martes, 26 de abril de 2011

Deutschland Über Alles





La Ley de Oro de la Historia es no decir nunca una mentira ni callar jamás una verdad, escribió el gran Romano Tácito hace dos mil años, por lo que la infiltración de la importante disciplina histórica por políticos de cualquiera definición, es un hecho gravísimo.



La enorme importancia del conocimiento de la Historia es que nos permite comprender el presente y proyectar el futuro, pero si el conocimiento del pasado que nos entregan no es completo ni menos es objetivo, están afectando nuestras decisiones en la mejor construcción del futuro.



Nuestro Profesor de Historia en el Instituto Nacional nos enseñó que los Pueblos que olvidan su historia están condenados a repetir sus errores, y nada me parece más cierto.



Entre las más grandes aberraciones políticas de estos tiempos se encuentra la Alemana de castigar incluso con prisión a quienes hagan referencias de cualquier tipo al período histórico del nazismo, cuyo olvido y desconocimiento tratan de imponer por ley a los mayores y a los jóvenes respectivamente.



El Socialismo Marxista Internacional ha logrado que las nuevas generaciones – y no sólo las alemanas - no estudien ese período histórico del mundo, tanto en sus aspectos negativos como en los positivos.



Ese estudio y debate es necesario a fin de no caer nuevamente en los primeros, pero en cambio desarrollar mejor los positivos.



Dije hace años en una conferencia dictada en una importante universidad nacional algo políticamente tan inconveniente, que a pesar de varias solicitudes de grupos de alumnos, jamás se me invitó nuevamente.



Mi “delito” como Historiador fue expresar a los jóvenes que así como sin los términos odiosos y abusivos impuestos a Alemania en Versalles al término de la Primera Guerra Mundial, no habría habido un Hitler, tampoco en Chile, sin los atropellos de Allende a la constitución y a los derechos de la ciudadanía, no habría habido un Pinochet.



Ambas causas determinantes se ocultan celosamente y no se acepta debate al respecto.



En Alemania especialmente, es muy grave la situación descrita, porque en no muchos años más aparecerá necesariamente un nuevo movimiento nacionalista, como consecuencia de la desacertada política de inspiración marxista que han venido desarrollando sus Gobiernos en el tema de la inmigración, y los nuevos jóvenes no sabrán cómo impulsar ese movimiento, reforzando la experiencia positiva, como dije, y corrigiendo la negativa.



En efecto, en Alemania - en mayor medida que en otros países europeos atacados de la misma manera por el Internacionalismo Marxista - han aceptado un número creciente de inmigrantes especialmente turcos, que viven una realidad cultural diferente, y el Estado los ha proveído de Escuelas que sólo enseñen su idioma, y les ofrece seguros de cesantía por el solo hecho de pisar esa Nación, sin haberse integrado a la fuerza laboral.



Al destinar los Gobiernos Alemanes - acomplejados de ser acusados de nazistas - ingentes recursos para mantener separados a dichos grupos de los verdaderos alemanes, han establecido implícitamente políticas públicas que consolidan el modelo multicultural.



En esas condiciones se crearán cada vez más tensiones difíciles de manejar, pues los alemanes ya empiezan a sentir que se están destinando recursos aportados por ellos para ayudar a inmigrantes que no quieren asimilarse, que les quitan puestos de trabajo y que tienen costumbres que no los interpretan, o devociones religiosas que chocan con las propias, y ello sin duda les llevará a dar vida a algún movimiento nacionalista para revertir la situación y rescatar a su país, a su nacionalidad, y a su cultura..



El multiculturalismo como política pública genera más problemas que los que resuelve, y es uno de los más poderosos recursos que está empleando el Marxismo para destruir en las juventudes toda idea de Nacionalidad, Patriotismo y Cultura, a fin de poder someterlas luego a sus nefastas Dictaduras del Proletariado.



Pero bien, vamos al tema que hoy nos convoca.

El Gobierno alemán ha llegado estos días al extremo de anunciar la próxima adulteración de una pieza histórica, como el Libro de Oro de la Presidencia, del cual se borrará por un sofisticado procedimiento la frase “Deutschland, Deutschland Über Alles”, escrita en él por el Presidente de Chile en su visita, como una expresión de admiración y gratitud por la solidaridad alemana para con nuestro país, con motivo primero del terremoto y luego del rescate de los mineros.



Posteriormente aclaró que ignoraba la connotación nazista que los alemanes dan actualmente a esa expresión.



¿ De dónde salió esa frase y qué significa ? Nació con el Estado Alemán, vale decir, con la unificación de los principados que formaron la actual Nación, en la época de Bismark, como estrofa inicial de su canción nacional, y significa “Alemania, Alemania, por sobre todo”



O sea, como debe ser siempre para todo alemán, al igual que para todo chileno bien nacido, Chile está y estará siempre en su espíritu por sobre todo.



Pero de los años 60 para adelante, o sea bastante después de la caída de Hitler, se comenzó a cantar el Himno Nacional Alemán sólo a partir de la segunda estrofa, atribuyéndose a la primera una connotación nazista.



En realidad no me explico cómo bajo el Gobierno Hitleriano o cualquiera de los muchos que lo precedieron, podría haberse iniciado el canto de la Canción Nacional de otra manera que como fue escrita en 1841 casi un siglo antes del advenimiento del nacionalsocialismo al poder.



Las consecuencias de llevar las odiosidades a extremos y pretender sepultar la historia, suelen no resultar gratuitas.



En Chile la connotación política asignada por el Marxismo Internacional a una estrofa de nuestro Himno Patrio, escrita también con el Nacimiento de la República y formando parte desde siempre del mismo, cuyo canto los Gobiernos Socialistas prohibieron en todo Acto Oficial, fue configurando un repudio a nuestras Instituciones Armadas.



Ahora bien, con ocasión del último terremoto, la Presidente Bachelet demoró tres días en autorizar a las reparticiones de la Defensa Nacional para cumplir sus deberes constitucionales, permitiendo que entretanto el saqueo y toda suerte de delitos en contra de las personas y de los bienes públicos y privados llegara a extremos caóticos.



¿ La razón ? No dar protagonismo a las Fuerzas Armadas en la solución ni siquiera de los problemas de las catástrofes, casos en los que en conformidad a la ley les compete actuar.



No quería retroceder en la sistemática destrucción de imagen de tan importantes y fundamentales instituciones republicanas, lograda pacientemente por el Marxismo durante casi veinte años.



La estrofa del Himno Patrio Chileno declarada políticamente incorrecta dice así: “Vuestros nombres valientes soldados, que habéis sido de Chile el sostén, nuestros pechos los llevan grabados, los sabrán nuestros hijos también.”



Eso es una realidad histórica y se refiere a hechos históricos, lo que es completamente diferente de la apreciación positiva o negativa que el ciudadano tenga del desempeño puntual del Gobierno presidido por el General Pinochet.



Personalmente enseñé a mis hijos y a mis nietos, criados los primeros antes de la intervención militar de 1973, y los segundos después de ella, a conocer, valorar y agradecer la importantísima Obra de los diferentes Presidentes Militares que formaron, sostuvieron, e hicieron de Chile la gran Nación que fueron, los Generales José Miguel Carrera, Bernardo O’Higgins, Ramón Freire, Francisco Antonio Pinto, Joaquín Prieto Vial, Manuel Bulnes Prieto, el Almirante Jorge Montt Alvarez, y el General Carlos Ibáñez del Campo, con anterioridad al General Augusto Pinochet.



Espero que no lleguemos en Chile a que se nos obligue a olvidar junto con los Gobiernos de todos ellos, el de este último y sus circunstancias, y espero también que a nuestros descendientes no termine por prohibírseles bajo pena de prisión, debatir incluso académicamente los aciertos y errores del General Pinochet, como sucede actualmente en Alemania respecto del Gobierno de Adolfo Hitler.



No me voy a referir en esta ocasión a la obra del Gobierno que presidió el General Pinochet, porque habiendo sido enorme, aún es muy controvertida, y esta columna va dirigida no sólo a quienes participaron en ella, apoyaron su gestión, u hoy la admiran, sino que también - y tal vez más especialmente - a quienes fueron sus opositores, todo en un contexto mundial muy diferente del actual, y a los jóvenes que no vivieron esos difíciles años, tanto en lo interno como en lo externo, porque es hora de que las nuevas generaciones, superando situaciones traumáticas de sus mayores, trabajen juntas en la construcción del brillante futuro que la Patria le ofrece, y no lo sacrifiquen permaneciendo en un pasado ya superado en el mundo.



Sólo diré que las Glorias permanentes, Militares y Republicanas, del Ejército de Chile, no deben ser olvidadas ni menospreciadas por los chilenos, independientemente de sus diferentes sensibilidades o distintas opciones políticas democráticas, porque Chile siempre dependió y siempre dependerá de su Ejército para su seguridad y bienestar.



No deberá afectar a la grandeza institucional ni la deplorable actuación de quienes en el pasado llevaron a nuestro Ejército a la división interna, así como tampoco de quienes en un triste momento pretendieron entregar apoyo armado al enemigo externo de Chile, infiltrado en la vida política interna.



Menos aún de quienes parecería que actualmente no han tenido la lealtad ni el coraje para exigir a quienes corresponda el cabal cumplimiento de la Constitución, particularmente en cuanto a la sistemática violación del principio constitucional de igualdad ante la ley de que se ha hecho y se sigue haciendo víctima a ancianos militares en situación de retiro, que en la represión del terrorismo que les tocó combatir hace 30 o 40 años, pudieron cometer excesos o abusos, e incluso a inocentes, condenados sin pruebas ni siquiera presunciones ajustadas a la ley, de culpabilidad en los hechos castigados, sino en base a meras suposiciones fantasiosas.



En mi concepto, deshonra a todos quienes lo permiten - especialmente en estos días en que celebramos el Bicentenario de la Patria - la continuación en prisión de los militares, Oficiales y Suboficiales, así como también algunos civiles, mientras los guerrilleros y terroristas a los que debieron enfrentar y que fueron tanto o más duros o crueles que ellos -responsables de un número no tan diferente de muertos, secuestrados y torturados - han sido liberados mediante amnistías, rebajas de pena, indultos y otros procedimientos.



Espero que el Glorioso Ejército Chileno, siempre vencedor, jamás vencido, sea recuperado por las nuevas generaciones, que lo lleven al sitial de honor que siempre tuvo en el concierto mundial de las Naciones.



Y en cuanto a mis ya lejanos primos, sobrinos, y sobrinos nietos en Alemania, a la mayoría de los cuales ni siquiera conozco, espero que comiencen pronto a reaccionar, porque mientras las familias Turcas procrean un promedio superior a 7 hijos, las familias Alemanas sólo registran una cifra inferior a 2, de modo que es cuestión de pocos años para que tengan una fuerza electoral superior y los Alemanes constituyan una minoría sometida.



Para que eso no suceda, pues a valorar y reinstalar en los corazones ¡ Deutschland, Deutshland, Über Alles !, aunque la intención del Presidente Piñera al escribir en el Libro de Oro de la Presidencia de Alemania no haya sido la misma de mi mensaje, sino solamente una falta de oficio.



Al Embajador O’Ryan, que se encontraba a algunos metros de distancia, sólo le consultó si la palabra “über” llevaba o no cremillas.

El Embajador no podía imaginar el desatino que Piñera iba a escribir, por lo que hay que liberarlo de toda responsabilidad en el incidente.



En todo caso, el Presidente Piñera procedió correctamente al pedir posteriormente públicas excusas a su colega Alemán, porque como visita oficial debió conocer y respetar las sensibilidades de sus anfitriones, por más absurdas que ellas fueren.



RAUL HERMOSILLA HANNE

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