desayuno para 15 o 20 peones. Así, peleando con las moscas, los zancudos, llorando con la cebolla".

Juan Evo Morales comenzó sus días (o sus madrugadas) un 26 de octubre de 1959. Es hijo de Dionisio Morales y de María Mamani. De la pareja nacieron siete hermanos, claro que cuatro fallecieron antes de superar los dos años. De niño, fue pastor de llamas, panadero, ladrillero, y hasta se cuenta que tuvo un paso de trompetista en una banda rural. No llegó a terminar la educación secundaria. A los 17 años hizo el servicio militar. En 1979 se trasladó a Chapare, Cochabamba, donde sus padres iniciaron el cultivo de hoja de coca. Más tarde sería reconocido como líder sindical cocalero.

"Mi máxima entretención siempre fue el fútbol", dice, con los brazos en el aire, siempre desde la camilla, con los ojos pegados al techo, brillosos, como si estuviera al borde de las lágrimas. Pero no. "Los partidos eran a las 8 de la mañana los domingos. Como tenía que caminar monte adentro y no tenía plata para comprar pilas para la linterna, buscaba un palo grande y así iba tanteando".

El joven Evo se entrenaba gambeteando a las llamas en los cerros con pelotas de trapo que él mismo fabricaba.

-¿En esos años llegó a pensar en convertirse en Presidente de la República?

-No. Es todo un sueño. Yo nunca pensé que llegaría a Presidente.

-¿Y sus antiguos compañeros lo visitan?

-Mis compañeros de Orinoca aparecen para los cumpleaños. Son músicos o profesores rurales. También es un sueño para ellos. Se ponen llorosos.

Ahora está sentado en la camilla. Acerca de las pantuflas de cuero con chiporro, que llaman la atención, dice que se las regaló una ciudadana rusa. No recuerda exactamente su apellido. No da con la palabra.

-¿Quieren ir a Sucre?, dice Morales.

Claro, por supuesto.

"Tomamos cervezas y les presentamos a unas chicas", dice bromeando. Suelta una carcajada. "Me voy a dar una ducha". Sale de la escena.

El desayuno y la popularidad

Veinte minutos después aparece en el salón principal de la residencia de San Jorge. Esta vez lleva camisa blanca a rallas, chaqueta café con bordados en los puños, jeans negros algo gastados, zapatillas con vistosos cordones blancos. "¿Vamos a desayunar?", dice. Lo acompaña su vocero Canelas.

Son casi las seis de la mañana. Hay que pasar al comedor. Una mesa larga, mantel blanco, un par de floreros en el centro. El desayuno es simple: yogur de frutilla con cereal, luego huevo a la copa. Queque, pan y jugo de frambuesa y de papaya.

Evo toma una taza de café y recibe del mozo dos huevos duros en un pequeño plato. Los descascara él mismo.

Le traen mensajes escritos en papelitos. Le acercan el celular. Llama a las 6 de la mañana a su vicepresidente, Álvaro García Linera. Los ministros a esa hora tienen que estar activos, incluso los domingos. Así es el "jefe", como le dice el vocero.

Evo está preocupado por lo que sucede en Libia. Luego pregunta si los cielos están despejados para viajar a Sucre. Vuelve a la labor de descascarar el huevo sólo a la mitad y succiona la yema.

Han aparecido algunas encuestas que afirman que ha bajado su popularidad. Y él comienza a enumerar de inmediato. "Hemos ganado seis elecciones. Cuando yo era candidato en 2005 las encuestas decían que llegaba al 32 por ciento. Ganamos con 54 por ciento".

Y aventura: "La gente vota por la persona. El pueblo está maduro democráticamente".

No le gusta que le digan Presidente. Prefiere que lo llamen Evo. Más tarde, en las calles de Sucre se verá que le gritan "El Evo, El Evo". Dice que una de las cosas que más le agradan es salir a caminar desprovisto de seguridad y atenciones.

Entre los sorbos de café comenta, risueño, que se escapa a veces manejando personalmente su auto, sin guardias. En ocasiones, el propio vocero Canelas lo acompaña.

Otro mensaje escrito llega a sus manos. Termina el desayuno.

La entrevista y el giro

Diez minutos de espera en el salón y vuelve aparecer. "Comencemos la entrevista antes de partir".

Son las siete de la mañana. Durante 45 minutos habla de la aspiración marítima boliviana, de su relación con Chile, del Presidente Piñera, de que los niños de su país lloran cuando ven el mar.

Claro que tres días después, el miércoles en el Día del Mar -el mismo de la publicación de la primera parte de la entrevista- dará un giro completo a sus palabras en el discurso de la plaza Avaroa.

Sobre la posibilidad de recurrir al tribunal de La Haya por la aspiración marítima: "No soy experto constitucionalista ni en demandas internacionales. En eso no creo tanto (...) Creo más en la sinceridad y la confianza que beneficie a los pueblos". Y tres días después: "La lucha por la reivindicación marítima debe incluir otro elemento fundamental: el acudir a los tribunales y organismos internacionales".

Sobre la posibilidad de que Bolivia cuestionara el tratado de 1904: "No quiero hacer interpretaciones y prefiero cuidar las relaciones con Chile (...) No estamos para buscar enfrentamientos". Y tres días después: "El injusto tratado de 1904 no se cumple ni ha sido cumplido por Chile".

Sobre lo que diría en el Día del Mar: "Mi discurso siempre profundizará la confianza". Y tres días después: "¡Somos un país sin mar. Pueblo boliviano... Fuerzas Armadas del estado plurinacional: patria o muerte!".

Confirman que los cielos están despejados hacia Sucre. "¿Vamos? La fiesta de Tarabuco les vas a gustar".

Arriba del avión presidencial: Libia, Obama y el narcotráfico

Una pequeña caravana de camionetas 4x4 sale de la residencia rumbo al aeropuerto de El Alto. A la llegada, el Presidente se queda en el sector VIP unos minutos. Uno de los sobrecargos le lleva todos los diarios bolivianos.

Son las 8:30 horas. En la losa está el avión presidencial. Se distingue por el escudo y la inscripción: "Estado plurinacional de Bolivia".

La aeronave es moderna y tiene ocho sillones acolchados de cuero color crema. Cuatro pantallas con internet. Y un sistema de comunicación satelital. Fue adquirido hace menos de un año para renovar el antiguo, que databa de 1976 y tenía muchos desperfectos.

"Tienen que esperar dentro del avión al Presidente", dice un militar.

A los pocos minutos sube Evo.

Antes de despegar, el Mandatario aclara que tiene dos celulares y que uno se lo paga él mismo, de su bolsillo. Y continúa: "Antes, el Presidente de Bolivia ganaba 40 mil bolivianos. Tenía gastos de representación de 8 mil dólares. Más 30 millones de dólares de gastos reservados de libre disponibilidad. En mi gestión, de 40 mil bolivianos bajamos a 15 mil, unos dos mil y tantos dólares. Soy de los presidentes que menos ganan en todo el mundo. En toda América. Ya no hay gastos de representación. Y gastos reservados, cero. ¿Por qué va a haber que ocultar? ¡Transparencia!", dice, más enérgico que en el gimnasio y que en el desayuno.

Durante el despegue, la taza de café que le acaban de servir en un costado de la ventanilla se derrama completamente sobre su asiento. Incluso sobre sus pantalones. Pero al Presidente boliviano eso parece no molestarle. Se limpia con pañuelos desechables. Y se acerca un auxiliar, pero Evo no quiere auxilio.

-Obama por estos días visita Latinoamérica, ¿usted qué esperaba de su llegada a la Casa Blanca?

-Yo creía que iban a mejorar las relaciones. Pero, ¿qué sentí? Que Obama, un discriminado negro, discriminaba a otro discriminado 'indio'. A esa conclusión llegué. Hoy no interesa el color de la piel. Pero por lo menos un hombre que viene de una discriminación como la que tuvieron los afroamericanos, con otros discriminados que son del movimiento indígena... pensé que íbamos a coincidir en políticas sociales. Pero hay profundas diferencias. Con el Presidente Obama no pasa nada.

Hace unas semanas fue detenido el general (r) de la policía boliviana René Sarabia, conocido como el "zar antidrogas", quien cayó escandalosamente por acusaciones de narcotráfico. "Es repudiable y lamentable el caso de Sarabia", dice de inmediato. Pero hay algo que le parece igual de nefasto. Asegura que desde la DEA (la agencia antidrogas norteamericana) se ha intentado implicar a su gobierno en el narcotráfico.

"Tengo que agradecerles a militantes del Partido Comunista de Bolivia que han sido perseguidos y tienen mucha experiencia. Me orientaron sobre qué puede pasar conmigo. Cuando dirigente sindical me salvé, y ahora, como Presidente, quieren implicarme. El plan era llegar hasta un viceministro y no pudieron. En los últimos informes de la administración de Obama, ¿qué se dijo?: 'Altas autoridades de Bolivia fomentan el narcotráfico'. ¿Quiénes son? ¿Evo Morales? ¿Álvaro García Linera? El narcotráfico se utiliza con fines netamente geopolíticos".

-¿Usted cree que se ha exacerbado desde Estados Unidos el tema para desestabilizar a su gobierno?

-Ese es el plan. El plan que tiene el Departamento de Estado es implicar al Presidente, al Vicepresidente, a los ministros. En una reunión de gabinete he previsto: "cuídense, cuídense, ése es el plan de Estados Unidos, implicarlos".

Por esas razones, en parte, es que Evo no utiliza computador. "Es por seguridad", dice.

En el aire, al teléfono, sigue preocupado por Libia. Cuando cuelga dice: "Hay que cambiar de sigla a la ONU, debería llamarse ONI. Porque es una 'Organización de Naciones de Intervención'. ¿Por qué Estados Unidos no interviene en Honduras cuando hay un golpe de Estado? ¿Por qué no ha intervenido igual en Egipto? Es un tema político y además es interés por el petróleo. Supuestamente han entrado a salvar vidas de civiles y el primer dato que tenemos es que hay decenas de muertos civiles".

Evo y Cuba: "Tiene otra forma de democracia"

El trayecto a Sucre tarda 40 minutos, así que da tiempo para preguntar. Y Evo Morales responde.

-¿De qué Presidentes de la región se siente más cercano?

-Ustedes quieren hacerme pelear con los Presidentes, no lo van a lograr, dice, y vuelve a reírse relajado.

-Pero siempre se dice que es muy cercano a Hugo Chávez.

-Yo tengo gran respeto y admiración por el Presidente Chávez, pero su revolución bolivariana es muy distinta de la revolución cultural democrática boliviana. Cada región tiene sus particularidades, pero coincidimos en que haya igualdad, en que hay que levantar a los más pobres.

-¿A qué político actual admira?

-A Fidel. Porque con semejante bloqueo económico es el primer país que practica solidaridad, que comparte lo poco que tiene y no las sobras.

-¿Y cuando se dice que Cuba no respeta la democracia, qué piensa?

-Tiene otra forma de democracia. Cada país tiene su propia particularidad. Una vez estaba en Cuba y hubo elecciones y votación para ser asambleísta. Y el asambleísta tiene que ganar con 50% más uno.

También critica a la OEA, de paso. "No es posible que en la OEA nos expulsen por ser comunistas, marxistas o leninistas. Eso pasó con Cuba. Yo una vez dije en una reunión frente a Obama 'yo soy marxista, soy comunista, soy leninista, no hay problema, expúlsenme ahora'. Claro que no me expulsaron".

Ya quedan sólo 10 minutos de vuelo. Evo mira por la ventana. Vuelve a revisar la pantalla de su celular.

-Usted fue al rescate de los mineros en Chile. ¿Qué sucedió con Mamani, que le ofrecieron trabajo en Bolivia y volvió a Chile?

-Ah, fue maravilloso ese rescate. Acá se le ofrecieron 8 mil bolivianos de sueldo y una casa. Pero es un derecho de él que haya vuelto.

-Presidente, hace poco apareció en YouTube un video donde usted comete un claro foul en un partido amistoso. Se le vio dar una patada a un contrincante sin balón de por medio.

-Fue un error. Que me disculpe el contrincante. Pero, ¿qué pasó?, yo toqué la pelota y llegó una patada. Un planchazo. Bueno, aguanté. Luego otro de mis compañeros fue tumbado. Y recién el árbitro cobró. Me acerqué y me dijo palabras no soportables. Eso no lo pude controlar".

Ha tenido, según recuerda, tres reacciones "descontroladas" así en su vida. Las otras dos restantes son las siguientes: una vez, mientras hacía el servicio militar, volvió de la guardia hambriento a comer el "rancho" y un compañero le tiró, como broma pesada, un hueso en su plato. La rabia fue indomable. La otra ocasión fue cuando unos vecinos lo acusaron injustamente de haber robado una bicicleta.

Bailando varias cuadras en Tarabuco

El avión aterriza. La caravana ahora se dirige a la gobernación de Chuquisaca. Lo recibe el gobernador, de bigote y sombrero negros. Aparece el Vicepresidente Álvaro García Linera. A metros del edificio público hay un museo donde está expuesta la Declaración de Independencia de Bolivia.

A los dos periodistas chilenos un coronel los acompañará para cuidar que no se pierdan de la comitiva presidencial.

Más tarde, la caravana, ahora de 10 autos, recorre un camino asfaltado por entre los cerros. El destino es la localidad rural de Tarabuco. Es la fiesta de Pujllay, que significa "juego" o "alegría".

La historia y la leyenda dicen que los tarabuqueños vencieron a los ejércitos realistas y luego les extrajeron el corazón y se los comieron.

Evo se baja del auto. Entra al municipio, se encierra en una de las oficinas, mientras un gentío lo rodea y grita "¡El Evo, llegó El Evo!".

Ya es mediodía. Minutos después de desaparecer, vuelve a escena. Pero está casi irreconocible. Para describirlo hay que recurrir al manual de la fiesta que se reparte en Tarabuco a los turistas.

En la cabeza, un gorro de cuero, llamado montera. En los hombros, un poncho pequeño, kunka unku. Arriba, una camisa o aymilla. Abajo, un pantalón negro o calzuna y unas polainas tejidas o sunri. Enfunda los pies en unas "ujutas" con espuelas y plataforma de madera, que pesan un kilo y lo hacen ver más alto, pero le obligan a caminar con dificultad.

Así sale a las calles. Lo ovacionan.

Y casi de inmediato se pone a danzar por las callecitas pedregosas de Tarabuco con el resto de los bailarines.

Se oyen las campanillas que llevan colgadas en el cuerpo. Se oyen las espuelas. Se oye un instrumento que termina en el cuerno de una vaca o toro. Y suena precisamente como una vaca o toro.

Así por varias cuadras. Todo encabezado por "El Evo".

Terminan en la plaza. Se queda sentado en el escenario junto al Vicepresidente García Linera y a la ministra de Cultura.

Pasan las "pandillas" de baile frente a él, ruidosamente. Todo el pueblo parece estar ahí. El Presidente no da ningún discurso.

La ceremonia continúa. Vuelve a ponerse de pie y sigue bailando junto a la multitud por entre casitas de adobe, hasta llegar a una cancha.

Evo suda. Le caen chayas en el rostro. Se tropieza en sus zapatos con plataforma. La gente lo ayuda. Pero no se detiene.

Al final del camino hay una explanada que en el centro exhibe una gran torre con ramas, uvas, manzanas, panes, botellas de vino, y en la cúspide, una vaca. La torre se llama Pukara. Es una ofrenda por los frutos recibidos.

Vuelve a subir al escenario instalado con sillas plásticas. Tampoco da discursos.

Evo manda a llamar a los dos periodistas chilenos. Sobre el escenario les regala el poncho típico de Sucre. Pide que se los pongan. Les da la mano. Reparte chicha en grandes jarras a los presentes y sigue caminando con las ujutas. Lo sacan a bailar. Le traen cartas en papeles de cuaderno. Las ancianas suben a besarlo.

Pasan tres horas de fiesta. Evo se despide.

Son ya casi las cuatro. La caravana de diez autos vuelve a Sucre.

El avión presidencial espera.

En los próximos cuarenta minutos de regreso el Mandatario preferirá no hablar demasiado. Quiere intentar dormir una pequeña siesta en la aeronave. El mismo auxiliar que le trató de limpiar el café derramado ahora le reclina el asiento. Le arrima una manta café de alpaca. Lo ayuda a taparse. Pero no logra dormir.

El avión aterriza en La Paz.

Evo luce algo cansado. Pero acepta un par de preguntas más antes de dar la mano a los periodistas chilenos para perderse dentro de una de las 4x4 que lo trasladan.

-Se dice que en el Día del Mar usted podría lanzar consignas beligerantes sobre Chile...

-No. Consignas contra Chile jamás va a haber.

-Cuando la ex Presidenta Bachelet estaba en el poder muchos se preguntaban si tenía pareja. De usted también se preguntan lo mismo. ¿Le queda tiempo para una pareja?

-¡Ustedes parecen WikiLeaks! Eso es más privado, es personal. Cuando me preguntan cuándo me voy a casar, yo siento que estoy casado. Estoy casado con Bolivia.

La permanencia de Walker San Miguel como cónsul boliviano en Chile
Aunque ya se daba por hecho el regreso a La Paz del cónsul boliviano general en Santiago, Walker San Miguel, los planes podrían sufrir un serio retraso tras las declaraciones del Presidente Evo Morales sobre la intención de llevar su aspiración marítima a tribunales internacionales.

Hace algunos meses, San Miguel había solicitado al canciller David Choquehuanca y al mismo Presidente Morales dejar su puesto en Santiago, entre otras cosas, por la enfermedad que aqueja seriamente a su padre, y que lo ha tenido los últimos meses con un fluido tráfico entre La Paz y la capital chilena.

Antes del Día del Mar, el gobierno boliviano aún no le encontraba reemplazante (el cargo es de especial sensibilidad para Palacio Quemado, y es elegido directamente por el Presidente Morales), y ahora, fuentes del gobierno de ese país confirman que un cambio de cónsul sería "complicado" para el actual pie de las relaciones entre ambos países.

Incluso, el mismo Choquehuanca -que habla a diario con uno de los funcionarios más cercanos a él en su ministerio- ha señalado que "él espera volver, nosotros esperamos que vuelva, pero todo tiene su tiempo".

En todo caso, no es la única baja importante que ha debido afrontar la Cancillería boliviana: hace unos meses, la vicecanciller, Mónica Soriano, también solicitó dejar su puesto por un problema familiar. Y aunque se habló de un supuesto quiebre con el propio San Miguel, el diplomático desmintió el rumor. La funcionaria, en todo caso, se mantiene como asesora de Choquehuanca.


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