domingo, 27 de marzo de 2011

Omisiones y acciones en el caso Karadima




La Tercera

LA INTERVENCION de James Hamilton, uno de los denunciantes del sacerdote Fernando Karadima, en un programa televisivo el fin de semana pasado ha reabierto el debate acerca de las responsabilidades en torno al bullado caso, centrando la atención en las actuaciones del ex arzobispo de Santiago y de otros obispos en ejercicio.

Hamilton acusó de encubrimiento al cardenal Francisco Javier Errázuriz, acusándolo de no haber atendido oportunamente las denuncias de abusos sexuales formuladas por él y otras tres personas contra Karadima, y también de haber "frenado" la posibilidad de que se realizara una investigación, lo que habría permitido, según él, que los hechos denunciados prescribieran. Aunque Hamilton pudo haber ejercido entretanto la opción de recurrir a la justicia ordinaria, resulta notorio que la autoridad eclesiástica no actuó con la diligencia exigible ante denuncias serias y reiteradas.

El propio cardenal Errázuriz ha calificado como un "error" la forma en que manejó inicialmente las acusaciones contra Karadima y ha lamentado no haber creído en ellas. Por desgracia, su decisión de suspender la investigación postergó por años una intervención decidida de la Iglesia y provocó que los denunciantes enfrentaran la frustración de no encontrar respuesta oportuna a una denuncia efectuada en forma prudente y fundada. Sólo en el período final de su gestión, el cardenal puso urgencia a las pesquisas, enviando el año pasado los resultados a la Santa Sede, que resolvió en enero sancionar a Karadima por abusos. Además del daño a las víctimas, la manera en que Errázuriz abordó el tema terminó provocando un perjuicio a la Iglesia Católica.

El nuevo arzobispo de Santiago se ha reunido con los denunciantes de Karadima y les ha pedido perdón en nombre de la Iglesia, a la vez que se ha comprometido a colaborar con la investigación que lleva adelante la justicia ordinaria -el lunes fue designada una ministra en visita para ver el caso- y ha solicitado que aquellas personas que puedan tener información relevante entreguen su testimonio. También restringió las visitas a Karadima en el convento donde éste se encuentra recluido.

Se trata de gestos y acciones valorables que marcan una diferencia con la manera en que se había obrado hasta hace poco. Sin embargo, se dan ahora en medio de un clima cruzado por los cuestionamientos realizados por Hamilton contra varios obispos. Aunque es necesario que estas denuncias sean respaldadas con mayor fundamento que el presentado hasta ahora -haciéndose una distinción de lo que constituyen infracciones a la normativa eclesiástica de aquello que puede constituir delito- , no sería lógico ni conveniente que esas denuncias quedaran en una nebulosa que sólo serviría para contaminar el ambiente en torno al caso y afectar el prestigio de la Iglesia. Esta debería dar por propia iniciativa los pasos para investigar y aclarar las actuaciones y las eventuales responsabilidades de quienes han sido mencionados en actitudes u omisiones graves.

Si alguna lección se ha sacado tras este episodio y otros similares que han afectado a la Iglesia Católica en los últimos años en distintas partes del mundo, es que la reacción ante este tipo de acusaciones debe incluir una investigación seria y acabada. La Santa Sede ha instruido con claridad sobre el tema y es recomendable que la actitud proactiva que ha promovido sea aplicada también en Chile.



No hay comentarios: