DE CHILE INFORMA EDICIÓN Nº 645
Sobre este mismo tema, la vejación que sufrió el brigadier Sr.
Willeke Flöel, de parte de personal de Gendarmería fue
expuesto, en Chile Informa, el pasado sábado, por el coronel de
Ejército ® don Alejandro Russel.
Es claro que los gendarmes que le llevaron a atenderse, a la
Unidad Odontológica, del Hospital Militar le llevaron esposado
y lo pasearon dentro del recinto en esa condición, no por
decisión propia, sino por orden superior. Esa orden, sin duda,
emanó del mando del penal de Punta Peuco.
Sin embargo, la relación de los gendarmes hacia los internos
es buena, de respeto. Los custodios tienen claro que los
presos por razones políticos son más que ellos y saben más
que ellos.
De lo anterior debiera responder el propio director de
Gendarmería, quien curiosamente es hijo de un diputado UDI
que se caracterizó por su lealtad hacia el Presidente Pinochet.
Pero al parecer, para algunos, las lealtades se olvidan. En el
nuestro, el darse vuelta la chaqueta es una costumbre muy
generalizada.
Los diputados de la centro-derecha no fiscalizan
cuando se abusa con los militares ®
Si los parlamentarios de la UDI y de RN ejercieran su derecho y
su deber de fiscalizar, sin duda, por este incidente, debieran
llamar a declarar en la Cámara tanto el director de Gendarmería
como el Ministro de Justicia, porque ambos son funcionarios
públicos, y tienen la obligación de concurrir.
Pero los diputados que se llaman de la “centro derecho’’ no se
la juegan. Les da lo mismo que se basuree a nuestros
uniformados.
Yo, un civil, un periodista, que no soporto a los marxistas, ni a
los desleales, sólo espero.
Espero que llegue la segunda semana de octubre de 2012 y
cuando tengamos que ir a sufragar, en los comicios
municipales, los uniformados ® de mi país, y los civiles que
comulgamos con ellos, le hagamos la gran cruz, pero de
repudio, a los candidatos de la centro-derecha.
Esta gente no merece nuestro voto. No hay que olvidarlo.
El caso del brigadier Willeke me trae a la memoria algo que leí
en la prensa, pero que sin duda los amigos marinos deben
conocer bien.
Los marinos mantuvieron a raya a los GAP,
delante de Allende
Entre 1970 y 1973, es decir, mientras ejercía el mando de la
Nación, Salvador Allende concurrió a un recinto naval.
Si la memoria no me engaña, fue al buque Escuela Esmeralda,
donde era aguardado por toda la tripulación.
Allende llegó acompañado de sus siniestros GAP y éstos,
acostumbrados, a burlarse de la ley, quisieron subir al buque,
protegiendo a Allende ¿de quién, no lo sé?.
La prensa informó entonces que –entiendo fue el comandante
del buque escuela- quien, respetuosamente, expresó al jefe de
Estado que el invitado era él, no los GAP, y que éstos no
podían subir.
Allende manifestó que éstos le acompañaban a todos lados,
que eran su equipo de protección.
El marino, con esa caballerosidad que los distingue, pero con
energía, expresó: Sr. Presidente, su seguridad está garantizada
por los marinos. Usted está en un recinto naval y tiene la
protección que se merece y necesita, y este comandante le
asegura esa protección.
Lo concreto es que los GAP quisieron pasar por el aro a los
marinos e imponer su criterio, pero los marinos habían previsto
este escenario y el personal de Infantes de Marina, allí
presente, se encargó de explicar a los GAP, por usar un
término naval “cuantos pares son tres moscas’’.
Lo concreto fue que los marinos no dejaron que los GAP le
pusieran el pie encima.
Los marinos, el 2010, pusieron a raya a los
Gendarmes
De modo mucho más reciente, sólo el pasado año, el mismo
brigadier Willeke, estando preso en Punta Peuco, tuvo que ir de
urgencia al hospital Naval de Viña del Mar.
La razón, su esposa se estaba muriendo en ese recinto.
En aquella ocasión, los gendarmes, por ordenes superiores, le
pusieron muchos problemas y limitaciones para ver a su
esposa, en los últimos instantes.
Incluso el brigadier Willeke, la acompañó unos instantes,
cuando dejaba este mundo, y tuvo que devolverse al penal,
porque no le dejaron asistir al funeral.
Pero hay algo que conocí de amigos navales, a los cuales doy
fe.
Cuando el brigadier llegó al hospital esposado y rodeado de
gendarmes, como si fuera un delincuente, la guardia naval,
alertó a la superioridad del establecimiento y no los dejó entrar.
Cuando los marinos se enteraron que el esposado era un
brigadier de Ejército, dijeron claramente a los guardianes, que
la Institución armada garantizaba el ingreso, la permanencia y
la devolución del brigadier Willeke, pero que la Armada no
aceptaba que a un brigadier de Ejército lo llevaran esposado y
que tampoco entraba ningún gendarme.
Fueron momentos muy tensos, que atrasaron bastante el
ingreso de Cris Willeke al hospital, pero los marinos no
cedieron, y los gendarmes hicieron muchas consultas
telefónicas.
Al final, se transó, que entraría no toda la escolta de
gendarmes, sino parte de ella, pero ningún oficial de Ejército,
dijo la Armada, iba a circular dentro de su casa, esposado.
Esta historia, que no tengo dudas que es efectiva, confirma que
los marinos saben ponerse en las coloradas, cuando hay que
hacerlo.
Sin la menor duda, el comandante del buque que no dejó subir
a los GAP, delante del propio Allende, tenía claro que no sólo
se estaba jugando un posible ascenso, sino la posibilidad del
paso a retiro el mismo día.
Pero a él, más que un grado, que una pega, le importó el deber
naval.
Pero en el Hospital Militar, al parecer los que
roncan son los gendarmes. La culpa no la tiene...
Y aquí me surge una duda.
¿El hospital Militar no está al mando de un coronel de Ejército
en servicio activo?
Si lo anterior es así, pregunto, como civil, como chileno: ¿es
acaso que el coronel a cargo del hospital militar no tiene los
cojones para parar en seco a los gendarmes?
Si un coronel se deja avasallar por unos gendarmes, quiere
decir que estamos mal.
Ahora si el coronel no es que se deje pasar a llevar, sino
prefiere hacerse el tonto, total para que complicarse la vida,
por un ®, aunque sea de la misma Institución, igual estamos
mal.
Hace unos días falleció un excelente amigo, un oficial del
Ejército de nuestro país, don Víctor Catalán Polanco.
Y en “Chile Informa’’ contamos al respecto, una historia real. El
siendo solamente capitán, no coronel, fue molestado por un
grupo de civiles en la Boite La Sirena, de Santiago, quienes les
robaron sus gorros.
Mi amigo Catalán, fue a su Unidad, despertó a su gente y se
hizo presente en el lugar y recuperó las gorras.
Esa acción le valió la carrera, pasó a retiro.
Pero al recordar este caso, Catalán no le hubiera aguantado
una a los gendarmes.
Claro que para eso hay que tener cojones.
martes, 1 de marzo de 2011
No hay que dejar que nos pongan el pié encima
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